Para aquellas personas que no han leído noticias sobre Bolivia, desde hace varios meses, el territorio de la chiquitania viene quemándose. Al momento de escribir este artículo, varios informes indican que se han quemado más de cuatro millones de hectáreas.
La catástrofe es tan grande que el humo se ha extendido a todos los departamentos del país, afectando la calidad del aire que respiramos todos los bolivianos. El gobierno se ha visto en la obligación de suspender las actividades al aire libre. Pese a que los incendios se iniciaron hace meses, recién en la segunda semana de septiembre el gobierno declaró emergencia nacional.
El presidente Luis Arce Catacora estuvo de paso por el departamento de Beni para entregar la ayuda a los bomberos y grupos de rescate. Claro que no pudo faltar su propaganda política, porque para él, al igual que para todo su sequito de ministros, lo único que importa es la popularidad que pueden sacar de esta supuesta “ayuda”. Sin embargo, hay que preguntarnos “¿Por qué ahora? Si este desastre viene ocurriendo hace ya varios meses, ¿Cuál fue la razón para que el gobierno decida actuar?.
Hay muchas razones detrás de ello, pero todas son meras especulaciones. Podríamos decir que ahora que la situación es crítica, llegaron el presidente y sus ministros para “salvarnos” de este desastre, así, todas las personas que están más preocupadas por los incendios, dejarían de lado otros temas como la crisis económica, la manipulación de datos del censo o la aprobación de créditos que están paralizados en la Asamblea legislativa.
Sin embargo, para el ojo crítico que no se conforma con lo que muestran los medios de prensa afines al gobierno, es evidente que la ayuda de Luis Arce fue circunstancial. Los incendios no se han apagado; a pesar de las lluvias de la última semana, las ciudades se están llenando de humo nuevamente.
Pero para quienes desean ir aún más a fondo y entender la situación que atravesamos ahora, deben poner su atención en las ya conocidas leyes incendiarias. Para no hacer el cuento tan difícil, las leyes incendiarias son una serie de leyes y decretos que se vienen publicando desde el año 2013, cuyo objetivo era expandir la frontera agrícola y así aumentar la producción del sector ganadero.
Estas leyes, entre otras cosas, permitían realizar quemas de grandes cantidades de hectáreas, promover el saneamiento de propiedades agrarias y reducir las multas por provocar incendios. En resumen, estas leyes dejaron el campo abierto para que se produzcan este tipo de eventos.
Hoy en día, los departamentos más afectados son Beni y Santa Cruz, pero ¿Qué hicieron las autoridades de ese entonces en contra de estas leyes? Por lo visto nada, pero no solo eso; resulta que el expresidente Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), Julio Roda, reconoció que el expresidente Evo Morales había hecho más por Santa Cruz que el propio Banzer.
Gonzalo Colque, en su columna de opinión (o el nombre técnico que tenga en el mundo del periodismo) nos ilustra sobre el impacto que tuvo la gestión de Evo Morales en la expansión de la agroindustria al otorgar grande beneficios a este sector.
“En casi todas las fotografías que documentan los encuentros y las negociaciones con los agropecuarios cruceños, aparece el actual presidente de Bolivia. Esto se debe, principalmente, a que los acuerdos constituían parte central del modelo económico y daban sentido a dos de las metas centrales: aumentar las tierras cultivadas de 3,5 a 12 millones de hectáreas y duplicar la población vacuna hasta el 2025.”
Es lamentable ver como las decisiones de unos cuantos políticos y de un reducido grupo de empresarios, que gozan de privilegios especiales por parte del Estado, han tomado decisiones que ahora nos ponen en un peligro constante. Sin embargo, esto no es culpa del capitalismo, como “La Izquierda Diario” pretende hacerle creer a sus zurdos lectores.
Antes de la llegada del capitalismo, las monarquías encargaban a los nobles o los señores feudales la explotación de tierras para la agricultura. Para ello se les otorgaban privilegios especiales, se imponían trabas al comercio y se limitaba la producción a únicamente aquello que venía de estos nobles o señores feudales. En resumen, era el gobierno el único que podía decir quienes podían producir y quien, y obviamente lo hacía imponiendo un sistema legal que beneficiaba a unos pero empobrecía a otros. En su momento, este “modelo” económico se lo denominó mercantilismo.
Sin embargo, con la llegada del capitalismo, se reemplazaron los privilegios de los nobles por la libertad para la iniciativa privada, se reemplazaron las trabas al comercio con la apertura de mercados internacionales; con el capitalismo se abrió la posibilidad de que la producción ya no estuviera monopolizada por unas cuentas, sino que se había permitido la competencia entre los productores que pudieran proveer mejor a la población.
Entonces, resulta ilógico creer que estos incendios (que son ocasionados por las leyes incendiarias que fueron promulgadas para dotar de privilegios a unos cuantos), son culpa del capitalismo.
El capitalismo, y más concretamente las teorías desarrolladas a partir de la propiedad privada, presentan propuestas mucho más eficientes al momento de tomar acción en contra de las crisis ambientales, permitiendo delimitar la responsabilidad individual de aquellas personas que con sus acciones atenten en contra la vida y la salud de otras. Dependerá de la sociedad boliviana tomar un rumbo de 180 grados y adscribirse a las ideas liberales, o seguir bajo la doctrina del socialismo empobrecedor que tanto daño nos ha hecho.