La democracia nos abandonó 2.0

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Una vez más, queda en evidencia la mentira de la libertad de elección. En realidad, los “democráticamente correctos” son solo unos pocos: los políticos. Son ellos quienes, a través del populismo, han construido una falsa sensación de libertad.

Lejos de ennoblecer o ilustrar, la participación política y la deliberación democrática tienen más probabilidades de corromper y embrutecer. Como señala Brennan (2016, p. 408) la democracia convierte al ciudadano en un instrumento al servicio del poder. Sin embargo, cuando este se disgusta, lejos de asumir responsabilidad, espera cada cierto tiempo para cambiar de camiseta, sin notar que sigue jugando el mismo juego. Así, la democracia impone ciertas formas de pensar como correctas sobre otras, sofocando la diversidad cognitiva y contradiciendo la premisa de que “dos cabezas piensan mejor que una”.

Por esta razón, la democracia sin límites se ha descrito como dos lobos y un cordero votando para decidir qué van a cenar (Palmer, 2013, p. 150). ¿Es posible hablar de verdadera libertad en este sistema? En teoría, sí. Pero si la libertad de elegir nos conduce a más preguntas, es porque, como menciona Vargas Llosa en “La llamada de la tribu”, la democracia ofrece una libertad positiva cuyo alcance es cuestionable.

“¿Cómo puede un analfabeto disfrutar de la libertad de prensa? ¿De qué le sirve la libertad de viajar a quien vive en la miseria? ¿Significa acaso lo mismo la libertad de trabajo para el dueño de una empresa que para un desempleado?” (Vargas Llosa, 2018, p. 161).

Aquí se revela una verdad incómoda: el ciudadano promedio sufre el efecto Dunning-Kruger. Su incompetencia política lo hace incapaz de reconocer quién es más competente que él, lo que pone en duda la legitimidad del sistema basado en el voto popular.

Por desgracia, la libertad es, en la mayoría de los casos, incompatible con la igualdad. Como señala Patil (2024), no debería sorprender que las democracias violen sistemáticamente los derechos naturales. Hoppe va más allá al afirmar que la democracia fomenta una cultura de irresponsabilidad política y económica, donde los derechos individuales se sacrifican en nombre de una visión cortoplacista del poder. En su búsqueda de apoyo popular, la democracia ha degenerado en un sistema de expoliación donde la voluntad de la mayoría justifica cualquier atropello.

Entonces, ¿qué es realmente la democracia? ¿Es el gobierno del pueblo o simplemente la ilusión de control? La pregunta queda abierta. Lo cierto es que, mientras se confunda la libertad con el derecho a elegir entre opciones predefinidas, difícilmente seremos verdaderamente libres.

Referencias bibliográficas:

Brennan, J. (2016). Contra la democracia. Instituto Juan de Mariana.
Palmer, T. G. (Ed.). (2014). Por qué la libertad: Tu vida – tus elecciones – tu futuro.
Fundación para el Progreso, Students for Liberty, Cato Institute and Atlas Economic.
Patil, S. (2024, 22 de Junio). Democracia no es lo mismo que libertad. Mises Institute.
https://mises.org/es/mises-wire/democracia-no-es-lo-mismo-que-libertad
Vargas Llosa, M. (2018). La llamada de la tribu. Alfaguara.

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