La informalidad es un problema que aqueja a toda la región, pero lastimosamente las únicas “soluciones” que trae la clase política tienen que ver con más trabas y regulaciones en la actividad empresarial, y políticas de redistribución que han demostrado ser ineficaces para mejorar la calidad de vida de las personas, excepto para los políticos de turno. La informalidad tiene un sinnúmero de causas, pero principalmente se debe a la excesiva tramitología, los innumerables y altos impuestos y a la desmesurada intervención estatal. A pesar de lo que se cree comúnmente, la informalidad puede estar desde el comercio urbano y autónomo, en el que se necesitan muchos permisos, hasta grandes empresas, que se ven forzadas a evadir la normativa local.
Primero, las personas inmersas en el comercio urbano acuden a la informalidad por diversas razones, el desempleo, salarios bajos, poca flexibilidad de horario y muchos más. Además de las regulaciones ya mencionadas, también entran en juego aspectos sociales y políticos: los flujos de personas, uso de espacios públicos y perspectivas de las autoridades. En ocasiones, las autoridades ven a la informalidad como un fenómeno a eliminar, limitando las oportunidades de los ciudadanos de progresar y seguir con sus planes personales de vida. Además, en Ecuador, los operativos suelen causar violaciones a derechos humanos como el derecho a trabajar o la propiedad privada.
En cuanto a las empresas, las incontables horas de tramitología y burocracia perpetúan la existencia de este sector informal. Los costos de realizar ciertos trámites o permisos suelen ser altísimos en el país. Los impuestos tanto para emprendedores como para grandes empresas no sólo no se ven reflejados en gasto público como salud o educación, sino que se lo ve despilfarrado en caprichos personales, lujos innecesarios y riñas políticas infantiles. De esta manera, perjudican a la empresa privada y a los desempleados. Esto deja sin oportunidades a muchísimas personas debido a su supuesta preocupación por el bien común, cuando son simplemente unos mercenarios que buscan su propio bien y el de nadie más. La clase política, a través de discursos vacíos, separatistas e inservibles, destruye a la iniciativa privada y limita el crecimiento de todo el país,
Todos sabemos la importancia de la empresa privada para el desarrollo social y económico del país. Desde los mismos vendedores ambulantes que pasan todo el día de pie frente a las amenazas que representan los operativos municipales, que supuestamente buscan el bien común cuando estos responden verdaderamente a caprichos de la clase política local, hasta gran parte de la población incapaz de conseguir un empleo ya que le ponen trabas, dificultando la contratación y la supervivencia de la iniciativa privada, esa que da de comer al Estado obeso e inefectivo, cuya inutilidad representa una tragicomedia en el contexto actual ecuatoriano.
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