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Freedom Writers: inteligencia emocional y fracaso escolar desde una perspectiva psicoeducativa

Publicado en

Por: Fabricio Doldán

País:Argentina

Freedom Writers (2007), o en su título en español Escritores de la Libertad, es una película dramática dirigida por Richard LaGravenese y protagonizada por Hilary Swank, Scott Glenn, Imelda Staunton y Patrick Dempsey. Esta trata acerca de una profesora ejemplar y recta que ingresa a una nueva institución educativa. Esta escuela, está inmersa en un clima de hostilidad generalizada producto de las batallas pandilleras, la droga, los conflictos con la policía y las luchas étnicas y de clases. A pesar de todo, la profesora Erin Gruwell logra encontrar la forma de unir a su grupo de estudiantes en torno a los valores del trabajo en equipo, la igualdad racial y el esfuerzo, provocando así un verdadero cambio en los modos de afrontar la vida y relacionarse socialmente por parte de los alumnos. Cabe aclarar que la película está basada en una historia real. 

Sintetizada la película, ahora pasaré a relacionarla con los diferentes textos y trabajos académicos estudiados en este segundo tramo de la materia. 

La importancia de la inteligencia emocional en la educación de los jóvenes

No cabe duda de que vivimos en una sociedad muy conflictiva, esto se visualiza de gran manera en la película: grupos pandilleros en constante conflicto, problemas familiares vinculados a las adicciones, personas en situación de calle, luchas étnicas y raciales… Pero en la ella notamos cómo es que una simple profesora logra unir a esas personalidades conflictivas y presuntamente muy diferenciadas a partir del apoyo y la confianza en ellos. Por lo tanto, ¿qué tal si comenzamos nuestro análisis desde el interior de los sujetos? Lo que las autoras Ana María Fernández-Martínez e Inmaculada Montero-García (2016) estudian es que la inteligencia engloba diferentes capacidades cognitivas, entre ellas, la dimensión emocional, afectiva y social: la inteligencia emocional (IE). La IE abarca cinco competencias y desafíos: el autoconocimiento emocional, el control de las emociones, la automotivación, el reconocimiento de emociones ajenas y el control de las relaciones (p. 55). Es así que el sistema emocional es un potenciador de la inteligencia, además de ser fundamental para la realización personal y el alcance de la felicidad de cada persona. La IE permite adaptarse mejor a la sociedad, lograr comunicaciones más eficaces y amables, la motivación personal, el lograr objetivos y resolver conflictos, el ser empáticos, etc. En conclusión, nos permite formar nuestra responsabilidad y trabajarnos a nosotros como personas de una manera integral (p. 57). 

Es así que los alumnos, con el apoyo incondicional de la profesora, logran superar sus conflictos y alcanzar sus objetivos tanto sociales como académicos. Esto a su vez posibilita que los alumnos se vayan tornando emocionalmente más inteligentes, “teniendo más confianza en sí mismo y sabiendo automotivarse y controlarse más” (Fernández-Martínez y Montero-García, 2016, p. 59). 

Las autoras citadas proponen varias técnicas para el desarrollo de la IE, es interesante que dos de ellas sean utilizadas por la profesora de la película. La primera es el fomento de las habilidades sociales a partir del trabajo en equipo, los encuentros interpersonales y la mejora de la comunicación. En la película, en un determinado momento, la profesora pega una cinta en forma de línea dividiendo el aula, y cada vez que ella diga cierta afirmación, los que se sientan identificados con ella deben adelantarse a la línea. Esto provocó una mejora del diálogo y el sentirse semejante a otro que también se adelantó a la línea. La otra técnica consiste en la lectura de literatura y la identificación con los personajes. Para ello, la profesora decidió trabajar el Diario de Anna Frank, buscando provocar e incentivar en sus alumnos el sentimiento empático y la solidaridad, entre otros valores.

