Durante la Segunda Guerra Mundial, el proceso militar nacionalista del que formaba parte Juan Domingo Perón era abiertamente germanófilo. El mismo fundador del Partido Justicialista se había formado en Italia y tomó las principales ideas de Benito Mussolini para su movimiento. Aunque parezca increíble, la Carta del Lavoro fascista sigue inspirando la legislación laboral atrasada del peronismo. Hoy en día, ese apoyo al nazismo se encuentra remasterizado en forma de chavismo venezolano asesino y comunista.
El titubeo actual respecto a Venezuela, la especulación y la tendencia a estar del lado equivocado de la historia recuerda mucho a la alineación internacional de la Argentina durante la primera mitad del siglo XX. Recién un año antes del final de la guerra, las autoridades locales se animaron a romper relaciones formales con el Eje. El 27 de marzo de 1945, con el conflicto bélico absolutamente definido, Argentina declara finalmente que apoya a los aliados contra de la barbarie nazi.
Esa semana, la Alemania de Hitler tiraba sus últimas bombas sobre Inglaterra, con el territorio europeo absolutamente perdido. Un mes después, el psicópata del Führer se suicidaba en el búnker de Berlín. Aunque Argentina intentó ponerse del lado vencedor, los aliados jamás olvidaron su posición ambigua y filonazi. Esto fue algo que el país pagó muy caro durante muchas décadas. Parece que no aprendimos nada.
En efecto, apoyamos a Cuba, a China y ahora a Venezuela. Así, la regla es unívoca: cualquier régimen totalitario es el objetivo final de la Rotisería Los Kirchner, sea éste de carácter puramente fascista o rotundamente comunista. No obstante, un dato juega a favor de los seres libres y racionales. El fascismo de aquel peronismo primigenio e, incluso el cristinismo del “vamos por todo” entre 2011 y 2015, han sido direcciones unívocas en completa relación con los mandamientos religiosos de la coalición dominante o la arquitecta egipcia. Ahora, el doble comando o, mejor dicho, el régimen vice-presidencial con oficinas en Juncal y Uruguay, controla los mandos del país. De esta manera, los miembros del albertismo más moderado sufren ataques constantes ERP de Instituto Patria que retumban como las bombas de la Alemania Nazi.
La pelea entre ellos es positiva por la falta de coherencia y consecución del proyecto totalitario del fascismo cristinista. Esto erige la multiplicidad de oportunidades de las manifestaciones de la oposición organizada socio-políticamente en tanto tal. No es un momento cómodo para el gobierno porque el fuego amigo posee mayor intensidad que el fuego de los incendios en Córdoba y eso, solo puede significar una cosa: la delgada línea que sostiene como un alambre a la maquinaria del frente de todos, cada día está más próxima a su rompimiento. Es solo cuestión de tiempo pero también de movimiento. Causa y efecto son motivo y origen del fracaso nacional. En solo 10 meses se perdió toda esperanza en aquel granero del mundo.
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