Ni los atentados cierran la grieta (II)

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Nicolás Pierini
Coordinador de Academia para Latinoamérica de Estudiantes por la Libertad


Continuando con lo expuesto en la primera parte de esta serie de artículos sobre el atentado, lo curioso es que los programas que sirven para acceder a la data de un teléfono están diseñados para seguir obteniendo información si alguien comete un error. ¿Hay alguien hilando cabos en todo esto? Sí existe alguien investigando qué pasó dentro de la Policía Federal. Obviamente, Aníbal Fernández sale a sostener a las fuerzas y respaldarlas, que es el reflejo de todo ministro de Seguridad, sobre todo de él, que tiene un viejo vínculo con esa fuerza. Ahora bien, ¿alguien estará realizando una investigación de la razón por la que pasó? ¿Tendrán alguna explicación para darnos?

Las telefónicas pueden aportar los registros de llamadas, pero en este caso desaparecieron los chats. No sé si en algún lugar están las fotos que él conservaba y todo ese universo riquísimo para saber quién es y evidentemente si alguien lo utilizó. Esto lo tiene que decir la jueza María Eugenia Capuchetti, que es hija de un comisario de la Policía Federal y tiene una estrechisima relación con esa fuerza, tanto que sus padrinos políticos la conocen por las relaciones con su padre. Alberto Fernández la llamó para pedirle que “protejan la vida del atacante”. Es cierto, de todas maneras, que él es Presidente y ella una jueza, y no hay que cruzar esas avenidas. Pero la cruzó. Daría la impresión que el hijo del abogado que da clase en la Facultad de Derecho lo hizo con buena intención. Pero no se le ocurrió llamar a quién sí debía hacerlo, que era su subordinado, el jefe de Policía, para decirle: “Che, préstenle atención al teléfono”. Un celular que tampoco lo recogió la Policía. De reducirlo al atacante, se encargó un concejal de Presidente Perón y un grupo de manifestantes. Es decir, estamos por lo menos ante las miserias del Estado argentino.

¿Hubo torpezas o fue un intento de ocultar algo? En el Gobierno, por ejemplo, sobre todo cerca de Cristina Kirchner, están muy interesados en Crónica TV. Este atacante, que aparece sistemáticamente haciendo declaraciones de Crónica TV con Tomás Méndez, ¿era él el que buscaba la cámara o alguien lo contrató como una especie de extra para que hablara en contra del Gobierno frente a las cámaras de televisión o los movileros del programa? ¿Era así? Son preguntas que se hacen en la intimidad de Cristina.

Ahora, además, aparece Brenda Uliarte, la novia de Sabag Montiel, que hizo una especie de performance por Instagram -probablemente en el momento en el que ella sabía que iba a ser capturada- y comentó: “Lo que dijo Milei, que los políticos no tendrían que tener más derecho que los civiles, es cierto. Estoy muy de acuerdo”. El libertario había dicho algo parecido: “A los corruptos hay que tratarlos igual que al común de los ciudadanos”. Pero ella usa otra palabra. Dice “civiles”. Es rara la palabra. Normalmente se usa en las fuerzas de seguridad. ¿De dónde viene este término que usa esta chica? Otra interrogante. Son indicios, pequeños datos que seguramente no están siendo tenidos en cuenta por la AFI, que ya ha dicho que él es un lobo solitario. Sin hacerse preguntas, le podemos imputar que es casi una víctima del clima de odio que genera la Justicia. Desde esa frase del Presidente en el discurso del jueves a la noche, hay una línea recta hasta la barbaridad que dijo el senador José Mayans: “Si quieren paz social, suspendan el juicio de Vialidad”.

¿A dónde estamos yendo? A que es muy difícil que haya un hecho tan traumático como este. Hasta se pronunció el secretario de Estado de Estados Unidos, Anthony Blinken. Hoy hubo una declaración conjunta de los presidentes de las dos Comisiones Exteriores de ese país en la que repudian el atentado. Entonces, se trata de un hecho de primera magnitud a escala internacional. No necesitamos aclarar que acaparó la tapa de todos los diarios del mundo. Pero ese acontecimiento tan dramático no logró corregir la dinámica de polarización que hay en la Argentina.

Voy a mencionar un episodio histórico: Carlos Menem sufrió en el mes de octubre del 93 una obstrucción en la carótida y lo tuvieron que operar. En el postoperatorio recibe una visita de Raúl Alfonsín. En la habitación estaba Eduardo Menem, el hermano del entonces presidente. Ahí nació el Pacto de Olivos. Obviamente, habían existido conversaciones previas, pero no de ellos. La primera vez que se habla de la reforma constitucional, que va a tener lugar en el año 94 y cuyo pacto se celebra a comienzo de noviembre del 93, es en esa reunión. El país estaba dividido en dos por el intento del menemismo de avasallar la Constitución con un plebiscito.

¿Qué es lo que pasó? Conjeturo: Alfonsín pedía a gritos un acuerdo porque el menemismo arrasaba con las instituciones y el radicalismo, que efectivamente después se quebró. Había gobernadores que querían acordar y otros que no. De la Rúa, por ejemplo, estaba en contra. Alfonsín suspendió el nivel acérrimo de enemistad que tenía con Menem en ese momento, lo visitó y se inició una política de coordinación y de acuerdo. ¿La carótida produjo el acuerdo? Tiendo a pensar que no, que había una vocación de acuerdo que se sirvió de la carótida.

El 27 de octubre de 2010 muere Néstor Kirchner. Cristina Kirchner también aparece vulnerable como ahora, viuda. Se celebra un funeral de Estado, pero del Poder Ejecutivo y el oficialismo hecho en la Casa de Gobierno y no en el Congreso, y donde ella decidía quién podía ir y quién no. Es decir que el funeral -y la oposición- ya daba por sentada la polarización. La muerte de Kirchner no sirvió para que nadie fundara en ella un proceso de acuerdo, porque el negocio político era la confrontación.

Eso es lo que está pasando hoy. Hay una decisión de acordar en determinados núcleos, pero no en todos. Hubo comunicados que se firmaron en conjunto en el Senado y Diputados, pero hubo una declaración que el Poder Ejecutivo quiso hacer firmar a todas las organizaciones religiosas sin éxito, porque ya el texto presumía que no quería el consenso. Cuando se escribe un comunicado se sabe a cuántos incluye esa redacción. Es muy sencillo. Cualquier político avezado o diplomático sabe hacerlo. Por esa vía, hubo excepciones. Los 150 políticos que rodean a Alan Clutterbuck en RAP firmaron un comunicado. También los jóvenes que se forman en el Centro de Investigación y Acción Social de Rodrigo Zarazaga. Y allí hay gente de La Cámpora, el macrismo, el massismo y todas las vertientes políticas.


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