El fracaso escolar, el problema del método y la educabilidad

A la profesora se le presentan trabas para desarrollar su método de enseñanza, tanto como sociales (sus superiores no la apoyan) como burocráticos y económicos (no existe un buen financiamiento para con la institución). Sus superiores consideran que sus estudiantes, por el simple hecho de ser pandilleros y pertenecer a las clases sociales marginadas, no pueden alcanzar un cierto nivel académico. Pero esto en realidad es falso, ya que primero hay que lograr y potenciar la “adaptación social del individuo” (Fernández-Martínez y Montero-García, 2016, p. 58), ayudarlos, darle el apoyo oportuno y la escucha necesaria, no todo recae en el alumno. 

Estas cuestiones las trae a debate Baquero (2001), que recupera la insistencia comeniana de no sospechar inicialmente de la naturaleza imperfecta del alumno, sino también del método de enseñanza. Es decir, el problema de la educabilidad, entendida en términos escolares, se relaciona sobre la relación del sujeto con el dispositivo de enseñanza que se le es propuesto: “la educabilidad se define en la relación educativa misma, no en la naturaleza del alumno” (Baquero, 2001, p.7). Esto también lo recupera Terigi (2009), haciendo un poco de historia: “Frente a la masividad del fracaso la interpretación podría haber volcado la sospecha sobre la escuela. (…) Sin embargo, la sospecha se volcó sobre los sujetos y el fracaso fue interpretado durante mucho tiempo desde un modelo patológico individual” (p. 27). Kaplan también sentencia (1992): “Encontrar en ellos la única explicación de los éxitos y fracasos de alumnos es evitar la autorresponsabilización” (p.2)

También, recuperando a Vigotsky, Baquero (2001) sostiene que, ante un masivo fracaso académico, habrá que dejar de sospechar de las capacidades y debilidades de los alumnos, y repensar las condiciones de la educabilidad. Esto es justamente lo que pasa en la película, hay grupos o “salones” en el que están los alumnos y alumnas que se prevé que no avanzaran ni se graduaran, pero, con la ayuda de la nueva profesora, logran salir adelante con sus tareas y avanzar de año, dejando atrás los prejuicios racistas y clasistas de los superiores de la escuela. 

El problema de la violencia

La violencia en la película es generalizada, tanto dentro del aula como fuera de ella persisten muchos eventos conflictivos, delictivos y agresivos. Por cualquier mínimo comentario inoportuno, aunque intencionado, se desata una contienda dentro del aula, sin importar qué superior esté a cargo. Hay un gran problema de convivencia escolar, los alumnos parten de un desencuentro básico diría Greco (2002). Para lograr que los alumnos puedan relacionarse pacíficamente dentro del aula se debe construir una convivencia escolar democrática, condición primaria, además, para la enseñanza y el aprendizaje. Pero para ello debemos partir de las bases del reconocimiento y el respeto de las diferencias, pero, también, de la existencia de un necesario marco regulatorio institucional que se explicite a través de normas de convivencia. Al tener en cuenta estas consideraciones, es inevitable destacar que se debe dejar de lado la mirada individualizadora que recorta al “alumno problema” (Greco, 2002) del problema global, culpabilizándolo y castigándolo como único responsable, es decir, al analizar y problematizar estos casos de violencia no se debe perder de vista las situaciones en donde esta violencia se produce. En la película, los superiores de la profesora buscan hacer recaer la culpa y el origen de la violencia entre los alumnos únicamente en su carácter de clase, pandilla y raza. Aquí la diversidad se naturaliza, para mal, a partir de un ideal de alumno: el alumno normal, callado, pacífico, estudioso, como bien explica Baquero (2001). Además, se esperan logros diferenciados a partir de su condición social, racial, étnica, de género, etc. (Terigi, 2009). En cambio, la profesora logró crear un ambiente educativo pacífico, fundado en el respeto, que promueve de gran manera la convivencia, logrando así que sus alumnos dejen de violentarse sin motivo dentro de sus clases. 

