En esta tercera parte la hipótesis que se plantea es que, el populismo se presenta como una herramienta eficaz que logra conectar con sectores de la población, cansados y hastiados de la política tradicional, como se vio en la primera parte de este escrito. Por ello, su éxito dependerá en primera instancia del liderazgo de una figura política-mediática (en el caso boliviano de dos, más enfocada en el candidato a la Vicepresidencia E. Lara) que logre congeniar con diferentes sectores de la sociedad; y en lo político, se traducirá en respuestas directas a las necesidades reales de la sociedad. Es importante destacar que estas inquietudes y/o críticas hacia los enfoques políticos tradicionales provienen de sectores críticos de izquierda y movimientos posmodernos progresistas, buscan supuestamente desafiar estructuras de poder, señalando desigualdades sociales y promoviendo un discurso de justicia social. Aunque en muchos casos, estas críticas pueden parecer contradictorias desde una perspectiva de las ideas de la libertad, resulta útil para los fines del presente escrito tomarlas en cuenta. Esto se debe a que, en muchos casos, los líderes populistas provienen de la izquierda y utiliza recursos discursivos propios de esa ideología, sobre todo para movilizar masas y así ganar legitimidad. Obviarlos sería una torpeza académica, por tener cierto origen en estas mismas.
Bajo este enfoque, el populismo surge como una respuesta a las demandas populares, de sectores marginados o desfavorecidos (que actualmente son aquellos sectores marginados históricamente o de derechos diferenciados) que buscan ser representados por un líder que los encabece. Sin embargo, su relación con la democracia liberal es compleja, ya que se hace de la misma, para poder proyectar una supuesta mejoría si el aparato estatal estaría en sus manos, ya que al buscar representar “al pueblo” entra en conflicto con los principios liberales de los derechos individuales. Esta acción es ya conocida como socialismo del siglo XXI. Esto nos lleva a identificar una relación con la teoría de Carl Schmitt que en su obra “El concepto de lo político” nos indica que, la política se define por la distinción entre “amigos y enemigos”, por ello, en el contexto populista, este conflicto se traduce en un antagonismo: “el pueblo y la élite tradicional”, he ahí el riesgo sobre los valores liberales.
- Populismo eficaz
La construcción de un nuevo horizonte populista en Bolivia, que se encargó de escuchar las necesidades de la población, fue determinante, bajo una narrativa de “renovación”. No se promovió un proyecto ideológico tradicional, sino uno donde la emoción y la indignación prevalecieron: indignación con el sistema actual, bajo una imagen de cercanía, transparencia y renovación. Esto nos permite entender, como indica Casullo (2019) en cuatro teorías populistas:
1) “populismo como discurso” (Casullo, 2019, p.37): Permite moldear realidades y crear identidades, a través de la comunicación, símbolos o narrativas. Pues no busca en el fondo resolver los problemas económicos, políticos, ni sociales, sino sólo movilizar y legitimarse a través de sectores específicos de la sociedad, haciendo la diferencia entre “pueblo y elite”.
2) “poder personal utilizada por un líder personalista” (Casullo, 2019, p.38): El uso de su figura como héroe, con promesas económicas y sociales para consolidar su poderío personal (como bonos, subsidios, redistribución de la riqueza).
3) “populismo como una “ideología delgada” (Casullo, 2019, p.38): No se trata de una ideología cerrada como el socialismo, o el marxismo, nacionalismo, conservadurismo, etc, sino que, puede adoptar elementos de un lado y de otro sin conflicto, estableciendo enemigos a través de la moral, respetando la “voluntad general”. Por ello, su carácter fluctuante y constante del populismo le da una existencia eterna.
4) “enfoque sociocultural del populismo, y recalcar sus aspectos performativos” (Casullo, 2019, p. 39): Es la creación de identidad pública personal en las redes sociales y medios de comunicación del líder populista, desde su forma de expresarse, de comunicar, de indignar, hasta sus vestimentas particulares o representativas, siendo prácticamente un “performance” ejecutado en la comunicación que crea una identidad pública del mismo.
A partir de estas teorías descritas por Casullo, se puede interpretar que el populismo contiene una eficacia determinante, porque permite la movilización o accionar de la población y legitimación a través de símbolos, narrativas, que permiten un sentido de pertenencia. El líder populista se presenta como salvador del pueblo, un héroe carismático con promesas económicas y sociales fortaleciendo su vinculación con la gente. Su fluctuación ideológica que permite capitalizar muchos sectores sociales, le da la libertad de adoptar discursos o narrativas liberales, socialistas, marxistas, conservadores, nacionalistas, etc. Esto le permite ciertamente adoptar posiciones en diferentes contextos, generando con ello, su vigencia circular. Por ello, con el uso del “performance” se presenta en los medios de comunicación con una identidad de liderazgo que rompe con la tradicional forma de hacer política. Este fenómeno-populista- aparentemente eterno, nos debe obligar a cuestionarnos realmente: ¿sobre su efectividad, su uso correcto, o en su defecto su destrucción? (Algo que parece imposible).
Bajo estos aspectos descritos, el P.D.C., aperturó la figura “anti elitista” de E. Lara (candidato a la vicepresidencia), como ejemplos, se puede percibir cuando haciendo un llamado “al pueblo” a través de las redes sociales busca demostrar su legitimación, haciendo llamado de sus seguidores para que lo protejan de supuestas “guerras sucias” en su contra. Propuso también una reestructuración policial para terminar con la corrupción, apelando a su experiencia como ex policía, que le valió para poder conectar con la gente. Sin embargo, esto podría caer por su propio peso por ser contradictoria, ya que la corrupción tiene su existencia y por ende persiste conforme el estado crece, por ello, prometer mayor fuerza del estado para mejorar la funcionalidad del sistema no resuelve el problema de fondo.
Otro ejemplo del que nos podemos servir es, cuando promete libertad comercial y paralelamente promete incrementar bonos sociales en una situación de crisis económica, lo cual, sería insostenible a largo plazo. En este caso se puede percibir el cruce de ideologías: liberalismo en el comercio y socialismo en los bonos.
La campaña territorial fue una de las claves populistas: apostar por el contacto directo en áreas urbanas y rurales, tocando puerta tras puerta; movimiento en las redes sociales que a través Tik Tok Live permitió que la gente se sienta parte de un espacio político en común. Y con ello, a la vez, mandó el mensaje de producir un discurso de conciliación entre diferentes sectores sociales, con discursos de cambiar el modelo económico en favor de un “capitalismo inclusivo” y de lucha enérgica en contra la corrupción.
Con base a estos aspectos, se puede entender la eficacia populista que prevaleció en las contiendas electorales del pasado 17 de agosto en Bolivia, con la victoria sorpresiva del P.D.C. Este fenómeno-populista- que se suscribe a las características teóricas planteadas líneas arriba puede seguir siendo motivo de análisis conforme evolucione el panorama político.