Nicaragua: la distopía centroamericana

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Seguramente alguna vez has escuchado o leído la palabra distopía. Dicho concepto, vinculado específicamente a la política o a la sociología, se refiere a una sociedad imaginaria, irreal, pero con una característica en particular: es una sociedad donde no existen libertades o, peor aún, una sociedad controlada bajo un régimen totalitario y sanguinario. 

Para entender mejor este concepto es importante analizar su contraparte: la utopía. Dicha palabra se entiende como un mundo también imaginario e inexistente, pero con la particularidad de que en ese mundo existe una felicidad plena y no hay disfunciones sociales ni ningún mal para el ser humano. En pocas palabras se puede entender a la utopía como el paraíso en la tierra. Con ello se puede comprender aún mejor a la distopía, donde los seres humanos aparentemente viven felices, aunque realmente se ha minado todo atisbo de libertad y capacidad individual.

Pero, ¿por qué menciono todo esto? Traigo a colación este concepto ya que parece que una distopía se ha instalado en un país de Latinoamérica en pleno siglo XXI. Y no, no estoy hablando de Venezuela o del régimen cubano, estoy hablando de Nicaragua. Dicho país, que se encuentra a la mitad del istmo centroamericano y que cuenta con casi 7 millones de habitantes, desde hace algunos años ha sido controlado por un régimen a todas luces antidemocrático y violatorio de derechos humanos y libertades, me refiero al régimen de Daniel Ortega.

Luis Javier Medina Chapas, estudiante de la Licenciatura en Ciencia Política con especialización en Políticas Públicas en la Universidad de San Carlos de Guatemala, Coordinador Local en Estudiantes Por la Libertad Guatemala y miembro de la Red Mundial De Jóvenes Políticos Capitulo Guatemala en el área de trabajo decente y crecimiento económico.

Ahora bien, ¿Por qué una distopía? Pues para empezar, parece que a la vista de algunos países de la región todo marcha bien en el país centroamericano. Muestra de ello es lo que sucedió con una reciente resolución del consejo permanente de la Organización de Estados Americanos, donde manifestaban su preocupación en torno a las violaciones a derechos humanos y el encarcelamiento de opositores en Nicaragua. Lamentablemente, hubo algunos países en la región, entre ellos México, Guatemala y Argentina, que se abstuvieron de votar. ¿Por qué a pesar de la incontable evidencia en contra del régimen de Ortega, aun se quiere solapar un gobierno ilegítimo y autoritario?

Por otro lado, a pesar de que existe consternación a nivel internacional y cierto apoyo de parte de países como Estados Unidos, Nicaragua está a unas semanas de sus elecciones generales. Con varios opositores y personalidades que se visualizaban como candidatos para disputar la presidencia tras las rejas, figuras públicas perseguidas y exiliadas dadas las condiciones de represión política en el país y una serie de intimidaciones para que miles de nicaragüenses no alcen su voz ante el régimen, no se puede afirmar que hay libertad y democracia, mucho menos bienestar en la población. 

Definitivamente Nicaragua es un recordatorio más de lo nocivos que pueden ser los discursos populistas y que en su afán por querer perseguir los ideales de la justicia social, la soberanía y la igualdad, terminan por minar las libertades políticas y la iniciativa individual. Hoy el vecino país está sufriendo las consecuencias no solo a nivel político, sino económico y social, y las elecciones, las cuales eran la salida más próxima a esta vorágine de sufrimiento y represión, parecen ser solo la continuación de este régimen de terror y distópico.

Pero a todo esto, aunque quizás no toda la comunidad internacional esté tajantemente a favor de la democracia y el respeto por los derechos humanos, los centroamericanos y especialmente los liberales de la región estamos con ustedes. Sabemos que tarde o temprano, así como cayó la unión soviética en su tiempo y han caído regímenes sanguinarios y crueles a lo largo de la historia, caerá el gobierno actual y florecerá la libertad. La victoria quizás se visualiza muy lejana, e incluso ya se perdieron las esperanzas en esta próxima elección, pero la esperanza mis amigos Nicaraguenses no se debe perder, esa esperanza en ver finalmente a una Nicaragua próspera, más democrática y por supuesto liberal. 

¡Mucho ánimo para Nicaragua!


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