Durante los últimos días hemos escuchado con mayor frecuencia a todos esos denunciantes anónimos, representantes del espíritu cívico de nuestros tiempos, señalar a quienes continúan con las actividades económicas que en condiciones normales sostienen las necesidades de sus familiares pero que ahora son apenas suficientes para sobrevivir.
Arturo Portillo
Arturo Portillo es Coordinador de Actividades para EsLibertad en América Latina. Es Asociado de programas internacionales para Foundation For Economic Education. Asociado de programas para Caminos de la Libertad. Economista por el Instituto Politécnico Nacional y estudiante de Ciencias Políticas por la Universidad Nacional Autónoma de México.
¿Que es un trabajo no esencial?
Básicamente es toda actividad económica que no es necesaria para mantener en funcionamiento a la sociedad ¿Existe algo así en nuestra sociedad?
Los lugares más comunes que podemos encontrar en ésta categoría podrían ser tiendas de textiles, venta de vehículos, tecnología, servicios como nutrición, servicios financieros, servicios especializados, de construcción o entretenimiento, etc.
De acuerdo con Thomas Sowell, la primera lección de la economía es la escasez, es decir, que las decisiones que tomemos para el uso de lo escaso deben ser conscientes o cuando menos cumplir una función específica que nos sea de utilidad. Por ésta misma lección es que no existen los “trabajos no esenciales” en las empresas con fines de lucro y la prueba de ello es su propia existencia.
Por un lado, ningún empresario contrata a un empleado si no lo considerara estrictamente necesario, no funciona igual que cuando usted compra un tercer televisor nuevo o un segundo sofá que podría no ser necesario porque, por lo general, los empresarios no suelen gastar sus escasos recursos en trabajos no esenciales -eso sí hablamos de empresarios que buscan tener éxito en su negocio-.
Por el otro, es imposible para una mente maestra, gobierno o institución de cualquier tipo determinar qué es y que no es esencial. Como lo menciona Hayek en su obra “El uso del conocimiento en la sociedad” el conocimiento de la personas es limitado y no deja de ser limitado porque esa persona sea un gobernante, un líder religioso o un artista. Para nosotros un ambulante que vende jugos podría parecernos que no es esencial en éstos momentos pero es sumamente esencial para una cadena incalculable de procesos y resultados.
El vendedor ambulante de jugos es esencial para un mercader, un transportista, un agricultor, sus familias y comunidades quienes tendrán un impacto negativo de reducir los ingresos de los individuos que la conforman. Al final toda la economía está conectada e interrumpir una de las etapas productivas ya sea final o intermedia rompe toda la cadena y sus derivados.
En éste momento una tienda de artículos de oficina pareciera no ser esencial, pero tomemos al artículo más humilde que podrías encontrar dentro de la tienda, un Lápiz. La falta de demanda por la imposibilidad de venta de los lápices afecta a mineros, leñadores, artesanos y transportistas de todo el mundo, a sus familias y a sus comunidades.
La razón por la que los trabajos existen es porque son esenciales, porque son demandados y consumidos por otros y cuando impera una lógica de beneficios y utilidades, todos los involucrados en la producción de bienes y servicios son parte de una gran cadena, no solamente del bien o servicio que proveen sino de todos sus derivados, así como el vendedor de jugos es una expresión de un agricultor o una tienda de tecnología es esencial para un hospital que atiende a enfermos por COVID-19 y que requiere de tabletas electrónicas, altavoces, etc.
Lo que no es esencial para tí es vital para otros
Es parte de una fatal arrogancia querer definir lo que no es esencial porque todos parten de lo que no es esencial para ellos mismos.
En mi caso, los centros de atención psicológica no me parecen esenciales en éste momento, de hecho, muchos de éstos centros se encuentran cerrados en mi país, México, pero resultan vitales para miles de personas, al grado tal que los suicidios y cuadros depresivos han incrementado durante la cuarentena, junto con la violencia intrafamiliar y los episodios de ansiedad que están perturbando la vida de decenas de miles de personas. Lo mismo ocurre con los centros de nutrición que resultan de vital importancia para personas que experimentan dificultades con el control de su peso, o los bancos para quienes requieren de liquidez para mantener sus negocios un poco más y sobrevivir a ésta pandemia.
Si dependiera de mí estos servicios permanecerán cerrados al menos hasta octubre para minimizar cualquier riesgo de rebote en la curva en los casos de contagio ¿Pueden ver el problema en que una persona o grupo de personas determine lo que es y lo que no es esencial?
Juzgar a las personas por romper la cuarentena para ir a trabajar por considerar su trabajo no esencial no sólamente es de un desconocimiento total de los procesos económicos que conforman toda la oferta de bienes y servicios intermedios o finales.
En los países latinoamericanos la informalidad representa del 40% hasta el 80% en la mayoría de los países, muchos de esos trabajos son ventas y servicios considerados por cualquiera “no esenciales”, pero es necesario recordar que al final del día, aún el trabajo más inusitado o poco relevante representa el plato en la mesa de una familia de cuatro.
Cuando decimos que existen trabajos no esenciales es lo mismo a decir que existen personas no esenciales, familias no esenciales, vidas no esenciales.
Una lección de historia económica
Donde no se comercia hay guerra, es algo que no aplica solamente para las grandes potencias sino también para las escalas más pequeñas de la economía. Si una personas no puede hacerse de lo que desea por una vía pacífica aplicará el uso de la fuerza, la violencia o la coacción, sobre todo si de ello depende su supervivencia y la de su familia. En una economía como la nuestra ¿Convendría dejar a la deriva a más del 40% de la población considerada no esencial de manera prolongada? .
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