Por: Fabricio Doldán
País: Argentina
En el transcurso de la historia, la evolución de la ciencia política ha sido continua. El objeto
de análisis, las técnicas y los métodos han ido cambiando con el correr del tiempo. En un
principio, desde los análisis clásicos del propio Aristóteles hasta Maquiavelo y Weber, el
objeto del análisis político era el poder, precisamente: “las modalidades de adquisición y
utilización del poder, su concentración y distribución, su origen y la legitimidad de su
ejercicio” (Pasquino, 2004, p.12). Con la necesidad de análisis en función de los procesos de
construcción nacional que se debían estudiar y pronosticar, el poder, en tanto objeto de
estudio, ha sido sustituido por el Estado. En estos estudios, surgen dos tradiciones analíticas
clásicas: la tradición anglosajona, que pone la atención en los procesos sociales más que en
las configuraciones estatales; y la tradición continental, que analizaba las estructuras estatales
reales de estudios institucionales. Llegando a los siglos XIX y XX, el nazismo y el fascismo
imposibilitaron las reflexiones políticas. Pero son estos mismos procesos, en paralelo al
estalinismo y después al New Deal, los que requirieron de un análisis particularmente
politológico e hicieron resurgir a la ciencia política.
A partir de los análisis de la antropología política en torno a las sociedades sin Estado pero
con política, el objeto de estudio de la ciencia política se transfiere del poder y el Estado a la
política misma. Aquí es donde David Easton propone el análisis sistémico de la política
(Pasquino, 2004), definiendo a la política como una actividad de “asignación imperativa de
valores para una sociedad”. Esta definición, dejaba en claro que no era necesaria una
coincidencia con una forma organizativa en particular, como por ejemplo un Estado. En su
relación con el conductismo, Easton pretendía ir hacia una búsqueda de los elementos que
hagan al análisis de la política lo más científico y teórico posible. El conductismo político
hace énfasis en la necesidad de observar y analizar los comportamientos concretos de los
actores políticos.
Por otro lado, los autores Almond y Powell, criticando a los estudios politológicos de
finales de los años cincuenta, proponían pasar a los estudios comparados y del desarrollo
político, con el objetivo puesto en comparar los sistemas políticos y analizar sus diversos
procesos de formación, funcionamiento y cambio (Pasquino, 2004). Lo que estos autores le
reprochaban a los estudios de los años cincuenta era: su provincialismo, ya que solo
estudiaban unos pocos sistemas de Europa Occidental; su reducción a la mera descripción
(descriptivismo); y su formalismo, es decir, su excesiva atención a las variables formales, que
dejaba de lado todo el funcionamiento real de los sistemas políticos. A través de la
combinación de un objeto, el desarrollo político, un cambio analítico, la política comparada,
y un método de estudio, el método comparado, en los años setenta ocurre un giro en los
estudios politológicos.
En adición, otros enfoques han sido la cuantificación y la ciencia política empírica, los
análisis aplicados (las llamadas policy studies) y la ingeniería política. A estos enfoques se
les ha hecho la crítica de que no contemplan una teoría general en sus análisis.
A pesar de que Pasquino hable de la moda que existe sobre hablar de una presunta “crisis
de la política y de las ciencias sociales”, el autor afirma que los politólogos contemporáneos
están en disposición de dominar de gran manera la complejidad de los sistemas políticos
actuales. Además, la ausencia de una hegemonía en el campo de los diferentes paradigmas y,
por lo tanto, la presencia de una gran diversidad de perspectivas colabora con el
enriquecimiento de los estudios politológicos y la expansión de las investigaciones. Por su
parte, D´Alessandro (1999) habla de una complejización de las ciencias sociales, refiriéndose
a que ha aumentado su capacidad y posibilidad de describir el mundo desde teorías
diferentes, obligando la discusión entre teorías. Para el autor, las consecuencias de las
ciencias sociales son particularmente políticas, ya que modifican comportamientos. De esta
manera, el politólogo, a partir de la filosofía, la estadística, la economía, las investigaciones
cuantitativas y cualitativas, la epistemología etc. se ha convertido en una especie de
“todólogo” capaz de acercarse al mundo conscientemente por diferentes recortes de la
realidad social. D´Alessandro incentiva a los estudiantes de ciencias políticas a mirar a las
realidades en términos de problemáticas, con el norte puesto en sus próximos intentos de
resolución.
Bibliografía:
D´Alessandro, M. (1999). Algunas notas introductorias sobre la ciencia política.
POSTData, 1(5), 61-72.
Pasquino, G. (2004). Naturaleza y Evolución de la Ciencia Política. En I. Pasquino, G.
Nuevo curso de Ciencia Política (pp. 11-37). México: Fondo de Cultura Económica.
Fabricio Paul Doldán es un estudiante argentino nacido en el año 2001. Actualmente se encuentra estudiando la Licenciatura en Ciencias Políticas en la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP) y el Profesorado de Lengua y Literatura en el Instituto Superior de Formación Docente Nº19 (ISFD19). Por otro lado, se encuentra también realizando la Diplomatura en Psicopolítica y Transhumanismo de la Universidad Abierta Interamericana (UAI). Además de sus compromisos académicos, es un proactivo lector de la historia política y económica, como así también de la literatura canónica en sus diferentes períodos.