Escrito por Gabriela Matute
Desde el inicio de la humanidad, existe un rasgo característico entre las diversas generaciones de seres humanos que han habitado el planeta Tierra: El deseo de ser libres. Los seres humanos se caracterizan por su constante búsqueda por la libertad, siendo —en incontables ocasiones— un valor que desconocen pero que igualmente luchan por alcanzar y hacerlo perdurar a lo largo del tiempo.
Sin embargo, la libertad es un valor frágil que cuesta muchísimo obtener pero que puede perderse en un abrir y cerrar de ojos. Y no, no es una exageración. Fuimos testigos de ello a lo largo del siglo XX porque como plantea Harari (2016):
La humanidad aceleraba en la autopista liberal en el verano de 1914 cuando de pronto tomó un desvío equivocado y entró en una vía sin salida. Entonces necesitó ocho décadas y tres horrendas guerras globales para encontrar de nuevo el camino a la autopista. (P. 297)
Antes de continuar con este orden de ideas, es menester recoger las diversas bases teóricas que servirán como punto de partida del análisis. Vale decir que la libertad no es un ideal utópico que se encuentra solo en libros, es mucho más que un valor ya que es un modo de vida. Para Butler (2013), “La libertad es más que simplemente no estar encarcelado o esclavizado. Es tener el derecho de actuar, hablar y pensar como uno quiere, sin que otras personas, incluso aquellas que tienen cargos oficiales de autoridad, nos impongan restricciones opresivas.” (p. 22)
En medio de tropezones y caídas, el cambio en el siglo XXI fue notable. Desde el año 2008 hasta el 2018, el Índice de Libertad Humana del Cato Institute y el Fraser Institute, refleja que la libertad humana ha oscilado entre 7 y 6.90 puntos en una escala de 10.
En esta misma línea, desde el año 2008 hasta 2021 la libertad económica pasó de un promedio de 60.3 a 61.6 en una escala de 100 puntos de acuerdo al Índice de Libertad Económica de The Heritage Foundation. En los últimos catorce años del Índice de Libertad Económica, Hong Kong ha ocupado el primer lugar en el ranking mundial, contando así con el nivel más alto de libertad económica. En segundo lugar se encuentra Singapur, seguido por Australia.
En cuanto a esto, existen dos aspectos que resulta importante destacar. Primero, podemos concluir que las tres economías más libres del mundo se encuentran entre el continente asiático y el pacífico. Segundo, las economías más libres del mundo son antiguas colonias británicas como Hong Kong y Singapur. En el caso de Australia, esta nación aún forma parte del Commonwealth británico.
Deteniéndonos a analizar un caso particular, podemos indagar en Hong Kong —región administrativa especial de la República Popular China— país que estuvo bajo control británico desde 1842 hasta 1997, año en el cual el Reino Unido transfiere nuevamente la soberanía de Hong Kong a China. Desde ese año, el régimen administrativo de Hong Kong se rige bajo el principio chino de «Un país, dos sistemas», mediante el cual se establece que es posible que, dentro de un mismo país, existan regiones con distintas políticas económicas como Hong Kong y Macao. Por ello, Hong Kong se erige como una de las economías más libres del mundo.
En segundo lugar, encontramos a Singapur, país que estuvo bajo el dominio británico desde 1946 hasta alcanzar su independencia en 1963. Al igual que Hong Kong, Singapur resulta ser un caso interesante de estudio ya que se compone de sesenta y tres islas englobadas en cinco consejos de desarrollo, convirtiéndose así en una Ciudad-Estado. Al ser una combinación de islas, posee un acceso privilegiado al mar, albergando así uno de los puertos más transitados del mundo. Desde su independencia, adoptaron una política de industrialización de su economía, razón por la cual ahora es un país desarrollado con la economía más libre del mundo.
Por último, Australia forma parte del Commonwealth of Nations —o la Mancomunidad de Naciones— desde 1931. Gracias a sus políticas económicas enmarcadas bajo la economía de mercado, Australia forma parte de las cinco economías más libres del mundo con medidas enfocadas en la desregularización del mercado, la privatización de empresas y la reducción de los impuestos.
Tanto Hong Kong como Singapur y Australia, son solo tres ejemplos de cómo las políticas enfocadas en la libertad pueden cambiar el destino de toda una nación y el futuro de sus ciudadanos.
Sin duda alguna, la libertad es el motor principal para el desarrollo —no solo económico sino también político y social— ya que ofrece el ambiente perfecto para que cada ciudadano tenga la capacidad y cuente con las herramientas para desarrollar su proyecto de vida con los medios y métodos que considere más adecuados.
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