En 1873 Alemania empezó con el patrón oro clásico (Gold Standard), donde cada unidad monetaria estaba respaldada por una cantidad equivalente en oro. El dinero era un reclamo con el que se podía ir a un banco y pedir que te entreguen tu dinero (oro) a cambio.


Esto fue así hasta la primera guerra mundial, donde los países necesitaban financiar sus gastos bélicos. En ese momento los gobiernos empezaron a imprimir más de estos reclamos (dinero) que el oro que tenían en sus reservas, suspendiendo así la convertibilidad vigente hasta el momento. A partir de entonces muchos de los países beligerantes sufrieron grandes inflaciones, especialmente los perdedores del conflicto, que fueron obligados a pagar las reparaciones de la guerra e imprimieron billetes para hacerlo.

Desde 1914 en adelante el patrón oro no fue lo que era, es por esto que en 1944 se juntan en Bretton Woods (New Hampshire, EEUU) los líderes y economistas de los países aliados durante la segunda guerra mundial para crear un nuevo orden monetario mundial: Se crean el FMI, el Banco Mundial y el gobierno estadounidense se compromete a que desde ese momento cada onza de oro sería equivalente a 35 dólares. El resto de monedas del mundo habían perdido gran parte de su valor así que el dólar se convierte en la moneda con la que se harían la mayoría de transacciones internacionales. Esto es un gran privilegio para EEUU ya que puede endeudarse y pagar su déficit simplemente imprimiendo su propia moneda sin quebrar (nominalmente).

Luego, durante los años 60 el gobierno estadounidense afronta la guerra de Vietnam y en palabras de Paul Volcker (ex presidente de la FED) “invertíamos en el extranjero más de lo que el resto del mundo invertía en Estados Unidos”. Todos estos gastos hacen que el país sume un gran déficit (mucho menor que el actual), lo que hace que el sistema quiebre. En 1971 Richard Nixon anunció que EEUU rompería la convertibilidad acordada y abandonaría el patrón oro, lo que es considerado el único Default en la historia de los norteamericanos.

Desde que se abandonó enteramente el patrón oro vivimos en un sistema de dinero fiduciario, donde las monedas no tienen respaldo alguno y los gobiernos son capaces de robar a sus ciudadanos a través de la inflación. Es por esto que nacen las criptomonedas, como una forma de escapar del impuesto inflacionario. Sin embargo, los Estados intentan mantener cautivas a las personas en sus monedas por lo que muchos gobiernos han restringido las monedas digitales. En octubre de 2020 el BCE (Banco Central Europeo) analiza crear su propia moneda digital para mantener el monopolio de la creación de dinero. En palabras de Daniel Lacalle: “La idea de una moneda digital creada por el banco central es una contradicción en si mismo, la razón por la que inversores y ahorradores quieren una moneda digital es porque quieren escapar del riesgo de bancos centrales controlando la oferta monetaria y aumentando la oferta monetaria”.


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