El Ecuador: un laboratorio social

Publicado en

A 8 días de las elecciones generales en Ecuador, la zozobra, la desconfianza y la desafección política crece en los ciudadanos. La política en el país de la mitad del mundo ha dejado de ser la búsqueda de la felicidad colectiva tomista, la eudaimonía aristotélica, la maximización de la felicidad según Mills o Bentham, para materializarse en el soborno del electorado como bien mencionaba Dahl. 



Y es que, precisamente, la poliarquía, es decir: el gobierno de muchos, se presenta a través del grado de institucionalidad que tiene un país; en otras palabras, la confianza en las instituciones resulta en un mayor nivel de democracia y, por lo tanto, en crecimiento político de la sociedad civil. Es por ello que, una de las características definitorias y distintivas de la democracia respecto a otros regímenes es la consolidación de las instituciones.

La sociedad ecuatoriana, aquel colectivo al que no se le puede invitar un café (en palabras de Weber) ha sido testigo cómo, durante los últimos 15 años, las instituciones han sido menoscabadas, denostadas, incluso, hasta desaparecidas –como lo fue el Honorable Congreso Nacional del Ecuador desaparecido de un plumazo en el 2007—, precisamente, en maniobras políticas que terminan siguiendo la pauta de quien esté hospedado en el Palacio de Carondelet. 

Pierson y Skocpol no se equivocaban cuando, agudamente, determinaron que los institucionalistas históricos analizan las configuraciones institucionales, prestando especial atención a las coyunturas críticas y los procesos de largo plazo, a lo que le añadiría, que son, también, el producto de luchas históricas y cuya finalidad es la representación de los ciudadanos en la construcción del sistema político; no obstante, en el país andino, estas son lanzas de ataque y escudo de defensa de los que detentan el poder. 

Por lo tanto, es posible colegir que las instituciones son, para la democracia, su estado de salud, por ello, cabe aplicar el falsacionismo sofisticado cuando un evento pretende restarle su integridad; empero, cuando es una cadena de eventos los que atacan directamente al principio ontológico de las instituciones, entonces nos encontramos ante la manifestación de un colapso político, donde se transita del estado de naturaleza propuesto por Rawls hacia aquel propuesto por Hobbes, donde el soberano instrumentaliza las instituciones para hacer gala de su poder. 

Situados en febrero 7, 2021, el CNE –Consejo Nacional Electoral—, organismo encargado del conteo de votos (este evento político donde la ciudadanía adquiere su esclavitud voluntaria con el propósito de que los elegidos por el pueblo sean realmente por el pueblo) anuncia que A. Arauz es el primero en pasar a una segunda vuelta –o balotaje como se conoce en ciencia política— y su contendiente, según los votos, sería Y. Pérez. Este anuncio no hizo más que agitar el clima político en el país, puesto que, aun restaban las actas con novedad y un significativo porcentaje de votos, ambos en Guayas –la provincia con mayor número de votantes— lo que terminaría produciendo un cambio en la figura política que pasaría al balotaje, pues, ya no sería Pérez, sino G. Lasso. 

De este anuncio se desprendió sucesos de suma importancia, tales como: movilizaciones, confrontación entre organizaciones que respaldaban a ambos candidatos, enfrentamientos con autoridades y, lo más importante, una desafección política en crecimiento debido a la poca credibilidad en el CNE, una vez más, permitiendo que se desarrolle en el país la idea de que las instituciones están destinadas a representar intereses de una élite y no los del pueblo.

En Ecuador se puede aplicar la teoría de rango medio de Merton o la causalidad coyuntural de Ragin para explicar este acontecimiento, pero estas líneas obedecen a un análisis no tan estructurado, en virtud de que, el objetivo principal es evidenciar cómo la desafección política incrementa de manera inversamente proporcional a la bajada de la confianza en las instituciones.  

Finalmente, Ecuador está atravesando una crisis política que puede desembocar en una confrontación civil, debido a la irresponsabilidad del CNE de anunciar una segunda vuelta con dos nombres propios sin antes haber realizado el 100% del escrutinio de las urnas, para que la legitimidad democrática no sea cuestionable y, así, evitar que la figura de Lasso no se instale bajo el aspecto de la usurpación del poder. 

Entonces, la libertad, ese bien tan preciado que tenemos los seres humanos y que nos define, ahora está siendo atacada, en razón de que, estamos controlados por las instituciones, cuando, deberían ser ellas las controladas por el pueblo. Se puede teorizar sobre un gobierno epistocrático como lo postulaba Brennan, donde las categorías de verdad y las relaciones de poder que nos hablaba Foucault estén controladas, o, por lo menos, quienes nos representan estén preparados para ejercer sus funciones, así como lo están los catedráticos universitarios, sin embargo, en democracia, el voto materializa emociones, sensaciones, ilusiones, valores y percepciones. 

Menester a ello, es factible hablar que vivimos en una democracia sentimental (como lo reflexionaba Maldonado), que, con sus defectos y virtudes, sigue siendo el mejor sistema político, a pesar de ello, el foco de estudio debe ser las instituciones que operan en el país, porque son estas las llamadas a limitar el poder cuando este se excede, para impedir la perversión de la democracia y que se produzca la demagogia – al menos así lo entendió Aristóteles hace más de dos milenios—.


Esta publicación expresa únicamente la opinión del autor y no necesariamente representa la posición de Students For Liberty. En el Blog EsLibertad estamos comprometidos con la defensa de la libertad de expresión y la promoción del debate de las ideas. Pueden escribirnos al correo [email protected] para conocer más de esta iniciativa.

Entradas relacionadas

Students For Liberty is the largest pro-liberty student organization in the world.

To get started, please select your region on the map.

Asia Pasific