Vivimos tiempos oscuros. El coronavirus es la chispa que reflejó las condiciones político-culturales de la sociedad argentina. Los Estados lejos de perder poder, se fortalecen. El avance tecnológico lejos de reportar solamente alegrías y beneficios al mundo, ha producido mayor eficiencia en las técnicas de coerción de las libertades individuales en torno a la protección de la Seguridad. Muchos filósofos han remarcado esta cuestión durante los últimos tiempos. Byung Chul Han está en lo correcto al decir que los modelos asiáticos de acción estatal serán globalizados. Al margen de la acción estatal, hay una sociedad (en términos mayoritarios) que ha legitimado el avance del Estado en nombre de la seguridad. El Estado de Excepción deviene en regla.
Brian Frojmowicz
Coordinador senior de Estudiantes por la lIbertad. Futuro coordinador del centro de Argentina. Estudiante de Ciencia política en la UCEMA.
En el análisis político no se puede obviar la cultura política. La racionalidad, lejos de actuar de manera “parecida” en todos los lados, depende de los diversos procesos de socialización en los cuales los sujetos se ven inmersos durante su vida. El tipo de régimen político dependerá en gran medida de la cultura política existente. Por más que le desagrade a algunos liberales ingenuos, la política juega un rol determinante en la vida de los sujetos. Los individuos no son puntos en sí mismos, atomistas y “egoístas” sino que dado que el ser humano es gregario, nuestra vida se desarrolla en la comunidad. El liberalismo político originario lejos de repudiar la política y los marcos comunitarios buscaba la mayor autonomía posible del individuo dentro de los marcos sociales existentes.
Si algo ha demostrado la legitimidad de las medidas del gobierno de Alberto Fernández y el apoyo masivo de una prensa acrítica e irreflexiva, es la anomia institucional y republicana que posee nuestro país que es exclusiva consecuencia de 80 años de decadencia institucional y política (¡¡¡no solamente económica!!!) donde la democracia representativa y el sistema republicanos son subsumidos al caudillismo, la democracia delegativa y la parla populista. El error fundamental del liberalismo o debería decir de esta especie de “neo liberalismo” (diferenciándolo del liberalismo político clásico, no en la acepción de izquierdas) fue y es negar los vínculos sociales, la necesidad de participar en política y la falta de empatía.
Quiero hacer pie en esto último. Es muy fácil desde una posición X, hablar de que el individuo necesita tener autoestima, ganas de vivir, responsabilidad por la libertad y etc. Ahora bien, qué autoestima puede tener un sujeto que no sabe si va a comer al día siguiente. Si en algo los líderes populistas nos han ganado es en ese vínculo empático. Yo no estoy diciendo que hay que quitarle al rico para darle al pobre pero si digo que me es insoportable ver a un pobre en la calle sin nada para comer. La batalla no se da sólo mostrando curvas de oferta y demanda que al fin y al cabo terminan llegando a un cierto sector, sino que debe ampliarse a todos los espectros sociales. La solidaridad bien entendida (no como lo hace el gobierno neo kirchnerista) es esencial.
El puntero político, el referente de los barrios carenciados que hace piquetes, el cura villero,etc., son típicos ejemplos de promotores de la democracia iliberal que han entrado como actores fundamentales de la vida cotidiana de los individuos que viven en dichas situaciones. Algo fundamental que debemos aprender es que si existen los marcos culturales condicionan las existencias. No es determinismo cultural pero si es realidad social. No podemos ser tan estúpidos (y perdónenme la palabra) de creer que un pobre en el conurbano tiene la misma libertad de acción que un rico de Recoleta. Al abandonar el espacio de la política y la vocación de transformación social por medio de la ideas del liberalismo, nos hemos recluido en una posición que es principalmente anti utilitaria: El liberalismo político está muerto en Argentina.
La persona que no ha visto trabajar por décadas a su familia, el niño que no puede disfrutar de libros de macro y micro porque tienen que salir a trabajar para ganarse el pan, el tipo que vive encerrado en la droga como escape a la durísima realidad en la que vive no son ni John Galt ni cualquier otra realidad de tipo Ceteris Paribus que no tienen nada que ver con “lo real”.
Tenemos claro que el estatismo en Argentina y en el el mundo ha sido una máquina de crear pobres. Ahora bien, en aquellos lugares donde deberíamos actuar para transformar socialmente las existencias, para brindar otro marco cultural, para ejercer un proceso socializador que reivindique la libertad democrática sin caer en atomismos idiotas, no estamos. La guerra está perdida desde cero sin abandonamos la batalla en los lugares que nos resultan ajenos a nuestro mundo de la vida cotidiano.
El atomismo anti social, el odio a la política y la ingenuidad economicista son varios de los virus internos que corroen al liberalismo. El covid 19 y sus implicancias en la realidad social son señales de alerta para nuestras propias flaquezas. No le pidas a alguien que toda su vida ha consumido únicamente populismo, que de un día para el otro se haga liberal. Si no hay oferta de liberalismo (es decir personas militando las ideas) en aquellos sectores “populares”, no pida desde un twitter que “todos los pobres de La Matanza se mueran por peronistas”. En síntesis: Eliminaremos al virus o el virus seguirá destruyéndonos.
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