Los verdaderos patriotas hacen preguntas (Parte 2)

La separación de poderes; ese concepto tan importante para el correcto funcionamiento de las repúblicas modernas, que sobre todo busca evitar la concentración de poder en una sola persona o un reducido grupo de estas, para así evitar las tiranías despóticas, las dictaduras que son consecuencia obligatoria de la concentración del poder en una sola persona. Un buen ejemplo es el caso Venezuela, en donde los poderes fueron todos dominados y coartados por la cúpula oficialista, en la que los magistrados del poder judicial son puestos a dedo por el ejecutivo, el poder electoral es fiel sirviente de aquel y hoy día no es nada más que un chiste de mal gusto. El cóctel perfecto para una dictadura con más de 400 presos políticos y exiliados, los más altos índices de represión policial, corrupción, retraso de juicios, denuncias por violaciones a los Derechos Humanos e impunidad de la región.

En resumidas palabras, la separación de poderes consiste en la acepción de la existencia de tres poderes distintos; el poder legislativo, quien se encargaría de legislar, es decir, hacer las leyes que imperarán en los asuntos que el estado se arrogue; el poder judicial, encargado de impartir justicia a través del arbitraje y la resolución de conflictos entre ciudadanos a través de la interpretación de las leyes hechas por el legislativo; y el poder ejecutivo, quien se encargaría de ejecutar y hacer cumplir las leyes, así como de la proposición de estas. Este último, junto con el legislativo, deberían ser elegidos por los ciudadanos, a través de elecciones directas (por ejemplo Suiza) o de la escogencia de colegios de representantes quienes luego elegirían al presidente en nombre de los ciudadanos (como el caso de Estados Unidos).

La razón de por qué es importante separar las atribuciones de cada poder, y definir de forma tajante los límites de actuación de cada uno respecto de los otros y del individuo, se puede entender en aquella frase de Lord Acton, que acertadamente dice “El poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”, es decir, entre más poder tenga una persona o grupo de personas, más se verá tentado a usarlo para dañar a otros, motivo de que si de verdad queremos vivir en libertad, es decir, que nuestra capacidad de decisión sea respetada, se deben poner limitaciones, contrapesos al poder y buscar repartirlo o dispersarlo de forma que ningún individuo tenga más poder que el suficiente para garantizar su sustento y concretar su plan de vida, y que ninguna institución gubernamental más que el necesario para cumplir la función por la que se justifica su existencia.

En las épocas de la historia y lugares del mundo en que esto no funcionaba así, en que todo el poder emanaba de un ente totalmente centralizado, que se arrogaba las funciones de defensa, juez, jurado y verdugo, en que quienes redactaban las leyes serían a su vez los encargados de interpretarla (a su conveniencia) y ejecutarla (a su conveniencia una vez más) hubo poco más que hambre, muerte, miseria generalizada, caos, hambre y crimen a destajo, bien se hable de la Alemania Nazi, donde todos los poderes fueron absorbidos y subordinados a la figura del Führer; la Rusia Soviética donde los poderes dependían del Soviet Supremo; o las antiguas monarquías donde el rey dictaba, ejecutaba e interpretaba leyes bajo la estafa del derecho divino para hacerlo.

Un escoces llamado John Locke estructuró y plasmó un ya antiguo pensamiento que se oponía al gobierno de los reyes, a la monarquía y a la tiranía del hombre sobre el hombre. Al escribir sus Tratados Sobre el Gobierno Civil ponía de manifiesto su oposición a la despótica disposición de los monarcas sobre la vida, la libertad y la propiedad de otros hombres, en sus palabras: 

“Ninguno debe dañar a otro en lo que atañe a su vida, salud, libertad y posesiones (…) no puede suponerse que haya entre nosotros una subordinación que nos dé derecho a destruir al prójimo como si este hubiese sido creado para nuestro uso”.

Luego, con esta idea como fundamento, y luego de explicar la manera en que surgen los gobiernos y árbitros para las disputas entre ciudadanos, llega a afirmar que

“De aquí resulta evidente que la monarquía absoluta, considerada por algunos como el único gobierno que puede haber en el mundo, es, ciertamente, incompatible con la sociedad civil, y excluye todo tipo de gobierno civil”. 

