Al finalizar la primera guerra mundial se firmó el “Tratado de Versalles”, un acuerdo que, además de firmar la paz entre los países beligerantes, ayudó a la creación de la Sociedad de Naciones impulsada por el presidente estadounidense Woodrow Wilson, lo que después se transformaría en la ONU (Organización de Naciones Unidas). Pero no todas las clausulas del tratado eran tan benevolentes; se impuso a las potencias centrales pagar enormes reparaciones de guerra a los vencedores, y se obligó a Alemania tomar toda la responsabilidad por la guerra en la que murieron más de 16 millones de personas.


Los años posteriores, si bien fueron muy tristes, son un gran ejemplo del peligro de la creación de dinero artificial desmedido, y de lo duro que pueden ser las inflaciones para las personas de una Nación. (Si no sabe qué es y como funciona la inflación puede leer el artículo que escribí con ese mismo nombre). Para pagar la enorme deuda con Francia y Bélgica, Alemania tuvo que imprimir ingentes cantidades de dinero, creando billetes que no tenían ningún respaldo en oro, los llamados Papiermark, lo que los llevo a una hiperinflación. Para 1921, 60 de estos marcos equivalían a un dólar, pero las cosas emporaron drásticamente. 

Una onza de pan, que en enero de 1923 costaba 250 marcos, para noviembre de ese mismo año salía 200,000,000,000 de marcos alemanes. Un periódico que en mayo de 1922 se compraba por un marco, costaba 70,000,000 en noviembre de 1923. La cantidad de dinero que inundaba las calles era tal, que las familias preferían encender billetes para calentar sus hogares en vez de usar carbón o madera; se fabricaban juguetes para niños hechos con billetes; se generaban largas filas en todos los negocios de gente desesperada por gastar su dinero antes de que los precios subiesen; las casas se empapelaban con billetes; los billetes se pesaban porque eran demasiados para contar y la gente lo llevaba en carretas; los precios se duplicaban cada cuatro días; era un desastre.

La lección que aprendemos es que el dinero no es riqueza. No se puede eliminar la pobreza regalando dinero, la riqueza de un país esta en los bienes y servicios que produce, es por eso que se debe aumentar la productividad, para que haya más, y a nadie le falte nada. El dinero no vale nada, lo que vale es lo que uno puede comprar con el dinero. 

Hoy los argentinos son rehenes de sus políticos, quienes devalúan la moneda para robar de forma discreta a sus conciudadanos, y así enriquecerse y regalar dinero a una gran masa de votantes que no entienden como funciona el engaño. Se prohíbe la compra de dólares, ahora no podemos escapar de la manipulación y nuestros ahorros se escurren en nuestras manos. Se prohíbe escapar del campo de esclavos llamado peso argentino mientras se rompen récords de impresión de dinero. Probablemente para el año 2021 la inflación tendrá 3 dígitos. ¿Se darán cuenta algún día los argentinos de la trampa? ¿Seguiremos siendo esclavos? Solo el tiempo lo dirá.


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