Pero esto, la profesora lo logró a partir de la idea de que no es posible convivir con el otro sin considerar y atender a sus necesidades, preferencias, posibilidades, límites, tal como plantea Greco (2002). La profesora consiguió cuadernos en blanco en donde cada alumno todos los días debe escribir cualquier cosa que se le venga a la mente, un intento de diario íntimo. Ella también propuso que, los que quieran que ella lea detenidamente sus diarios, los dejen en tal armario. Increíblemente, todos los cuadernos se encontraban en su armario al día siguiente: los alumnos quieren y necesitan ser escuchados, encontraron en la escuela ese ámbito donde sus problemas son procesados en vez de obstaculizados aún más, como considera Greco (2002), además de ser posibilitada la tolerancia a “la incertidumbre y la contradicción” (Demaría, 2014, p. 248). 

Pensar la confianza

La profesora logró lo que logró a partir de la creación de un nuevo contrato simbólico fundamentado en la confianza y en la escucha. Demaría (2014), reseñando a Levy (“De la red al aula” en Rascovan, Levy y Korinfeld, 2014), deja en claro que la construcción de un lazo respetuoso, que aborde la diversidad y siente las bases en el respeto y la escucha, es fundamental para posibilitar el proceso de apertura a la otredad. Pero para ello se debe construir un espacio de interlocución democrática, que reconozca esa otredad y despatologice a los alumnos.

Pero esto no significa que el profesor y el alumno se consideren como semejantes, en términos de autoridad y poder, sino que los alumnos deben acostumbrarse a esa diferencia de poder para con el maestro, pero teniendo en cuenta que este reconocimiento de la autoridad no debe negar el derecho a los alumnos a participar de la organización de la clase (Kaplan, 1992). Además, esta asimetría del poder y la autoridad permite que el joven tenga confianza en el adulto (Levy, en Rascovan, Levy y Korinfeld, 2014). 

Para concluir

A modo de conclusión, quisiera referirme a la necesidad de repensar el fracaso escolar. Este no recae únicamente en el alumno, sino que está condicionado por los contextos sociales de proveniencia del alumno, su vínculo afectivo hacia la sociedad, la convivencia en el aula, su inteligencia emocional, el método de enseñanza aplicado, el clima social, entre otros factores. Debemos dejar de patologizar a los alumnos y remarcar su error a partir de su naturaleza social, económica, étnica, etc. y debemos devolverle un poco de responsabilidad al docente y al contexto en donde el proceso de enseñanza y aprendizaje es desarrollado. 

Referencias

Baquero, R. (2001). La educabilidad bajo sospecha. Cuaderno de pedagogía Rosario, 4(9), 71-85. 

Demaría, V (2014). Reseña del Libro Korinfeld, D. & Levy, D. & Rascovan S. “Entre adolescentes y adultos en la escuela. Puntuaciones de época” – Buenos Aires, Paidós, 288 pág. INFEIES – RM, 3 (3). 

Fernández-Martínez, A. M. & Montero-García, I. (2016). Aportes para la educación de la Inteligencia Emocional desde la Educación Infantil. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 14 (1), pp. 53-66.

Greco, M. B. (2002). Sobre desencuentros y reencuentros. Fracaso escolar en cuestión, El (43), (43), 71. 

Kaplan, C. (1992). Buenos y malos alumnos. Descripciones que predicen

LaGravenese, R. (Director). 2007. Freedom Writers [Película]. Paramount Pictures. 

Rascovan, S., Levy, D. y Korinfeld, D. Entre Adolescentes y Adultos en la Escuela. Puntuaciones de época. Editorial Paidós (2014). Praxis Educativa (Arg), 18(2). 

Terigi, F. (2009). El fracaso escolar desde la perspectiva psicoeducativa: hacia una reconceptualización situacional. Revista iberoamericana de educación, 50(1), 23-39. 


Fabricio Paul Doldán es un estudiante argentino nacido en el año 2001. Actualmente se encuentra estudiando la Licenciatura en Ciencias Políticas en la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP) y el Profesorado de Lengua y Literatura en el Instituto Superior de Formación Docente Nº19 (ISFD19). Por otro lado, se encuentra también realizando la Diplomatura en Psicopolítica y Transhumanismo de la Universidad Abierta Interamericana (UAI). Además de sus compromisos académicos, es un proactivo lector de la historia política y económica, como así también de la literatura canónica en sus diferentes períodos.

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