El gran desafío de Argentina y el Liberalismo

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Autor: Eduardo Lema

Bolivia

En este proceso electoral, Argentina tiene la oportunidad de retomar “El camino abandonado” y dar un batacazo al peronismo y, su variante más actual pero igual de perversa, el Kirchnerismo.

El economista Javier Milei es, sin duda alguna, la mejor opción existente para cambiar la manera de hacer las cosas en el hermano país, con el reto enorme de implementar medidas de shock propias de contextos críticos como el actual, en temas sociales y económicos, tan entrelazados entre sí; a la vez que plantea una salida que tiene perspectivas muy esperanzadoras a mediano y largo plazo para Argentina y, por ende, para la región latinoamericana.

El debate político argentino sobre lo que se debe hacer es radicalmente distinto de lo que era hace unos 5-10 años y eso se debe a la gran labor de difusión y defensa de las ideas de la libertad que realizaron y siguen realizando grandes referentes intelectuales (algunos que actualmente participan directa o indirectamente en la política) que, aunque divididos hoy, se pusieron la camiseta en un contexto bastante adverso.

Por otro lado, el Liberalismo tiene una oportunidad sin precedentes para contar con un representante presidencial en la región.

Este importante hito, sin embargo, tiene elevados riesgos propios de la participación política: no resultar siendo lo que se esperaba, tanto en cuestiones de forma como de fondo, más aún cuando las ideas liberales —con las que llega Milei desde antes de su incursión como legislador— plantean principios innegociables muy elevados para “la política tradicional” como garantizar la independencia de poderes y frenar todo tipo de autoritarismos, apuntar a la reducción y eficiencia del Estado, liberalizar la economía en todos los sentidos (interna y externamente), y tener como eje principal la defensa de las libertades individuales y los principios democráticos, entre otros; lo que se traduciría hoy en día en mejoras en la calidad de vida de los ciudadanos, mayores oportunidades laborales y reducción significativa de la burocracia innecesaria y la corrupción en el país, como principales puntos a destacar.

Todo el avance de las últimas décadas mostrando y demostrando la superioridad económica, social, cultural y hasta moral del liberalismo podría irse por la borda ante un fracaso del muy posible gobierno de Milei, pero eso no implica que se deba abandonar tan necesaria batalla antes de darla. Esta oportunidad no se debería desaprovechar y hay gente decidida a mostrar lo mejor de sí, pese a todas las adversidades inherentes que esto representa.

La tarea de los demás liberales —que vemos de palco este asunto con mayor o menor cercanía— es la de mantener ahora, más que nunca, ese espíritu crítico y vigilante ante cualquier amenaza de la libertad, entendida como una sola, sin caer en los sesgos propios y naturales que esta incursión política de mucha afinidad puede representar. La defensa de las ideas de la libertad encara un nuevo compromiso que debe ser afrontado de la mejor manera posible y con la honestidad intelectual que nos destaca.

Como sabiamente destacó hace unos años el profesor Juan Ramón Rallo, sobre la importancia de que Milei, en su primeras apariciones como político, mantenga esa vida coherente y ejemplar con las ideas del liberalismo: NO PODEMOS MÁS QUE DESEAR MUCHA SUERTE EN ESTA NUEVA ANDADURA POLÍTICA Y QUE NO NOS FALLE.

Todos queremos lo mejor para Argentina, o al menos así parece, pero pocas son las ideas y las acciones que realmente pueden lograrlo: el liberalismo tiene la respuesta que se necesita para ello.

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