La delincuencia en tiempos de cólera

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Como por una de esas casualidades de la vida, que la gente moderna confunde con el designio de los astros, una semana antes del episodio de la carcel de Devoto, donde los prisioneros se hicieron dueños del lugar a la fuerza (para dar lugar a la bochornosa negociación con criminales por parte del gobierno, otorgándoles a mucho prisión domiciliaria), “Estudiantes por la libertad” de Rio cuarto, discutió sobre el libro “Los miserables”, de Victor hugo.

¿Qué relación hay con este libro? Muchas, pero yo quiero quedarme con uno de las preguntas de este libro: “¿Es la sociedad culpable de la delincuencia?”. Para Victor hugo sí. Nosotros veremos distintas posturas.


Leandro Tejada

Activista. Estudiantes por la libertad Río cuarto.


Para resumir, el libro va de un ex presidiario, Jean Valjean, que por ser excluido de la sociedad, termina robando un pedazo de pan para darle de comer a los hijos de su hermana y a esta última. Lo atrapan, y va preso. Trata de escapar muchas veces, y lo atrapan en todas. Su pena es cada vez es mas grande, y termina pasando 19 años en prisión. En la carcel se vuelve un resentido social por las torturas, las malas condiciones, sumado a que la exclusión lo llevó a cometer tal delito. Luego, por situaciones de la vida, conoce un cura, que lo entiende, que es empático con él, y que lo perdona por sus actos. Y Jean Valjean, acostumbrado a que hablen mal de él a sus espaldas, por ser un ex presidiario, cree en la resurreción. Se vuelve bueno.

¿Es posible que ocurra eso en la vida real? ¿Es posible que el abandono, la exclusión social lleve a uno a cometer delitos y lo único que se necesita para ser bueno es que nos entiendan, que sean empáticos con nosotros?  Yo, que mi principal fuente de sabiduría es el arte, decidí buscar otros ejemplos en obras artísticas, que pudieran confirmarlo o negarlo.

La primera que se vino a mi mente, por su cercanía en el tiempo, es el “Joker”, protagonizada por el estupendo Joaquin Phoenix. La mayoría la vimos, y quedamos sorprendidos por una de las ultimas escenas: la entrevista con Murray. En ella el Joker da un discurso:”Maté esos tres tipos porque eran detestables. Todos son detestables hoy en día. Lo suficiente para que uno se vuelva loco (…) ¿Por qué todos estan tan tristes por estos tipos? Si hubiese sido yo el que moría en la calle hubieran pasado encima mío. Paso todos los días y nadie me reconoce”. Y en un “chiste”: que da más para llorar que para reírse, concluye: “¿Qué obtienes  cuando cruzas un solitario enfermo mental con una sociedad que lo abandona y lo trata como basura? Te voy a decir lo que obtienes ¡Obtienes la mierda que te mereces!”. Vemos el disparo, y todos saltamos del asiento alucinados por lo que acaba de pasar.

¿Es justificable la acción del Joker? Para nada. ¿Es entendible? Dependerá de la empatía y el código moral del espectador. Pero preguntemonos ¿Qué habríamos hechos nosotros si la sociedad nos trata mal, y sobre eso tenemos una enfermedad mental que hace peor la exclusión? ¿Habríamos sido buenos, útiles para los demás y para nosotros mismos?

 Luego,  una serie vino a mi mente, por ser una de mis favoritas: “Monster” (Monstruo) del japones Naoki Urasawa. Ambientada en Alemania post caída del muro de Berlin, nos muestra la historia de Johan Liebhart, un joven que busca vengarse de los comunistas que “experimentaron” con él, para hacerlo el “nuevo hombre socialista”, destruyendo quien se cruce a su paso, para poder terminar en el “suicidio perfecto”, siendo olvidado por todos los que lo conocieron. Johan tenía una hermana melliza, Nina, que contrasta por su dulzura y buena persona que es  ¿Por qué es así ella y él es un ser repulsivo? Con los capitulos la duda se hace más grande. Nos enteramos que en realidad la que sufrió las torturas fue su hermana, y él sufre transtorno de personalidad creyendo que fue él el torturado. ¿Qué paso, entonces? ¿Qué le ocurrió? En el último minuto de la serie nos dan la respuesta. En un recuerdo de Johan, nos muestran cómo, cuando los comunistas tocaron la puerta,  obligaron a la madre a elegir entre él y su hermana para ser conejillo de indias. La madre duda un rato. Pero al final elige a Nina. No obstante, esta impresión quedó graba en su corazón. La serie termina con estas palabras de Johan: “¿ Por qué dudaba? ¿A quién quería abandonar? ¿Cuál de nosotros era el prescindible?”…Lagrimas, angustia y más lágrimas, mientras descubrimos que el “monstruo” de la serie no era Johan, el villano, sino la madre.

Hasta aquí, todo parece indicar que si nos sentimos excluidos, ya sea por la sociedad o por quienes amamos, podemos transformarnos en seres malvados.

Pero de repente otra obra cruzo en mi cabeza.

“Memorias del subsuelo” , novela del ruso Fiodor Dostoiesvky, admirador de Victor Hugo cabe aclarar, vino a iluminarme con una frase . El relator de las memorias, un tipo cínico, nefasto, desagradable, pero muy sincero a veces, nos cuenta su observación sobre el espíritu humano:

“(…)incluso si se comprobara que el hombre no es más que una tecla de piano y se le demostrase matemáticamente, el hombre no sentaría la cabeza: seguiría haciendo disparates, solamente para evidenciar su ingratitud y de que es un hombre y no una tuerca. “.

 En este parrafo explica que aunque se demostrara que el ser humano no tiene libre albedrío, que no somos más que una simple “tecla de piano” que da siempre la misma nota no importa el contexto o nuestros pensamientos, nosotros aún haríamos el mal  por placer, porque somos necios, y queremos demostrar constantemente nuestra  libertad.

 ¿Quìen tiene razón en esta discusión? ¿Son los delincuentes victimas de una sociedad que los abandona? ¿Son fruto del libre albedrío, siendo responsables ellos de su maldad? ¿O serán malos para toda la vida y lo unico que les corresponde es plomo en la cabeza para ahorrar impuestos? Yo creo que todas las partes tienen algo de razón. Si somos excluidos de la sociedad, no será agradable, y más si desde nuestra niñez hemos visto las peores cosas de la vida (el alcohol, violencia, robos, drogas, abusos sexuales). “¿Es la vida esto y yo tengo que acostumbrarme a ello?”, nos preguntaríamos. Pero ahí entra el libre albedrío con nuestra consciencia diciéndonos “No tienes porqué ser así de malo, puedes ser mejor”. Sin embargo, si sos un enfermo mental irrecuperable dudo que el libre albedrío te funcione ( aunque el tema de los enfermos mentales necesita más debate. Uno más científico. Donde se demuestre si son recuperables o no).

En fin. Yo solo puse unos ejemplos. Y entre esos extremos hay un montón de matices. Sin embargo, creo que toda esta discusión se llevaría mejor si entendieramos que no somos “teclas de piano”. No porque la sociedad nos trate mal significa que nos haremos malvados. Y no porque hayamos hecho maldades las seguiremos haciendo.


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