Escasez, sociedad y el camino hacia el progreso
Inspirado en el paper de Gabriel Zanotti “La filosofía política de Ludwig von Mises” y el disco de Jorge Drexler “Tinta y tiempo”. Sobre la cooperación social, la guerra y la paz.
Intrépidas e inoportunas las células que por instinto y/o por amor se juntaron por primera vez. Simple fue el acto de unión, pero increíblemente trascendente. Suficientemente trascendente como para generar la vida como la conocemos, la posterior evolución del ser humano y de las especies de seres vivos con las que este convive.
Escasez y sociedad
Los conflictos nacen en una sociedad donde hay escasez. Estos conflictos pueden resolverse mediante la cooperación o la violencia.
Determinados animales para solucionar el problema de la escasez se matan entre sí. Estos seres, a pesar de su complejidad, no ven otra alternativa. Su inteligencia no les permite ver ningún tipo de beneficio en la cooperación como medio para resolver su problema de escasez.
Algunos animales sí cooperan, pero lo hacen a instinto. Estas sociedades animales que funcionan con base en instintos, no ven el componente racional de su cooperación, su comportamiento viene “impreso” en su código genético.
Ahora, ¿el ser humano a qué tipo pertenece?
¿Pertenecemos a una sociedad en la que solucionamos los conflictos mediante cooperación o violencia? ¿Si somos una sociedad cooperadora, es esta cooperación un comportamiento que existe gracias a un código genético?
Bueno, a vista inmediata, la historia parece dar a entender que somos de los que solucionamos la escasez (o sea, los problemas en general) mediante el uso de la violencia. Nos matamos entre nosotros desde que hay historia escrita. Entramos y salimos de guerras para poder así entrar en otras guerras nuevas.
Pero, ¿cabe el ser humano en este tipo de clasificación? ¿Es el ser humano un ser por naturaleza guerrero?
Cooperación social
Antes de responder esa pregunta, debemos responder qué es la cooperación social. La cooperación social es el comportamiento que toma la sociedad, de una manera contraria a la guerra/violencia, para así solucionar la escasez. La cooperación social nace de la acción y de una sociedad en la que hay escasez, porque en una sociedad en la que no existe la escasez, no cabría actuación alguna. Por lo tanto, también entendemos que en un intercambio, la persona valora más lo que va a recibir que lo que está dando a cambio, y es de este intercambio de resultado fortuito para ambas partes, donde nace el mercado. Porque el mercado, a pesar de la creencia popular, no es un intercambio en el que las dos partes valoran por igual las cosas intercambiadas, porque en ese contexto, el ser humano no actuaría.
El mercado es fruto de la cooperación social ya que, el ser humano, en una voluntad de acción, intercambia bienes y servicios con otros en un ambiente de mutuo respeto y paz. Esto es así, porque entiende que intercambiando/cooperando puede obtener mayores y/o mejores bienes para ambas partes (ley de costos comparativos). Esto va contrario con la idea de que el mercado es un juego de suma cero o de suma negativa, en la que si alguien gana es porque otro pierde (Dogma Montaigne).
Guerra y cooperación
Al contemplar la sociedad, vemos que tanto la cooperación como la guerra están a la par. A la par de destrucción y a la par de construcción.
¿Qué quiero decir con esto?
Que en cuanto el ser humano entra en guerra, este se ancla a un proceso de autodestrucción tal que las instituciones (comportamientos pautados de la sociedad, utilizados para reducir la incertidumbre inerradicable del futuro) sufren una descoordinación tal que atrasan (no solo materialmente, sino que moralmente también) a la sociedad. Con atraso me refiero a la corrupción que sufren las instituciones como la moneda, la familia, el derecho, y muchas otras instituciones que ayudan a la civilización.
En cambio, cuando la cooperación social reina, este se libera, lo que genera que las instituciones se fortalezcan y su capacidad dinámica se incremente, ayudando a la humanidad a progresar.
Pero no siempre entramos en guerra por recursos. Podríamos decir que la mayoría (por no decir todas) las veces que el ser humano ha entrado en guerra (esta, entendida como un conflicto grave entre dos o más grupos humanos) ha sido por ideales.
Esto da a entender que, igualmente, aunque guerreemos, el ser humano es un animal social. Un animal que mediante la cooperación construye a la civilización.
Entonces, si el ser humano es un ser social, ¿Qué lo convierte en tal?
A mi entender, Mises dice que el ser humano es socialmente diferente según las etapas de su evolución. Y gracias al desarrollo de su inteligencia, en un momento dado, pudo darse cuenta de que, si cooperaba con sus pares, podía obtener más de lo que obtendría si hace la labor por sí mismo. O sea, pasamos a comprender que la división del trabajo nos proporcionaba un marco óptimo para la solución de los problemas de la escasez.
En palabras de Mises: <<la labor realizada bajo el signo de la división del trabajo resulta más fecunda que la practicada bajo un régimen de aislamiento y, de otro, el que la inteligencia humana es capaz de reconocer esta verdad>>. (pp. 174. La Acción Humana).
De la guerra a la cooperación social
La evolución, por lo tanto, consiste en el paso de la guerra a la cooperación social.
El comercio, visto como una acción de intercambio, llevadas a cabo tanto por individuos como por organizaciones, es civilizador. Como ya sabemos, Mises llama a este proceso “cooperación social”. Y es más que una mera concepción económica. Es una concepción humanista y pacifista, que intenta dar a entender que la verdadera virtud del ser humano, que la verdadera fuente civilizadora es el comercio. Que la guerra tiene tan solo un espíritu destructivo y, que a pesar de que la sociedad actual tenga un sentimiento belicista bastante fuerte, no es de ella de la que se deriva la sociedad. La guerra es tan solo un retraso en el proceso civilizador.