Al declarar inmoral al monarca absolutista, propone la separación de poderes, apelando en que en algún momento el hombre, haciendo uso del pensamiento escéptico se dará cuenta de que todos los hombres viven bajo leyes que dictan el comportamiento de los unos para con los otros, pero hay un hombre que vive por encima de esas leyes y que da un trato injusto a los demás, este hombre es el rey, y tan pronto como la sociedad encuentre este hecho como abominable se luchará incluso hasta la muerte por la abolición de tal figura.

Es así, como el pensamiento escéptico de Locke y de otros tantos antes que él, llevó a la conclusión de la ilegitimidad de los monarcas. Pero como consecuencia de esto, a la conducción civil del gobierno, es decir, que todos los hombres serían iguales ante la ley y tomarían parte directa o indirectamente en su creación pues serían ellos quienes habrían de cumplirlas. (Si el lector quiere profundizar en los planteamientos me es obligatorio referir los dos tratados sobre el gobierno civil de John Locke, donde además propone los conceptos de propiedad privada, apropiación original e igualdad ante la ley).

Lo planteado por Locke, y luego profundizado por Montesquieu en “El Espíritu de las Leyes” fue utilizado luego como pilar esencial en la construcción de las Repúblicas Democráticas de Occidente, en la Declaración de Independencia de las trece colonias, de lo que podría llamarse “programa de partido” de los Whig Escoceses y de las Repúblicas Democráticas que en su momento o aún hoy día son baluarte de la democracia y la libertad. 

Pero los conceptos liberales planteados por Locke no se limitan al gobierno civil y la separación de poderes, sino que también fue el primero en conceptualizar de forma sencilla la propiedad privada y de explicar el proceso por el que el hombre se adueña de aquellos que no es de nadie. Propone el concepto de propiedad privada como medio necesario para que el hombre se alimente y conserve su vida;

“El fruto o la carne de venado que alimentan al indio salvaje, (…) tienen que ser suyos; y tan suyos, es decir, tan parte de sí mismo, que ningún otro podrá tener derecho a ellos antes de que su propietario halla derivado de ello algún beneficio que dé sustento a su vida”

Establece que la propiedad privada es parte de uno, al grado que nadie debe sustraerla, y para que alguien más tenga poder sobre ella es necesario que primero le dé algo a cambio, que sea intercambiado o que sea uno quien voluntariamente decida cambiarlo, pues Locke en ningún momento negó la solidaridad, nada más alejado de las intenciones de un convencido cristiano de su calibre.

No solo ello, sino que además explica el proceso de apropiación original, mediante el cual, un hombre se apropia de aquello que no es de nadie, o cómo hubiera dicho de Locke “Le pertenece a todos los hombres en común por bondad del creador”, al decir respecto de en qué momento las manzanas o frutos se hacen de un hombre que “Es claro que si el hecho de recogerlos no los hizo suyos, ninguna otra cosa podría haberlo hecho”. Pues, el trabajo impreso en ello le da su derecho.

Para que Locke y otros pudieran llegar a estas conclusiones, a estos conceptos que hoy son pilar de la sociedad libre, de las repúblicas con estados eficientes y sobre todo de aquellos lugares donde los individuos viven en libertad en la tierra de sus padres, en ese país que dicen y sienten suyo, fue necesario hacer preguntas, pues, los verdaderos patriotas hacen preguntas.

En las siguiente partes estaré reflexionando sobre de qué forma aportó la ciencia y sigue aportando al capitalismo (desde la revolución industrial hasta hoy) como los avances y descubrimientos científicos contribuyen con la libertad al otorgar más medios de desarrollo económico y personal. Además, también hablaré de cómo los avances que mayor beneficio han aportado a la sociedad en su conjunto se han dado en anarquía dentro de la comunidad científica.

1: Segundo tratado sobre el Gobierno Civil, John Locke. 

2:Ibid.

3:Ibid.

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