El populismo como método de integración entre lo político y la política (Parte 1)

Introducción

El populismo funciona como un puente entre lo político-la ideología, la cultura, los símbolos de identidad y el conflicto entre actores- y la política- el campo práctico de las instituciones gubernamentales, la ejecución para dirimir conflictos en la sociedad, el modelo de gobierno en general y la gestión del poder-. No constituye un modelo cerrado, sino un método de movilización que aprovecha y profundiza la tensión entre ambos planos.

Lejos de ser comprendido únicamente en clave peyorativa, el populismo debe reconocerse como una forma de conexión con la ciudadanía, capaz de fortalecer liderazgos a través del contacto directo, es decir, entender su eficacia en la mayoría de las veces es motivo clave de ser analizado. El lector debe poder comprender y valorar si el uso del populismo es correcto o no.

Bajo esta perspectiva, lo ocurrido en las elecciones bolivianas del 17 de agosto debe analizarse como un fenómeno de adhesión populista ejecutada por Rodrigo Paz (Candidato a la presidencia por P.D.C.) y Edman Lara (Candidato Vicepresidencia por P.D.C.) que sorprendió a gran parte de la opinión pública y la clase política tradicional, sobre todo por sus efectos favorables en concentraciones urbanas importantes del país: La Paz, Oruro, Potosí, que terminan posicionándose como su fuente potencial de legitimación. 

La primera tesis que se plantea es que, el resultado electoral no puede explicarse únicamente como un “triunfo del Movimiento al Socialismo (M.A.S) disfrazado” sino como un fenómeno populista que contrastó con el desgaste histórico de la política tradicional adversaria.

Populismo como método de integración entre lo político y la política: 

Lo político está relacionado con la dimensión ontológica del poder, pues debe ser vista-el poder – como su condición fundamental de existencia. Es decir, siempre debe existir un conflicto en la sociedad, una cuestión antagonista por la cual sea necesaria la actuación del poder, se trata de la tensión necesaria entre intereses diferentes donde aquel que logre entenderlos, es quien tendrá la capacidad de decidir, influir, o imponerse sobre otros. Por ello, lo político es la potencialidad del conflicto, que requiere ser expresado a través del poder. 

La política, en cambio, es la concreción práctica de lo político, es el campo institucional donde se disputa y se ejerce el poder: ya sean los partidos políticos, programas de gobierno, leyes, administración pública, instituciones, etc. Estas deben tener relación con las propuestas que han llevado al actor populista a ejercer su función gubernamental. 

El populismo no se trata de una ideología sin más, sino como una forma de integrar lo político y la política. En lo primero, crea típicas narrativas como el “pueblo vs la elite”, los “pobres vs los ricos”, “el indígena vs citadinos”, las formas culturales y simbólicas acordes al contexto social presente; en el caso boliviano, se creó la narrativa entre la “renovación política vs la vieja política”. En la política, si bien aún no se ha asumido el rol de gobierno, pero se esperaría que, se ejecute esa narrativa populista en políticas públicas, estilos de comunicación y decisiones institucionales. 

El populismo, no es un modelo de hacer política, en todo caso sería como un medio de hacer lo político, es un método discursivo y práctico para ganar legitimidad y poder de gobernar. Es una ideología cambiante-fluctuante y constante que, primero permite hacerse de ideologías que tienen legitimidad en un momento determinado, y constante, porque siempre va a existir, nunca dejará de operar. Es claro que puede ser usado tanto por la izquierda (redistribución, justicia social) como por derecha (nacionalismo, antiinmigración). Su fuerza se encuentra en lo político (la narrativa), pero su permanencia depende de la política (cómo se traduce eso en gobierno).

Contexto y encantamiento populista boliviano

Las elecciones generales del 17 de agosto en Bolivia, generó sorpresa y desajuste respecto a las encuestas (dicho sea de paso, encuestas dudosas), pese a eso, nunca se logró denotar que el perfil de R. Paz y E. Lara, serían serios candidatos. ¿Acaso se trata de un trabajo hormiga y silencioso que nadie vio o entendió? Se trataría de una característica populista actual, que genera diversos significados en las cuestiones sociales, culturales y políticas, a través de las redes sociales, “Desde esta perspectiva, se trata de un tipo de performance política en función de la cual se construye un personaje público a partir de una serie de marcadores estilísticos y del comportamiento (ropa, tipo de discurso, acentos, gestualidad) en la autopresentación” (Casullo, 2019, p. 39)

Ahora bien, Bolivia vivió una derrota histórica del M.A.S., con dos décadas de hegemonía, que se terminaron a causa de: 1) carencia de candidatos populistas en sus filas, 2) imposibilidad de desarraigarse del pasado histórico desgastado de Evo Morales, 3) división interna de la izquierda en el M.A.S., y, sobre todo, 4) como causantes de la crisis económica y social del país, llevando a la pérdida de legitimidad y por ello, carecían de algún candidato populista (esta es la relación con el punto 1). 

