Cuando en el año 2019 el expresidente huía, se desconocía al siguiente gobierno. Años después, en específico hoy, sabemos bien que el socialismo mutó, solo por denominación; al contrario, se clasifican en capitalistas.
En las pasadas elecciones, la incertidumbre invadía a toda Bolivia sobre quién sería el próximo presidente. “¿Grata o un cachetón?”, fue la respuesta. Alguien salió de la nada, lo que la mayoría de los bolivianos comentaba: “¿Quién es ese?”. Lo cierto es que no era tan desapercibido como creíamos. Se vio un fuerte movimiento sorpresa dentro de sus filas, lo que demostró una alianza desde hace un buen tiempo.
¿Todo estaba planificado? No lo sabemos, pero lo que sí sabemos es quiénes son.
Los socialistas son una corriente filosófica, más no económica. En Bolivia pasa algo totalmente incoherente: no reconocen sus líneas. Pero hoy, después de estas elecciones, quisiera contar, con breve experiencia, los acontecimientos del 2019 y que ustedes mismos refuten qué es la libertad y por qué debemos protegerla.
Testimonio: la pérdida de la libertad
“Eran las 18:00 horas. Los niños salían a jugar a los parques de recreación; todos sonreían y jugábamos libres en la hamaca, subiendo y bajando en el resbalín, con risas descontroladas.
De pronto, muchas personas, ciudadanos bolivianos afines a un partido político, llegaron con palos y petardos. Nos emboscaron, y todos los niños huimos hacia nuestras casas. Algunos padres, asustados, corrieron hacia los suyos; dejaron tirados a unos. Un niño menor de cuatro años, al intentar huir, se cayó. Nadie lo levantó, al contrario, pasaron encima suyo. Un joven, amablemente, lo levantó y lo llevó en su espalda para huir.
Nadie se imaginaba eso, aunque estuviésemos bajo toque de queda. Lo que pasa es que vivíamos muy lejos de las pugnas políticas. Pero eso no nos salvó. Al llegar, todos corrimos como nunca y, al parecer, los adultos veían normal esta situación. Yo me ardí en espíritu por las injusticias y por qué nos maltrataban, por qué teníamos que huir con miedo si eran nuestros propios hermanos bolivianos. Yo no entendía.
Pero qué podría esperar, si mis padres vivieron algo similar en 2003, en la guerra del gas. Jamás entendí por qué teníamos que sufrir y esperar tanto atropello, pero no quería que siguiera pasando. Todos aceptaban ser encerrados y maltratados por organizaciones del gobierno. Ese día dejé de pensar como una niña, porque junto a esa caravana y los maltratos se llevaron mi felicidad. El parque quedó destruido, y con él, mi sonrisa.”
Reflexión sobre la violencia política
Ahora bien, ¿esto es justo? ¿Un partido puede promover actos de violencia? Creo que todos sabemos que no. Pero, ¿lo aceptamos? ¿Por qué?
Un día, al parecer, hicieron pequeños actos de ayuda. Los mismos, pero con otro nombre, con otra sigla, con las mismas ideologías, suceden al anterior gobierno. ¿Una nueva oveja pretendiendo ser nuestro redentor?
Todo apunta a una era prolongada de colas, escasez y jóvenes que, cansados, dejan atrás su país, sus recuerdos y los sueños de crecer junto a sus seres queridos, para entregar sus años más preciados a un empleador explotador en tierras extranjeras. Mismo caso de miles de jóvenes profesionales y estudiantes que emigran a Chile y demás países.
El falso liberalismo y la mutación ideológica
Hace unos días, dos figuras aparecieron: una de la nada y otra, el viejo como el vino, pero no tan bueno. Sin embargo, el liberalismo no tiene hoy representantes sólidos en Bolivia.
Vale recordar que el liberalismo, en su forma más básica, es una filosofía política y económica que defiende la libertad individual y promueve el libre mercado. Como bien decía Ayn Rand:
“El hombre, cada hombre, es un fin en sí mismo, no el medio para los fines de los demás.”
De ahí que el verdadero liberalismo rechace alianzas con políticos que manipulan su esencia para convertirla en un eslogan vacío.
Bolivia atraviesa un proceso de mutación ideológica. Se adoptan etiquetas de “liberal” que no responden a la filosofía genuinamente acuñada, sino a influencias vecinas, particularmente de Argentina, mal interpretadas o incompletas.
Los candidatos emergentes se presentan como alternativas frente al socialismo disfrazado de derecha, vendiéndose como la solución salvadora de un país en crisis. Pero el riesgo está en que, sin fundamentos claros, estas posturas se transformen en nuevos fanatismos.
Populismo, deuda y crisis económica
Frédéric Bastiat advertía ya en el siglo XIX:
“El Estado es una gran ficción mediante la cual todo el mundo trata de vivir a expensas de todo el mundo.”
Y eso es exactamente lo que vemos en las propuestas populistas que se repiten: bonos, rentas y dádivas que hipotecan el futuro con deudas que ya superan los límites de las arcas nacionales.
El resultado lo sufrimos en carne propia: despidos, empresas cerrando y bolsillos más vacíos, con precios inalcanzables en los mercados.
El liberalismo auténtico y la educación como salida
No todo, sin embargo, debe reducirse a crítica. El liberalismo auténtico, además de defender el mercado y la propiedad privada, coloca al pensamiento crítico y a la educación como ejes centrales para construir sociedades libres. “Un país no se salva con un mesías, se salva con ciudadanos libres y de criterio crítico.”
Si Bolivia desea un futuro distinto, debe apostar por individuos formados que comprendan las ideas de la libertad, que participen activamente en el debate cívico y que no caigan en la trampa de un líder que promete lo imposible.
El caso de los autos “chutos” legales para Bolivia es ejemplo de esto: traería problemas internacionales con el vecino próximo a la costa del Pacífico.
Conclusión
Bolivia desea un futuro distinto y, para lograrlo, debe apostar por individuos formados que comprendan las ideas de la libertad, que participen activamente en el debate cívico y que no caigan en la trampa de un líder que promete lo imposible. El caso de los autos chutos legales para Bolivia es un ejemplo de esto, ya que traería problemas internacionales con el vecino próximo a la costa del Pacífico.
La educación, al final, es fundamental para Bolivia; lo que importa es comprender, reflexionar y participar. La formación crítica es lo que puede colocar a Bolivia en un nuevo lugar en la historia: un país libre, consciente y dueño de su propio “Destino”.