¿Cuánto dolor más tendrá que sufrir nuestra tierra para que abramos los ojos?.
En el lugar más verdoso de Bolivia, donde jamás el granizo había osado visitar, ahora rompió el silencio, está no fue una lluvia común, fue la ira del cielo, por todas aquellas lágrimas de los animales que sucumbieron bajo las llamas.
Las quemas no solo devoraron árboles y pastizales; devoraron la vida y la esperanza. Mientras los responsables miraban hacia otro lado, fingiendo ignorancia. Las instituciones que dicen proteger el medio ambiente fracasaron y los empresarios que buscan lucrar con la tierra herida, hicieron de las cenizas su próxima apuesta.
¿Pero qué se puede esperar cuando los políticos y líderes se esconden detrás de sus promesas vacías?
La falta de coordinación ha demostrado que las instituciones, lejos de protegernos, han sido parte del problema y como siempre los políticos han fallado no solo a la naturaleza, sino a cada boliviano.
Y en reemplazo de ellos, los bomberos voluntarios, han demostrado la valentía y el amor por la naturaleza.
Cada ciudadano que ha salido a ayudar, es prueba de que nuestra generación está dando la cara. No tuvimos los recursos ni la responsabilidad, pero aún así, hemos actuado.
El granizo que cayó, no fue un castigo, sino un grito de justicia, es una advertencia de la naturaleza, pues después de éste suceso, acaso ¿Seguirán los políticos y empresarios con la misma indiferencia, permitiendo que Bolivia siga ardiendo?
Lamentablemente sus acciones, o su falta de ellas, no solo han permitido el avance del fuego, sino que han demostrado que no tienen voluntad de proteger lo que es nuestro. Y en este preciso momento, nos damos cuenta, que el liberalismo, es clave para la sociedad, pues nos enseña que la libertad individual y la acción personal, es el patrón esencial, para enfrentar los desafíos más grandes de esta sociedad.
En esta crisis, hemos demostrado que desde nuestra individualidad, podemos cooperar, actuar y aportar más que los sistemas centralizados y fallidos.
Debe instaurarse en nuestra mente, que el cambio no vendrá de las instituciones corruptas y lentas. Sino solo vendrá de cada uno de nosotros, de nuestras decisiones y de nuestra capacidad de unirnos para apagar este fuego que amenaza nuestro presente y mucho más nuestro futuro.
Cada acción individual, representa una chispa de esperanza, y desde el liberalismo podemos convertir esa chispa en la fuerza para reconstruir nuestro país.
¡Por el bien de cada uno de nosotros y de nuestra descendencia!.