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La inseguridad que padece la sociedad venezolana lejos de ser consecuencia, únicamente, de la actividad criminal de los colectivos, paramilitares y hampa común, es —en gran medida— la consecuencia de una la mafia institucional que se nutre de la impunidad total en el país. Esta impunidad es amparada por los cuerpos de seguridad del Estado que se lucran de la crisis venezolana. Por lo tanto, en una eventual Venezuela libre, es imperativo abocarse al asunto de la seguridad. 

En ese sentido, para atender uno de los problemas fundamentales que somete a Venezuela a un estado de miseria sin precedente, es necesario entender el origen del status quo, es indispensable analizar lo que sucedió décadas atrás en el ámbito de la institución militar y su vinculación con los movimientos sociales, para luego desmantelar una red de cómplices que se ha tejido y robustecido con la fuerza de las armas y el dinero mal habido. 

En este orden de ideas, es válido mencionar que el proyecto totalitario socialista de Hugo Chávez jamás hubiese sido posible sin el profundo control de las Fuerzas Armadas. Sin lugar a dudas, si quienes ejercen el monopolio de la violencia física legal hiciesen cumplir su principal función, una que supone la defensa de la soberanía nacional y de los ciudadanos, se hubiese impedido la consecución de incontables crímenes contra nuestro país y la humanidad. 

Vale decir que, los ideólogos y líderes del chavismo sabían muy bien cuales podían ser los obstáculos para su agenda, por ello, se plantearon el objetivo de ganar el control de las fuerzas armadas. Esta no era una tarea sencilla —ni rápida—, los guerrilleros marxistas financiados por la Cuba revolucionaria lo tenían muy claro. Estos últimos fracasaron en sus planes a mediados del siglo XX y aprovecharon su amnistía y reincorporación en la sociedad para iniciar un proceso de influencia e infiltración en los rangos bajos del ejército y otros componentes. 

Los marxistas tenían como objetivo acabar con la democracia en Venezuela, a la cual veían como una herramienta de las élites capitalistas y un impedimento para sus fines de construir un Estado comunista. Por ello, era tan fundamental tomar el control de las fuerzas armadas y de diversos sectores de la sociedad como la academia y los sindicatos.

Hoy día, se puede decir que aquello fue un objetivo cumplido. Tras los intentos de golpes de Estado de 1992, las piezas estaban colocadas para un eventual —y al final, cierto— surgimiento de un movimiento socialista popular, mimetizado dentro del sistema de partidos venezolano y camuflado con las demandas de una sociedad insatisfecha. Hugo Chávez logró comandar este movimiento, a pesar de sus fracasos profesionales e insurreccionales. Él, con su carisma, logro aglutinar a los parias de la política y hacerse del poder. 

En resumen, las líneas anteriores son un vistazo a lo que paso en los cuarteles venezolanos, pero la historia es más profunda. El quinto capítulo del libro, Después del socialismo, libertad, expone con detalle lo que sucedió con la Fuerzas Armadas venezolanas y como estas han sido esenciales para la consumación de uno de los ejemplos más trágicos del socialismo real. 

A fin de cuentas, mas que un recuento histórico, la intención de esta iniciativa es hacer señalamientos y compartir reflexiones útiles para el rescate de Venezuela en favor de la libertad. 


Esta publicación expresa únicamente la opinión del autor y no necesariamente representa la posición de Students For Liberty. En el Blog EsLibertad estamos comprometidos con la defensa de la libertad de expresión y la promoción del debate de las ideas. Pueden escribirnos al correo [email protected] para conocer más de esta iniciativa.

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