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Educación en socialismo: Un reto para los jóvenes venezolanos

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Entrar a una universidad es un sueño durante los últimos años del bachillerato y para los jóvenes venezolanos esto no es una excepción. Luego de tantos años de preparación, las ansias por la formación se ven mermadas al ingresar y ver cómo las universidades se caen a pedazos.


Los profesores se sostienen de un salario paupérrimo, los alumnos se esfuerzan para sobrepasar las dificultades que se presentan debido a las fallas de servicios básicos y las aulas se quedan cada vez más vacías debido a la deserción estudiantil.  

Según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI), existen aproximadamente 3 millones 130 mil jóvenes entre 18 y 24 años en Venezuela, de los cuales solo 775 mil asisten a una institución educativa. Esto quiere decir que solo el 25% de los jóvenes venezolanos están estudiando, cifra que resulta desoladora cuando analizamos el futuro de un país donde el debate entre estudiar o trabajar es una realidad, ya que hacer ambas al mismo tiempo es casi una misión imposible.

Por si fuera poco, debido a la pandemia de la COVID-19, las universidades chocaron contra un gran muro de contención, la desactualización de sus sistemas educativos y la carencia de protocolos de educación virtual, lo que condujo instantáneamente a una paralización de las clases en todas las universidades del país, situación que continúa diez meses después en las universidades autónomas.

¿Quién tiene la culpa?

Sin duda alguna el principal culpable es el socialismo, o su deformación en el llamado «Socialismo del Siglo XXI», el cual arrastró al país que figuraba como la promesa del continente hasta la mayor crisis económica, político y social de su historia.

La asfixia presupuestaria no tardó en llegar y debido a la falta de alternativas para generar ingresos en las universidades autónomas los estragos son peores. Profesores con salarios que solo alcanzan para cubrir los costos de traslado y las instalaciones que apenas se sostienen gracias a iniciativas estudiantiles son un ejemplo del deterioro de las universidades venezolanas.

Durante el confinamiento esta situación se ha agravado, tal como lo demuestra el desplome del techo de uno de los pasillos de la Universidad Central de Venezuela —cabe destacar que estamos hablando de la primera universidad del país — debido a la falta de mantenimiento. Hoy, siete meses después, las labores para su reconstrucción se encuentran parcialmente paralizadas.

Si nos trasladamos al interior del país, el estado de las universidades no varía. En menos de siete meses, han ocurrido al menos una centena de actos vandálicos entre la Universidad del Zulia, la Universidad de los Andes y la Universidad de Oriente.

En una práctica que parece sacada del nazismo en los años 30, en junio del año pasado fue quemada la Biblioteca Central de la Universidad de Oriente en el núcleo ubicado en el estado Sucre y apenas comenzando el año 2021 se produjo igualmente un incendio en el núcleo del estado Bolívar de la misma universidad.

Las universidades venezolanas son un claro ejemplo de cómo los regímenes socialistas atacan a las instituciones educativas para así socavar el libre debate, la educación y el pensamiento crítico pero, como expresó Edmund Burke, «Lo único que se necesita para el triunfo del mal es que los hombres buenos no hagan nada», y los estudiantes venezolanos no estamos dispuestos a dejar que la sombra del socialismo se apodere de nuestros espacios de libertad.


Esta publicación expresa únicamente la opinión del autor y no necesariamente representa la posición de Students For Liberty Inc. En el Blog EsLibertad estamos comprometidos con la defensa de la libertad de expresión y la promoción del debate de las ideas. Pueden escribirnos al correo [email protected] para conocer más de esta iniciativa

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