Alerta al lector. Este artículo contiene spoilers.
Este 14 de julio se estrenó el último capítulo de la serie Loki de Marvel, la cual concluye con la fase 3 de su universo cinematográfico y da inicio a lo que podría ser una nueva trama en torno a la llegada de Kang el Conquistador y la “Guerra Multiversal”. Sin embargo, Loki no sólo nos ha dejado una divertida historia, con un detenido cuidado en su fotografía, sino que además plantea algunos de los problemas filosóficos más importantes.
Sebastian Ariel Citrea
Estudiante de Derecho en la Universidad de Buenos Aires. Coordinador Local en Estudiantes por la Libertad Argentina. Coordinador de Blog en Forjar.
Hannah Arendt: totalitarismo y burocracia
La serie inicia presentando a la AVT (Autoridad de Variación Temporal), una organización burocrática y altamente eficiente que busca proteger la Sagrada Linea del Tiempo. Se nos explican que la historia de la humanidad en realidad está predeterminada por ellos, y que todo aquel que se desvíe de lo guionado atenta contra el orden universal y podría provocar un cataclismo inimaginable. Por eso, quienes sin saberlo se desvían de lo establecido se convierten en variables que deben ser podadas o más bien eliminadas.
El terror totalitario, como lo define Arendt, persigue “hacer posible que las fuerzas de la Naturaleza o la Historia corran libremente a través de la Humanidad sin tropezar con ninguna acción espontánea”. Su finalidad es el control total, una dominación absoluta que permita previsibilidad y la conducción de la sociedad hacia la supuesta utopía. Las denominadas variables en Loki no son más que individuos con libre albedrío que desean vivir sus vidas, la AVT es el Estado Totalitario.
En este sentido, el fin es netamente utilitario. No hay consideraciones deontológicas respetuosas de la individualidad de las personas. No puede haberlas si perseguimos la presente finalidad, y el medio no puede ser otro que la aniquilación de lo desviado.
All igual que en la Alemania Nazi donde los ciudadanos judios no eligieron ser enemigos de la “raza aria”, las variables no deciden violentar la Sagrada Linea sino que el ejercicio de su propia libertad los lleva inconsientemente a eso. Cabe mencionar el hecho que Bauman denominó Estado Jardinero a aquel que con una postura constructivista busca planificar el futuro. Resulta curioso que en la serie a la eliminación de las variables se le diga podar.
Otro aspecto llamativo en Loki es la ordenada y eficiente burocracia que supone la AVT. Sacada de contexto podría tratarse de la organización interna de los órganos estatales o de cualquier multinacional. Y es esto lo que aterra. La AVT existe para eliminar las variables. La destrucción se vuelve fría y sistemática. Se crea una racionalización y un delicado manejo de los recursos para matar.
Sus agentes no son malvados monstruos sino hombres comunes que realizan mecánicamente su trabajo. La banalidad del mal, la destrucción provocada es completamente impersonal.
Sartre y el existencialismo
Tras los acontecimientos de Avengers (2012) y Endgame (2019) Loki consigue la gema del espacio y escapa de los Vengadores. Poco le durará el triunfo pues será capturado por la AVT, y aquí descubre su aparentemente inescapable determinismo. El punto de crisis se da cuando Loki observa las gemas del infinito, los objetos más poderosos de la galaxia, utilizadas para que no se vuelen las hojas. Todo lo que conocía y sabía se reduce a una mera ilusión insignificante.
Sartre entiende al individuo como responsable de su ser, pues la “existencia precede la esencia”. El hombre primero aparece en el plano material para luego definirse a sí mismo, dejando a un costado cualquier clase de determinismo dogmático.
De este modo, el individuo se irá definiendo en tanto su relación con los otros individuos.
Este es el hecho más temido por la AVT. La indeterminación provocada por las relaciones intersubjetivas que puedan tener las personas, en este caso variables, incidiendo en la vida de otras y alterando así el curso de la historia a como esta organización ha determinado.
Loki al descubrir que toda su vida fue predeterminada, tiene ahora la oportunidad de redefinirse y hacer su esencia.
Hobbes: Kang como el Soberano
“Un orden asfixiante o un caos cataclísmico”. Al final de la serie Aquel que permanece nos revela la verdad, el motivo para impulsar semejante maquinaria de control y destrucción.
La cuestión es simple y nos remite al Leviatán de Thomas Hobbes. El hombre en su estado de libertad -o de naturaleza- al perseguir su autopreservación destruirá o someterá a sus semejantes, librando así un estado de guerra de todos contra todos donde no habrá cuartel para nadie.
Esta depresión antropológica ve al hombre como un ser esencialmente malvado que, a menos que sea fuertemente controlado, se volverá el lobo del hombre. Para evitarlo, las personas renuncian a su libertad entregándola al Soberano e ingresando a la sociedad civil. En este escenario, no importará que tan brutal pueda ser el Rey o la Asamblea pues la anarquía supone un estado infinitamente peor.
Así Kang se erige como el Soberano. Controla de manera asfixiante la vida de todas las criaturas de la galaxia con el fin de preservar el orden. Surge la disyuntiva de elegir entre la libertad o la seguridad, por supuesto en nuestro mundo la falta de omnipresencia imposibilita este agudo cálculo que Kang realiza, pero no nos detendremos en este “detalle”.
Definitivamente invito a todos los lectores a apreciar esta serie cargada de dilemas filosóficos que si observamos atentamente podemos encontrar. ¿De qué modo entendemos la maldad en el mundo? Si tenemos libre albedrío ¿Es total o existen determinismos particulares que fijan nuestra esencia? Y finalmente, si pudiésemos garantizar el orden y la seguridad ¿Deberíamos renunciar a nuestra libertad?
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