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Las imágenes y la hegemonía cultural

Publicado en

Sobre el autor:
Francisco Asorey Hracek.
Estudiante de Derecho en la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM).
Vicepresidente de Jóvenes PRO La Matanza.

La llegada de los nuevos modelos de billetes responde a una necesidad clara de emisión de
moneda por parte del gobierno. Sin embargo, no es solo la cuestión económica lo que responde
estos nuevos modelos de billetes, pues consciente o inconscientemente se crea un fenómeno que
muchas veces no tiene el análisis que se merece: la influencia cultural que se inyecta a través de
las imágenes.


Por empezar debemos decir que la propaganda es una forma específica de persuasión, de
introducción a una idea o una concepción por diferentes medios posibles. En palabras de Violet
Edwards, “propaganda es la expresión de una opinión o una acción por individuos o grupos,
deliberadamente orientada a influir opiniones o acciones de otros individuos o grupos para unos
fines predeterminados y por medio de manipulaciones psicológicas”. Es decir, la propaganda, en
nuestro caso la propaganda política, es una realidad que se ha manifestado a lo largo de la historia
en múltiples formas: a través de la palabra hablada, de medios escritos en general y
particularmente de la prensa, de la imagen (símbolos, pintura, escultura, arquitectura), de la
acción, etc. La propaganda surgió como la forma propia de las sociedades complejas y de los
Estados para canalizar la impresión general que deseaban darle a la sociedad en un momento
específico. Claro que podemos remontarnos a la propaganda religiosa, pero en aquellos tiempos el
Estado y la religión no eran ámbitos muy bien delimitados, y constantemente se homogeneizaban
en una sola institución. Por supuesto que la propaganda como ciencia no existía, o al menos no se
estudiaba como medio de influencia masivo, pero aun así se veía la necesidad de transmitir a la
sociedad formas específicas de pensamiento, inoculadas a través de cuestiones como el arte o las
imágenes. Ejemplo de ello es el actuar de la religión, como la católica, en este ámbito, pues desde
la construcción de vitreaux o catedrales, el arte y las imágenes fueron el principal medio masivo de
propaganda.


El fenómeno de la propaganda existe desde los albores de la Historia y se da en todas las
sociedades humanas organizadas. El término que designa este complejo fenómeno de
comunicación nace en el S. XVII. Ya desde el siglo pasado en ciertas obras relacionadas con historia
de la prensa podemos entrever trazos clarísimos de lo que podíamos ya denominar Historia de la
Propaganda. Por lo que analizamos que la propaganda como forma de comunicación es muy
antigua, pues posee una clara conexión con la intencionalidad política. En épocas más cercanas
podemos ver a la URSS y su constante necesidad de comunicación y expresión política: desde la
utilización de imágenes (como cuadros de Lenin, pinturas, etc), hasta el mismo arte constructivista
ruso, donde la política comunista implicaba cambios en la vida cotidiana y en el modo de trabajar,
ámbito en el que los constructivistas asumieron la labor de diseñar un nuevo arte y una nueva
ciudad para esta sociedad (véase Homo Sovieticus de Alexander Zinoviev).

Vemos entonces que la imagen, la propaganda y la política constantemente influyeron en la
sociedad. Es en este punto del análisis donde podemos decir que las nuevas imágenes de los
billetes responden a una clara estrategia de hegemonía cultural. No es inocente la imagen de Eva
Perón, aunque parezca una obviedad decirlo. Pero remarcar estas formas de influencia política
debería devenir en un accionar ante esta situación. ¿Por qué no volver a incluir a Roca o
Sarmiento? Es claro que esto también es influencia cultural, pero la única forma de dar la batalla
cultural es a través de la contra respuesta en el mismo ámbito donde juegan los populismos: A
través de la propaganda política.
La decisión de combatir la influencia cultural populista parte de la premisa de voluntad política. Sin
aquella es imposible que se pueda dar una respuesta ante la ofensiva cultural constante de los
sectores populistas de la política. Agregar animales a los billetes no está mal, al contrario, quizás
es algo que representa muy bien la tierra que llamamos patria. Pero la realidad es distinta, pues la
máquina propagandística del populismo nunca descansa, en tanto que es la forma que poseen de
sustentarse dentro de la sociedad, y dentro de la política. Ante esta situación solo queda una
solución posible, que no es más que la contraofensiva cultural necesaria.
No es una cuestión de imprimir la cara de Roca en el billete de 100 y se soluciona el problema.
Sino que es la existencia de la voluntad política de hacerlo. Y de aquella voluntad se desprenderá
todo el actuar necesario para dar la batalla cultural, que muchas veces se menciona, pero nunca se
toman las medidas concretas que signifiquen un avance sobre la propaganda populista.


Esta publicación expresa únicamente la opinión del autor y no necesariamente representa la posición de Students For Liberty Inc. En el Blog EsLibertad estamos comprometidos con la defensa de la libertad de expresión y la promoción del debate de las ideas. Pueden escribirnos al correo [email protected] para conocer más de esta iniciativa.

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