El populismo como método de integración entre lo político y la política (Parte 2)

Más allá de la etiqueta “masista”

    Después de conocidos los resultados oficiales, a la espera de la segunda vuelta. Al inicio, se generalizó una supuesta “guerra sucia” sobre el candidato del P.D.C. Rodrigo Paz, que lo vincularía con Evo Morales y el M.A.S, porque la mancha política de una persona es muy fácil de ser perceptible en el tiempo. Y a la vez, se trataría de que supuestamente la lista oficial para la conformación de la cámara de senadores y diputados son afines al M.A.S. 

    Sin embargo, bajo un análisis objetivo ver dicho triunfo a una cuestión de un “masismo encubierto” es entrar en un reduccionismo. Puede parecer una teoría de conspiración (eso es algo que en todo caso haría el populismo) ya que en un supuesto afán de ponerse todos los masistas de acuerdo votarían por el P.D.C., eso nos llevaría a pensar que se trata de una misma lógica, un sentir común; es caer en un absurdo. Si realmente uno se pregunta sobre el populismo y su encantamiento (explicada previamente) puede ser uno de tantos factores para su entendimiento. También es importante poner atención en el rol de Jorge-Tuto-Quiroga (sacando de la ecuación a Doria Medina) en la contienda electoral, por tener un rechazo por una gran parte de la población, precisamente por su bagaje político, que sería motivo de otro análisis.

    A diferencia de Evo Morales como gestor del M.A.S., R. Paz y E. Lara, no se presentan como líderes sindicalistas, indigenistas, quizá más nacionalistas, pero en todo caso, se presentan como un rostro aparentemente nuevo, al menos para los demás departamentos del país, con discurso “regeneracionista”. A la vez, su compañero de fórmula, Edman Lara, al ser un supuesto actor “apolítico y mediático”, refuerza la idea de outsider, similar al rol que jugó Bukele con su narrativa “ni de izquierda ni de derecha, sino hacia adelante”. 

    Si bien la comparación puede parecer insulsa, pero en un sentido populista se lo puede entender como pasó en El Salvador, porque ambos encarnan un liderazgo disruptivo que rompe con las categorías tradicionales. Pues lo importante no es la similitud o coherencia ideológica que puedan llegar a tener, sino la eficacia narrativa, que permite tener una relación más cercana con el “pueblo cansado del sistema”. Pero nos debe llamar la atención que los líderes populistas tienen una tendencia a perpetuarse en el poder. El estilo político que se pretendió vender es el de un “outsider”, pero eso es algo sin sentido porque la larga carrera política de R. Paz, lo volvería en realidad un “insider”, por ello, esa etiqueta tiene que ver más, con la imagen proyectada de E. Lara: “Como parte de su estatus de político outsider, que no tiene nada en común con el establishment político, los líderes populistas suelen clamar que son novatos en política, una afirmación que les ayuda a distanciarse de las políticas impopulares de gobiernos previos y también de la corrupción y la incompetencia percibidas de los políticos en general.” (Mudde & Rovira Kaltwasser, 2017, p. 97)

    Ahora bien, Quiroga en cambio sí representa un reciclaje político. Aunque se presente como una imagen “del cambio seguro” incluso más racional, esta imagen se encuentra atada a un pasado cuestionado, al menos ideológicamente por parte de las izquierdas en Bolivia. Pero se preguntarán, ¿por qué es que, si le funciono a Rodrigo Paz el discurso de la capitalización, el libre mercado, si son propuestas peores que las de Quiroga, analizando su plan de gobierno? La respuesta es sencilla, porque la gente prefiere a “alguien nuevo”, con vocación populista, alguien que parezca el “menos peor” pese a que sus propuestas son más abstractas, contradictorias, menos convincentes, sin una verdadera estructura, e incluso su plan de gobierno tildado supuestamente de haber sido hecho con inteligencia artificial.  A diferencia de R. Paz y E. Lara, Jorge-Tuto-Quiroga, no puede venderse como outsider: su figura es institucional y conocida, lo que en contextos de crisis suele ser una desventaja, porque el populista aprovecha las situaciones difíciles para ganar legitimación. 

    Por ello es que, el populismo permite cruzar fronteras ideológicas y reducirlo únicamente al M.A.S.- creo que quedó más que claro y fundamentado- es un absurdo. Si bien estas fronteras pudieron atraer votos del M.A.S., también debe tomarse en cuenta que atrajo votos de aquellos simpatizantes sin ser necesariamente “masistas”. Pues el populismo, no solo se hace de aspectos ideológicos ajenos, sino que siempre se trata de una cuestión donde crítica el manejo de la cosa pública, indicando que lo haría mejor, es decir, con el discurso de renovación y mejor administración del estado captan la idea colectiva de que estos populistas tienen capacidad y valentía para poder afrontar las situaciones difíciles; por ende, se trata de un discurso que anima a votos anti establishment. 

    Entonces, se puede percibir que, el populismo actual, puede hacer uso indiscriminado de ciertas ideologías, como medio para perseguir sus fines. Es decir, el populismo es adaptable a cualquier ideología política que se encuentre habilitada para poder aferrarse a ello y comenzar a construir su poderío autoritario.  Por ello, es que C. Mudde y C. Rovira ven al populismo como una ideología delgada: “La principal fluidez se encuentra en el hecho de que el populismo emplea inevitablemente conceptos de otras ideologías, que no solo son más complejas y estables, sino que también permiten la formación de «subtipos» de populismo. (…) Por lo tanto, el populismo raras veces existe en una forma pura.” (Mudde & Rovira Kaltwasser, 2017, p. 24)

      El populismo puede ser una herramienta eficaz para movilizar a la ciudadanía y ganar poder, pero también pone en evidencia los riesgos de su vacío ideológico y su potencial para desestabilizar las instituciones democráticas liberales. Esto será objeto de análisis en la segunda parte del presente escrito. Ya que pretende ofrecer soluciones inmediatas a problemas estructurales, pues su carácter volátil y fluctuante lo hace inherentemente peligroso para las instituciones que, dicho sea de paso, terminarían por agigantar más el problema con efectos contraproducentes a los deseados. Por ello, únicamente centrar el peligro en una cuestión de un “masismo encubierto” puede terminar nublándonos de muchas otras cuestiones negativas que trae consigo el populismo del P.D.C. Esta victoria responde, en gran medida, a la capacidad de encarnar lo político- el conflicto, la identidad y la representación simbólica del pueblo- por encima de la política institucionalizada.

      Desde la perspectiva liberal, al menos, se entiende que, el populismo centra el poder y socava los principios fundamentales de una democracia liberal: la separación de poderes, el pluralismo político y los derechos individuales. Con ello, se relacionan los inconvenientes económicos insostenibles, que son superficiales que no abordan las causas profundas de los problemas bolivianos. Por tanto, el populismo posee siempre un atractivo metodológico de movilización social, “desafiando al sistema político tradicional” que al final termina convirtiéndose en parte de la política tradicional que tanto critica, por ser insostenible en el tiempo. Esto representa un riesgo de alta valoración sobre la estabilidad política interna y externa, y por su puesto, sobre la economía. Como tal, es fundamental que los ciudadanos y actores políticos mantengan escepticismo hacia las soluciones populistas y logren abogar por democracias liberales y un mercado libre que fomente el crecimiento económico sostenible.

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