Al comprender estos puntos, podemos luego analizar las distintas cuestiones de la política económica y los medios que toma el estado para una supuesta consecución de fines a los que erróneamente llaman y califican de «sociales».
Regular los precios, es un comportamiento violento que, en vez de ayudar a la sociedad, la destruye. Porque interviene en el proceso de cooperación social, lo que provoca dilapidación de las instituciones que engloban su consecuencia.
Lo mismo con el manejo de la moneda. Al controlar la moneda y perjudicarla a su antojo, el estado lo único que hace es deteriorar la cooperación social, creando una descoordinación que afecta a la institución del dinero como tal. Lo que, a su vez, afecta en gran medida a la sociedad.
Lo mismo pasa con el hecho de controlar y manipular el lenguaje. Cuando en realidad ignoran, que el lenguaje es una institución social, espontánea y evolutiva (#EndTheRAE).
La propiedad
La propiedad tiene un factor clave en la cooperación social. Ya que, al tener propiedad privada, tenemos la plena disposición de la cosa con la cual estamos dispuestos a cooperar. Lo que nos va a ser de gran utilidad para poder realizar pacíficamente el intercambio y hacernos valer de la practicidad de la división del trabajo.
El tema de la propiedad es un tema extenso que amerita un nuevo artículo al respecto. Pero lo que hay que entender es que, sin propiedad privada, directamente no hay propiedad de uno mismo, por lo tanto, no cabe oponer mayores objeciones en este artículo.
Estado y cooperación social
La cooperación social se expande o se contrae a la par con el poder político (accionar violento de tipo sistemático). O sea, entre menos el estado intervenga, de mayor cantidad y calidad serán las relaciones dentro de una sociedad.
Gracias al comercio, podemos ver como dos o más personas de culturas y creencias metafísicas completamente distintas pueden cooperar armoniosamente para la consecución de un bien en común. Eso deja en evidencia la inutilidad y sin sentido de ideales nacionalistas que pretenden hacer creer (por medio de la magnificación del estado) que las personas de tal nación son mejores a otras por el simple hecho de haber nacido en un lugar distinto.
El estado en su uso del monopolio de la fuerza coactiva, no entra en cooperación social. Esto es así, debido a la propia naturaleza de sus ingresos, a saber: sus bienes no provienen de un intercambio voluntario, sino de la propia obligatoriedad. <<O pagas los impuestos o te meto preso>>.
Conocer esta naturaleza esencial nos permite comprender por qué el estado al introducirse en la cooperación social (o sea, en la propia sociedad o economía) genera disparidades y conflictos.
Estas disparidades son más que mera ineficiencia estática de tipo Paretiana. Estas disparidades son recursos desperdiciados, recursos mal invertidos, escasez no suplida, etc. Son problemas que generan en la sociedad conflictos más allá que números rojos en una pantalla, son problemas muy delicados, como la desocupación, la pobreza y el hambre.
¿Por qué ocurre esto? Por una mera cuestión de información. Los entes gubernamentales no son capaces de generar y cuantificar la información suficiente para obtener un fin coordinador a sus mandatos. Debido a la naturaleza creativa del ser humano, en la que sus fines y valoraciones, aparte de ser inmensurables, cambian continuamente.
Camino hacia la prosperidad
El camino hacia la prosperidad parece confuso, todos quieren estar mejor, pero siempre se difiere en la forma de lograr ese mejor.
Sabiendo estás cuestiones que tratamos antes, podemos ilustrarnos y comprender, al menos en su esencia, cuál es el factor primordial que le permite a la civilización y a la paz ser lo que son. Ese factor es la cooperación social.
La cooperación social es parte del ser humano, como lo son su creatividad empresarial y la incertidumbre inerradicable del futuro.
Para lograr la paz necesitamos entender que los guerreros y conquistadores no eran los civilizadores, que los civilizadores eran los comerciantes; los mercantiles. Así como también, entender que, para hallar paz en nuestra familia, necesitamos saber que nuestra casa es nuestra casa y que mañana no habrá ningún monopolizador de violencia que “por bien común” este dispuesto a expropiarnos (propiedad privada).
La paz solo se consigue en la cooperación, cooperación que es posible solamente si sacamos de lado a los medios políticos (medios por naturaleza violentos) y nos enfocamos en los medios económicos; los medios económicos no son más que las instituciones que hacen posible la vida en sociedad y que nacen gracias al simple actuar humano.
Actuar para mejorar
La cooperación social es un simple acto humano de amor. Un acto de amor hacia la humanidad, un acto de valentía. Así como esas dos células que cooperaron para crecer y que consecuentemente generaron, sin darse cuenta, el amor. Esas dos personas que eligieron la cooperación social por primera vez, generaron, sin darse cuenta, la sociedad.
Mejorar es un acto de amor. Mejorar es elegir la cooperación por sobre la violencia; elegir la civilización por sobre la guerra. Y a eso debemos apuntar. La batalla cultural es la continua lucha de debatir en favor de la cooperación social. Y como lo podemos observar, la batalla es inmensa y nos tomará como mínimo una vida.
Argentina con la victoria de Javier Mieli ha decidido apuntar hacia la cooperación social, pero eso es solo el primer paso.