COVID19: Cuando la cura es peor que la enfermedad

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Si usted desea crear una escasez de tomates, emita una ley por la que los negocios no puedan vender tomates a más de dos centavos por kilo. Instantáneamente tendrá escasez de tomates.

Milton Friedman


Durante el siglo XVIII y hasta finales del siglo XIX el arsénico era parte de un tratamiento tradicional de la medicina china que servía para tratar enfermedades como la Malaria, la Sífilis o la Diabetes, se le conocía como Pi Shuang. Hoy sabemos que es altamente tóxico y que muchas personas murieron derivado del uso de ésta cura.

Otro ejemplo más familiar es el uso de Mercurio para atender la Sífilis, un tratamiento que resultó ser extremadamente mortal, acumulándose en el torrente sanguíneo y causando daño neurológico y posteriormente la muerte.

Tratamientos como éstos eran considerados por el grueso de la población como milagrosos, la respuesta a muchos de los problemas de salud comunes y que derivado de una avanzada pero aún inmadura historia de la ciencia médica, los intentos por enfrentar, tratar o curar diversas enfermedades terminaron siendo más mortales que las enfermedades mismas.

Los tiempos han cambiado pero no los modos, aun creemos en tratamientos que son peores que la enfermedad y cuando hablamos de nuestra economía y nuestra sociedad los daños generados por malos tratamientos pueden tener peores resultados en el largo plazo.

El Coronavirus es una amenaza real, para cuando el lector se enfrente a éste artículo en un par de meses encontrará que resulta irrelevante llevar la cuenta de las víctimas puesto que para entonces los casos confirmados y las lamentables pérdidas se actualizarán cada segundo y verá usted a los grandes expertos intentando encontrar causas y soluciones a la mayor crisis de la modernidad, serán cientos de miles sino es que millones, solamente en México.

Para el 14 de Abril, fecha en la que se escribe éste artículo llevamos más de 346,000 víctimas de las que no se han hablado lo suficiente – ni se hablarán en el futuro-.

Me refiero al primer síntoma de la cura defectuosa que estamos utilizando para combatir ésta enfermedad, el desempleo.

Los casos de desempleo tan sólo en México son ya superiores al número de casos por COVID registrados en todo el mundo los cuales se encuentran alrededor de 300,000, eso sin considerar el desempleo en los Estados Unidos, Asia, Europa y los reportes emergentes de nuestros vecinos en América Latina.

Del desempleo generado por la suspensión de las actividades económicas más importantes viene la reducción de la oferta disponible de bienes y servicios y, con un poco de mala suerte, un control de precios que como consecuencia generará una aún mayor escasez. Aparecen los mercados negros y para quienes tienen menor posibilidad de enfrentar la crisis – un poco más del 50% de la población en México y en general de América Latina – llegará el hambre.

El Estado como potenciador de la crisis

En la antigüedad fue escrito El Edicto de los Precios Máximos – edictumDiocletiani de pretiisrerum- en el año 301 d. C, su objetivo, como menciona el nombre, era el de establecer precios máximos para evitar la especulación y combatir la avaricia de aquellos que causan estragos los más necesitados ¿Te resulta familiar?

La consecuencia inmediata a ésta medida fue la escasez generalizada de todos los bienes de consumo en el bajo Imperio Romano y la creación de mercados negros que vendían dichos productos a un precio superior al establecido en el Edicto, una situación que logró normalizarse sólo 4 décadas después.

La Peste Negra y el control de precios

La Peste Negra es quizá la más infame de las pandemias que vivió la humanidad, una enfermedad de transmisión acelerada y sin cura – hasta ese momento- que cobró la vida de una tercera parte de la población del mundo en la Edad Media.

Mientras ésta enfermedad se esparcía por el Este de Europa y una serie de fenómenos climáticos afectaban gran parte del continente, diversos gobiernos decidieron implementar controles de precios sobre el trigo, de nuevo con el objetivo de proveer precios justos para todos ya que la usura, la especulación o el lucro eran considerados pecados.[1]

El tamaño de los plantíos comenzó a reducirse,la escasez en éste caso tuvo efectos significativamente más letales, la hambruna masiva generada por la escasez de alimentos trajo consigo el incremento de la criminalidad, saqueos e incluso el canibalismo y con todo esto una reducción en la capacidad de la población para sobrevivir a la pandemia que les esperaba.

Un llamado a la cordura en contra de la discriminación

“El estigma puede ser visto como un fenómeno biosocial con 4 elementos esenciales.

En primer lugar, el estigma puede presentar importantes barreras contra la búsqueda de atención de la salud, reduciendo así la detección y el tratamiento tempranos y fomentando la propagación de la enfermedad.

En segundo lugar, la marginación social puede conducir a menudo a la pobreza y el abandono, aumentando así la susceptibilidad de las poblaciones a la entrada y amplificación de las enfermedades infecciosas.

En tercer lugar, las poblaciones potencialmente estigmatizadas pueden desconfiar de las autoridades sanitarias y resistirse a cooperar durante una emergencia de salud pública.

Por último, el estigma social puede distorsionar las percepciones públicas del riesgo, lo que da lugar a un pánico masivo entre los ciudadanos y a una asignación desproporcionada de recursos de atención de la salud por parte de los políticos y los profesionales de la salud.”[2]

Un estudio de la Universidad George Washington demuestra que durante la peste negra,diversas minorías como la población judía eran perseguidos por los campesinos y autoridades locales en Europa del Este, se creía que éstas personas portaban y propagaban la enfermedad, lo que representó la mayor masacre en contra de la población judía previo al holocausto.[3]

Así como lo fue con la comunidad LGBT posterior al descubrimiento del HIV hoy lo es con las personas provenientes de Asia, “el virus chino” es un nombre que causará tanto daño social y económico como se mantenga en el diccionario popular.

Si bien el gobierno del Partido Comunista Chino es responsable de ocultar la información al resto del mundo, censurar a la prensa de su nación y actuar con absoluta negligencia al tratar y contener ésta pandemia no es justo ni deseable que los individuos que configuran una nación sean los receptores del injustificado escrutinio público.

No sabemos qué tan mortal puede llegar a ser el Coronavirus aún, puesto que la tasa de mortalidad ha ido cambiando constantemente mientras el virus se expande por el mundo, pero sabemos que tan mortal puede llegar a ser el hambre y debemos asegurarnos de estar lo mejor preparados y tomar las mejores decisiones económicas posibles para cuando eso ocurra.

Lo anterior no significa que no debamos atender con la mayor de las precauciones a ésta pandemia o las futuras pero si debemos medir nuestra apuesta. Es necesario identificar la relación costo beneficio de las decisiones que estamos tomando para enfrentar ésta crisis, pero con cuidado, que las soluciones más obvias pueden llegar a ser las más dañinas haciendo que la cura sea peor que la enfermedad.

La solución gubernamental al problema suele ser tan mala como el problema mismo.

Milton Friedman


[1]Schuettinger Robert &Eamonn Butler. “4000 años de controles de precios y salarios, cómo NO combatir la inflación”. Editorial Atlántida, 1987

[2]Ron Barrett, Peter J. Brown, “Stigma in the Time of Influenza: Social and Institutional Responses to PandemicEmergencies”, TheJournal of InfectiousDiseases, Volume 197, Issue Supplement_1, February 2008, Pages S34–S37, https://doi.org/10.1086/524986

[3]Jedwab, R, N D Johnson, and M Koyama,“Negative shocks and masspersecutions: evidencefromtheblackdeath”,(2019), Journal of EconomicGrowth 24: 1 -34


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