La cuestión del encantamiento populista comienza con una primera narrativa que ya se impregnó en la ciudadanía, con una supuesta campaña electoral austera, en la que solo se invirtió Bs.- 200, mientras sus rivales destinaban recursos mucho mayores. Este discurso posiciona el primer conflicto propio del populismo, pone la tensión entre “la élite y el pueblo”. Lograron que la población que realmente siente los efectos de la crisis económica vea a los demás candidatos como parte de aquella élite con incapacidad de tener conciencia sobre las carencias económicas “del pueblo”. Esto nos lleva a un referente comparativo de cómo funciona el populismo, que versa sobre la campaña de Javier Milei el 2023 en Argentina, donde se introdujo cierta narrativa: la utilización de estrategias de comunicación directa basada en las redes sociales y sus apariciones en medios de comunicación generando polémica y debate; actos públicos que generaban un ambiente mediático; caravanas que permitieron la interacción con sus votantes; y que no hubo necesidad de aspectos materiales como panfletos o banners. 

Segundo encantamiento: el binomio R. Paz y E. Lara, se presentó como una narrativa regeneradora, bajo lemas como “cambio de sistema político”, “capitalismo para todos”, “luchar frente contra la corrupción” y “economía que sirva a la gente, no al estado”. Esto llevó a capitalizar el descontento en sectores informales y populares, incluyendo a la población evangélica ¿a caso se trata de un arrastre que copto los votos del excandidato Chi Hyun Chung en pasadas campañas electorales?, esto permitió en un principio entender que se trataría de un factor positivo, alejar a la gente del M.A.S. del establishment. Estas narrativas, llegan a tener en la realidad contradicciones, primero con el plan de gobierno del P.D.C. si uno se pone a revisarlos, y segundo, se trataría supuestamente de candidatos provenientes del M.A.S inscritos en las listas del P.D.C. para la formación del órgano legislativo. Generando cierta susceptibilidad, si realmente se pudo deshacer Bolivia del M.A.S., o si se tratase de un masismo encubierto. 

El tercer encantamiento surge por el bagaje histórico de Jorge Quiroga Ramírez (Tuto), candidato a la presidencia por Alianza Libre, que jugó en su contra. Si bien el discurso de renovación puede parecer en referencia a Rodrigo Paz contradictorio, porque es evidente que es un actor con un alto bagaje político, incluso con casos controvertidos en sus funciones públicas, la marcada diferencia está en que esta trayectoria, el alcance y la frecuencia que tiene se encuentra limitado a lo local (es decir, solo la gente de la ciudad de Tarija logra comprender su peligrosidad populista) siendo determinante en términos valorativos de quien es el “menos peor” para ejercer el cargo. Ahora bien, esto ha ido y puede continuar cambiando, al pasar de los días con el manejo de la información que viaja rápidamente, la gente comienza a cuestionarse lo que en el primer momento parecían individuos desconocidos. Sin embargo, “el peso negativo” caería sobre Jorge-Tuto-Quiroga, quien trae consigo una trascendencia política mayor, que lo sitúa en una “vieja o tradicional política”, de la cual, el M.A.S. se ha encargado a lo largo de su trayectoria de desfavorecer a los movimientos de Derecha, teniendo como efecto de forma inconsciente el rechazo sobre Quiroga, porque sería el representante más relevante y contradictorio de las políticas de izquierda. Principalmente, se lo identifica a partir de una carga histórica negativa que tuvo al inicio del nuevo siglo siendo presidente, donde “tuvo la oportunidad de cambiar el país y no lo hizo” o por pertenecer a un gobierno de un exdictador (H. Banzer). 

En la siguiente entrega se explorará más sobre el populismo una vez conocidos los resultados de la primera vuelta de las elecciones generales.

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