“No podemos seguir creando más programas sociales, no podemos seguir gastando como países ricos; recordemos que para distribuir la riqueza primero hay que crearla.”
Hoy en día, el sistema de los países nórdicos está en el centro del debate. Estos países, conocidos por sus sólidas economías en términos de producto bruto per cápita, son Noruega (#2), Islandia (#5), Dinamarca (#8), Suecia (#11) y Finlandia (#14).
Esta realidad es muy mencionada por políticos de izquierda en América Latina. Cada vez que figuras como Bernie Sanders, el presidente de Colombia Gustavo Petro, Alberto Fernández y otros políticos colectivistas se ven acorralados, suelen traer a colación la frase “como Dinamarca y no como Venezuela” para defender su discurso, según ellos “no queremos nada parecido a lo que está pasando allí; Dinamarca es el modelo que queremos seguir”. Esto es evidente en la retórica del presidente de Colombia Gustavo Petro y otros líderes (véase su discurso del Balcón del 14 de febrero o en su famoso Twitter).
Sin embargo, esta visión no refleja la realidad. La primera pregunta que surge es: ¿Son realmente los países nórdicos socialistas? Para abordar esta cuestión, es crucial entender que los países nórdicos combinan el capitalismo en la creación de riqueza con el socialismo en su distribución.
Los Países Nórdicos tienen impuestos corporativos relativamente bajos, alrededor del 20%, no más altos que en Estados Unidos. A diferencia de muchos países latinoamericanos, ni Noruega, ni Suecia, ni Dinamarca tienen un salario mínimo establecido por el gobierno (hasta ahora). Además, la mayoría permite a las personas iniciar nuevos negocios con relativa facilidad, lo que contribuye significativamente a la economía interna. También cuentan con opciones privadas para la salud y la educación.
No obstante, los países nórdicos tienen programas sociales extensos, financiados por todos los sectores de la sociedad: ricos, clase media y pobres. La carga fiscal es considerable, con un impuesto al valor agregado del 25% que es difícil de eludir. Este impuesto es regresivo, afectando más a los pobres y a la clase media que a los ricos.
Dado este contexto, surge otra pregunta: ¿Cómo pueden generar tanta riqueza si están asfixiados por los impuestos? Según el informe anual de la OCDE Revenue Statistics de 2018, Noruega tenía una presión fiscal del 38,2%, Islandia del 37,7%, Dinamarca del 46%, Suecia del 44% y Finlandia del 43,3%. Aunque estos datos podrían parecer contradictorios, el índice de Libertad Económica de la Heritage Foundation muestra que los países nórdicos están entre las economías predominantemente libres (Islandia #11, Dinamarca #14, Suecia #19, Finlandia #20, Noruega #26). El informe Doing Business del Banco Mundial también revela que estos países lideran en facilidad para hacer negocios: Dinamarca está en el puesto #3, Noruega en el #7, Suecia en el #12, Finlandia en el #17 e Islandia en el #21.
Estas cifras sugieren que un sacrificio moderado de la libertad económica para financiar programas sociales eficaces no ha creado un mal entorno para hacer negocios. Sin embargo, esto no implica necesariamente que el modelo nórdico sea adecuado para América Latina.
El éxito de los países nórdicos se basa en la acumulación y creación de riqueza antes de enfocarse en su distribución. En América Latina, la realidad es diferente: la riqueza no es suficiente para sostener amplios programas sociales. Si realmente queremos seguir el modelo nórdico, deberíamos primero estudiar el contexto histórico que permitió su crecimiento. Encontraremos que estos países implementaron reformas liberales hacia finales del siglo XIX, fomentando una alta cohesión social y una ética de trabajo sólida. Este enfoque, sin embargo, no está en la agenda de los gobiernos actuales, que prefieren “obtener la leche pero no la vaca”.
Es esencial examinar el panorama completo y no dejarse llevar por discursos populistas. Las comparaciones y las promesas sobre la implementación de modelos nórdicos en América Latina deben ser evaluadas con cuidado y basadas en una comprensión profunda de los contextos históricos y económicos.Recuerden que la única receta para que los países salgan adelante es; ¡Capitalismo, ahorro y trabajo duro!