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El camino al desarrollo

Publicado en

Por: Fernando Aragón

País: Guatemala

Guatemala, a pesar de sus ricos recursos naturales y su potencial humano, parece
no haber encontrado la fórmula para llevar a sus ciudadanos hacia el desarrollo y
la prosperidad, dos siglos después de haber proclamado su independencia del
dominio español. A lo largo de su historia, el país ha enfrentado una serie de
desafíos persistentes, desde mercados capturados hasta una democracia frágil y
una creciente ingobernabilidad. En el pasado, la implementación de medidas
económicas erróneas no hizo más que acrecentar los problemas y alejarnos más
del camino al desarrollo.
No obstante, hay una corriente de pensamiento político y económico que, si se
adopta y se ejecuta de manera eficaz, tiene el potencial de desencadenar la
transformación que Guatemala anhela con urgencia: el liberalismo.
El liberalismo es una ideología que defiende la libertad individual, la propiedad
privada, la libertad de mercado, la igualdad ante la ley y la limitación del poder del
Estado. Promueve la idea de que las personas deben ser libres para tomar sus
propias decisiones, o como lo define Alberto Benegas Lynch, el liberalismo es «el
respeto irrestricto al proyecto de vida de otras personas», lo cual no significa que
debemos ser participe de ese proyecto de vida ni que no se pueda opinar sobre
este.
En un país como Guatemala, donde los mercados en su mayoría están
controlados por grupos empresariales y políticos que utilizan la burocracia para
generar monopolios u oligopolios, aumentando la desigualdad económica; el
liberalismo económico no sólo es una alternativa más, sino que, a mi criterio, es la
única opción viable que existe para traer desarrollo económico a los diferentes
pueblos donde no es un grupo que se enriquece a costa de otro, todo lo contrario,
solamente aquellos que puedan generar valor y enriquecer a los demás. El
liberalismo aboga por la competencia de mercado que no es más que una
competencia en igualdad de condiciones sin barreras al comercio que beneficia a
los consumidores al aumentar las opciones, bajar el precio de los productos y
estimular la innovación.
Además, el liberalismo defiende la propiedad privada como un derecho
fundamental, un principio importante en un país en el que el mismo estado ha
vulnerado ese derecho. Al garantizar dicho derecho, se crea un incentivo para la
inversión y el uso eficiente de los recursos, lo que impulsa el crecimiento
económico.
Pero la implementación del liberalismo en el país no debe centrarse únicamente
en el aspecto económico, más importante es la limitación del poder del estado. En
un país donde las dictaduras marcaron la mayor parte del siglo pasado y donde la

democracia aún se encuentra en una etapa frágil, es de vital importancia que las
instituciones adopten los principios republicanos que abogan por la separación de
poderes. Esto también implica la reducción de la intervención del estado a sus
funciones básicas de proveer seguridad y justicia.
El liberalismo pues, ofrece un enfoque amplio y probado para abordar los
problemas que han obstaculizado el desarrollo en Guatemala durante tanto
tiempo. Al fomentar la competencia en el mercado, proteger los derechos de
propiedad y limitar el poder del Estado, se pueden crear las condiciones
necesarias para el crecimiento económico, la prosperidad y, finalmente, la mejora
de la calidad de vida de los guatemaltecos. Es hora de que el país considere
seriamente el liberalismo como una solución al subdesarrollo y como un camino
hacia un futuro más próspero.


Estudiante de Ingeniería electrónica en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Coordinador local en Estudiantes por la libertad Guatemala.

La presente publicación no corresponde necesariamente al pensamiento de Estudiantes por la libertad sino exclusivamente al autor señalado.

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