En una entelequia digna de ser concebida ontológicamente, la separación de asuntos es un arma de doble filo. No entraremos en las polémicas que refiere el tema separación Iglesia y Estado (aunque estoy a favor su escisión) pero sí con la frase de rima y cabecera: “asuntos separados”. No es ilógico que en un nuevo cuento de las mil y una noches albertistas, la juventud guevarista-feminista-marxista-leninista-maoísta-albertista-peronista de perón-de izquierda-cristinista-chavista y quien sabe cuantos más ísmos posibles, la doble moral se convierta en el argumento principal del libro. Así, los recursos del Estado, utilizados por el gobierno para favorecer al partido no deben ir separados, pero la Iglesia sí. ¿Bastante lógico creo? Díganme si me equivoco.
Miremos la imagen. No es difícil darse cuenta de la situación. No hace falta ser un politólogo, sociólogo, abogado, filósofo político o erudito para evidenciar la inexpugnable y vomitiva “confusión” entre los recursos de todEs y el financiamiento al frente de todEs. Es una imagen que solo el PSUV, el Partido Nacionalsocialista, o los camisas negras podrían realizar. Me olvido de uno me dicen por cucaracha. Puede ser. Quizá usted lo sepa: el peronismo.
No estamos criticando que hagan un evento sobre Néstor. Que lo hagan si quieren. Total, el culto al líder siempre los caracterizó. Los 10 años de su muerte no son excusa para festejar u homenajearlo. Los 10 años de la partida del muerto más corrupto de este país no son, bajo ningún punto de vista, adjudicación válida o razón contrastable para el uso de fondos públicos con objetivos proselitistas.
Una cosa es el Estado: este es una institución que ejerce su soberanía sobre un territorio con el monopolio legítimo de la fuerza (ver Webber). Otra cosa es el gobierno: aquellos que cumplen las funciones de administrar el Estado por determinado período x de tiempo (en nuestro caso 4 años). Ahora, otra cosa muy diferente es un partido: estos son agrupaciones que tienen, como objetivo básico, el ganar elecciones y, así, colocar personas en los ámbitos decisionales de la black box eastoniana, es decir, en el gobierno. Ninguno de esos 3 eslabones puede ser sobrepasado; ninguno de ellos puede ser vulnerado; ninguno de ellos puede confundirse voluntariamente con el otro.
No es una mera casualidad o simple flash espiritual: es manual del nacionalpopulismo. Es una práctica arraigada en el inconsciente colectivo del partido de masas más antidemocrático del país, el uso espúreo y maquiavélico de los intereses y fondos estatales. No hay pacto social sobre este tema. Nadie les dio el poder de confundir esos términos básicos de la democracia, mucho menos de hacerlo repetidamente durante 80 años.
No es una advertencia, es cuestión de estudio. Ellos no quieren verlo, nosotros tenemos que hacerlo. No hace falta leer a Sartori, solo hace falta usar sentido común. Es cuestión de romper dogmas, es cuestión de seguir peleando.
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