Ciertamente en algún momento la mayoría de la sociedad le dio la derecha a la cuarentena obligatoria, y es lógico, pero, entre tantas aprobaciones había desconfianza de tal potencia de oriente, que a su vez, también es lógico, ¿que podemos esperar de un régimen comunista? Hoy ya pasados más de 4 meses de pandemia podemos afirmar que se ocultó información, pero eso es para otro artículo más adelante; ahora quiero ahondar en las universidades y especialmente en las ciencias sociales que con sus cuestionamientos en vez de ser el “sentido crítico” del comportamiento de la sociedad durante el aislamiento, prefirieron (y no todos) agachar la cabeza y explotar a más no poder el ingenio para justificar el encierro dejando toda metodología social de lado y lo peor, es que esto no son artículos que uno pueda ignorar o considerarlos una opinión, son tema de estudio e influyen en las decisiones universitarias.
De más está decir que cuando uno tiene desde el principio un sentido crítico a los conocimientos que le imparten la interpretación no es la misma, sean afines a sus ideas o no, y acá me voy a centrar en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad de Cuyo – Mendoza – Argentina, conocida por ser una de las más prestigiosas de todo el país de índole público. Dicha facultad es la que lleva adelante las luchas, posiciones y reclamos de los alumnos que concurren a la institución, y no es un tema menor sabiendo que las carreras que se estudian forman a las personas para analizar la sociedad y estudiar sus comportamientos, pero el problema radica en lo siguiente y es que la pérdida del sentido crítico a la hora de formarse profesionalmente, futuros sociólogos justificando absolutamente cualquier encierro, futuros doctores perdiendo sus prácticas profesionales pero aun así justificando el aislamiento porque la universidad la apoya, lo mismo con ingenieros, futuros abogados sin levantar una palabra frente al avasallamiento de las libertades defendidas por la Constitución Nacional, ¿que sigue despues de esto? estamos ante la pérdida de lo más importante que tiene un alumno y es su sentido crítico, la curiosidad, el preguntarse porque esto es así y si no le parece confrontarlo para luego refutar, esa desigualdad de pensamiento es lo que llevó a la humanidad a lo largo de su historia a poner la atención donde antes no se había puesto, a perfeccionar sistemas, elaborar nuevas teorías, ver a lo largo de la historia el progreso de la sociedad occidental (aunque algunos lo ignoren) y este es el último punto; el cual prácticamente se basa en que la pérdida del sentido crítico es unidireccional y esto está mal de ambos lados, sin animos de ofender a ningún gobernante, una casa de estudios tiene que mantener su postura de generación de conocimientos mediante la crítica, el cuestionamiento absolutamente todos los sistemas e ideologías y no agachar la cabeza con uno y ser totalmente destructivo con otro, esto no solamente empieza a moldear a los alumnos si no que los limita, y ya sabemos en qué terminan las limitaciones de la libertad.
Como alumnos de universidades tenemos bien en claro que pensamos y que defendemos, pero aquel que todavía tiene muchas dudas ¿que va a pensar? Ya su formación inicial se va a basar en solo aceptar que hay un sentido y lo demas es basura, explotación, inconsciencia, etc; en algún momento pensé que el rumbo en de la formación sería totalmente diferente con respecto a cómo se iba a encarar la forma de estudio de la pandemia y sus consecuencias, pero parece que todo se centra en un reduccionismo de la realidad para dar como resultado un “esto es consecuencias de políticas neoliberales”. Como este es mi primer artículo y es solo una exposición objetiva de una situación meramente excepcional como lo es la pandemia, es lo próximos escritos trataré de exponer la realidad en las universidades de Mendoza, y como el término “universidad prestigiosa” normaliza situaciones y las invisibiliza para los futuros estudiantes.
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