Hace más de setenta años el escritor británico George Orwell publicó una de sus célebres obras conocida como «1984» y para muchos seguro que la sociedad relatada en el libro les resultó algo muy lejano a la realidad. Al publicarlo estaba terminando la Segunda Guerra Mundial y algunos elementos utilizados en la obra presentan similitud con la situación posguerra.
El libro relata un mundo donde los países ya no existen y las sociedades fueron divididas en tres superpotencias bajo el nombre de Oceanía (lo que conocemos como Reino Unido, América, África y Oceanía), Eurasia (la antigua Unión Soviética y el resto de Europa) y Asia Oriental (Japón, China y Corea).
Por su parte, Oceanía se encontraba dominada por un régimen totalitario sostenido por Ingson, el partido de gobierno que hace alusión al socialismo inglés. Con su lema de «Guerra es Paz, Libertad es Esclavitud, Ignorancia es Fuerza», se incrustaban en la sociedad eliminando la idea del ser humano como individuo, y representados por una figura conocida bajo el nombre del «Gran Hermano», el cual todos los ciudadanos tenían que adorar al mejor estilo norcoreano de los Kim y su dinastía.
Las calles de la ciudad estaban repletas de propaganda alusiva al Gran Hermano junto al lema de «El Gran Hermano te vigila». Y esto no era mentira, los habitantes estaban bajo vigilancia siempre con «telepantallas» en sus casas por donde la «Policía del Pensamiento» conocía todos sus movimientos.
Cuando alguna persona mostraba indicios de conspiración contra el Gobierno o «crimen mental», desaparecia sin dejar rastro como sucede actualmente con las desapariciones en Venezuela y Nicaragua por fuerzas policiales.
Por otro lado, algo que causa molestia en los dictadores totalitarios es la historia y al tomar el poder siempre intentan reescribirla hasta que todos piensen que es falso lo que realmente sucedió. Un ejemplo de esto es cuando el protagonista, Winston, es torturado en el «Ministerio del Amor» hasta reconocer que 2+2 era igual a 5. La función de reescribir la historia se encontraba en manos del «Ministerio de la Verdad» donde eliminan de periódicos y libros todo lo relacionado a enemigos del Gran Hermano como también cualquier indicio de debilidad.
Como si fuera poco, los ciudadanos solo podían adquirir ciertas cosas permitidas por el Partido, siempre y cuando no hubiera escasez y en determinados días. El Gobierno prometía aumentar la ración correspondiente de cierto alimento pero si no lograban cumplirlo, el Ministerio de la Verdad se encargaba de eliminar cualquier evidencia de esto.
1984 llama a la reflexión sobre la gravedad de los regímenes totalitarios ya que no son solo un peligro para las democracias en el resto del mundo.
En cada país gobernado por un dictador, hay millones de individuos que carecen de libertad en todos los ámbitos o que incluso nunca han llegado a conocerla pero que intentan, tal como lo hizo en muchas ocasiones Winston, llegar a ella.
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