¿Es la economía naranja una opción real por la que debemos optar como sociedad? ¿Merece la atención de los liberales en momentos en donde resulta evidente el fracaso del estatismo?
Entre las ideas populares pero sin una base sólida que se pueden destacar, hay una que desde hace un tiempo pretende convertirse en la nueva forma de entender la economía. Una forma que hace gala de un descubrimiento que antes no se consideraba – supuestamente – en la dinámica económica diaria. Hablo de la economía naranja.
Se sostiene con entusiasmo que lo maravilloso de la economía naranja es que ésta considera con suma importancia la creatividad y la innovación como aquello que verdaderamente impulsa el desarrollo en las sociedades… Esta colorida “teoría” es por lo tanto, un postulado en favor de lo que John Howkins1 llama economía creativa2.
Es ahí donde está el detalle… La economía naranja, resulta de no entender el evidente pleonasmo en la expresión “economía creativa”.
La economía es la ciencia de toda forma de «acción humana»3, ésta última entendida como todo acto deliberado con el que se pretende alcanzar determinados fines que el individuo descubre que son importantes para él.
¿Tiene esto algo que ver con la creatividad y la innovación? Totalmente. Sin embargo, para entender la relación por completo es necesario revisar lo que implica la acción.
El actor, es decir el individuo que ejerce la acción – lo cual representa el objeto de estudio de la economía según Ludwig von Mises4 – valora subjetivamente los fines que persigue. Los fines tendrán una importancia en su vida que no necesariamente será la misma que terceros puedan darle. De aquí parte que los medios utilizados para lograr un fin, también sean valorados de forma subjetiva por el actor. Un elemento cualquiera no tiene un valor objetivo como tal, sino que se convierte en un medio para un fin cuando el actor lo valora subjetivamente, es decir, lo considera útil porque entiende que le permitirá alcanzar lo que busca.
Hasta aquí no hay misterio alguno. Lo dicho anteriormente es siempre considerado por quienes están más o menos familiarizados con el estudio de la Ciencia Económica desde la perspectiva de la Escuela Austriaca, pero hay un aspecto olvidado en lo que respecta a fines y medios; y es más que frecuente pasarlo por alto y desviarnos del buen camino de la ciencia.
Este aspecto sobre los fines y medios es que no están dados.
Teóricos de renombre, como Israel Kirzner5 y Jesús Huerta de Soto6 han abordado este olvido con genialidad. En ambos casos, asocian el concepto de «acción humana» con el de «función empresarial», entendida como la acción que busca modificar el presente y conseguir objetivos en el futuro.
Esta idea de función empresarial es compatible con la definición de acción humana de Mises ya que siendo fiel a su origen etimológico, la palabra empresa proveniente del verbo latino in prehendo-endi-ensum que significa descubrir, darse cuenta de, atrapar7. Es decir, conlleva implícitamente la idea de acción.
La función empresarial – ahora indistinguible de la idea de acción humana – consiste en actuar de forma constante buscando, creando y descubriendo, nuevos fines y por lo tanto, nuevos medios para alcanzar dichos fines. Todo esto, respaldados con una valoración subjetiva de lo citado.
Aquí ya es evidente que los fines y medios no están dados, sino que son el resultado de la función empresarial cuyo motor es precisamente la creatividad y la innovación. La acción humana no es posible sin estos elementos ya que los individuos actúan haciendo uso de sus capacidades creativas para identificar problemas y dar soluciones, identificar oportunidades de ganancia o beneficios y abordarlas, o descubrir fines que desean alcanzar para su propio bienestar y felicidad.
Con esta comprensión, el desarrollo de las sociedades a futuro deja de ser un «porvenir» y se convierte en un «por-hacer» ya que el individuo no puede saber qué pasará mañana pero puede esperar que sus planes se hagan realidad a través de su acción. El futuro entonces, está abierto a todas las posibilidades creativas del ser humano.
La economía stricto sensu es un proceso dinámico en donde todos los individuos son actores creativos que a diario ejercen la función empresarial.
Doy por resuelta la confusión entonces, y queda destacado que la economía es creativa per se. No son necesarias las añadiduras de colores para el buen desarrollo de esta grandiosa y creativa dinámica.
No obstante, hay algo que es todavía más curioso de la economía naranja: su incesante apología al gasto público. Los defensores de este sinsentido teórico8 suelen sugerir la implementación de políticas públicas como condición sine qua non para estimular el sector de la cultura, las artes, entre otros. Por resultado, ideas como ésta, ganan aceptación entre políticos populistas cuyo gusto por el intervencionismo estatal provoca que la economía naranja sea utilizada como campaña política. Es aquí donde una inconsistencia pasa a convertirse en una perversión, ya que los políticos venden la idea so pretexto de que el mercado carece de los incentivos necesarios para apoyar dichas actividades, cuando en realidad – y este es un acierto que merece el reconocimiento a los promotores intelectuales de la economía naranja, aunque hayan llegado a él por serendipia – el sector de la economía creativa es movido por el mercado y va en crecimiento. Las políticas públicas que en todo caso favorecen al sector, son las mismas que favorecen a todos en general: libre mercado, solidez y confianza institucional, impuestos bajos y un mercado laboral sin regulaciones asfixiantes.
En manos de los políticos, la economía naranja se convierte entonces en una herramienta para captar votos bajo la promesa de gasto de público. Nada más alejado de lo que en realidad intenta – malamente – representar esta “teoría” que pretende blindarse del escrutinio intelectual con datos utilizados a su antojo de forma espuria; aunque le concederé una oportunidad y haré un merecido rescate bajo la siguiente pregunta:
¿Es la economía naranja una oportunidad que los libertarios tenemos para dar a conocer la importancia de un concepto de economía basado en la acción creativa para identificar fines y medios subjetivos? Considerando que el paradigma dominante en la ciencia nos dice que la economía es una teoría de la decisión sobre fines y medios objetivos y dados (y siempre conocidos), creo que el color no merece el total desprecio… Sí sus especiales reparos, pero no el desprecio. Me parece una gran oportunidad para demostrar una vez más a todos, que Mises tenía razón.
Notas:
- John Anthony Howkins es escritor y conferencista nacido en Reino Unido en 1945. Es licenciado en Relaciones Internacionales. Trabajó durante muchos años para el gobierno municipal de Shanghai – China a cargo de un departamento cultural. En 2002 publica su obra La Economía Creativa: cómo la gente gana dinero con las ideas, haciendo alusión a que la “economía tradicional” no considera el impacto positivo de las actividades culturales en la creación de riqueza. Habría que preguntarle a Howkins – quien no cuenta con formación en ciencia económica – ¿qué es la economía? También convendría saber por qué limita la creatividad al campo de la cultura y el entretenimiento, ¿acaso no se ejerce la creatividad en otro tipo de actividades económicas?
- Howkins define la economía creativa como el sector en donde el valor de los bienes y servicios se fundamenta en la propiedad intelectual, en donde él incluye la arquitectura, artes visuales y escénicas, artesanías, cine, diseño, editorial, investigación y desarrollo, juegos y juguetes, moda, música, publicidad, software, TV y radio, y videojuegos. La economía naranja considera como bienes y servicios creativos sólo a aquellos que forman parte de este arbitrario grupo señalado por Howkins, por lo que las demás actividades humanas no sólo no son creativas sino que son señaladas como obsoletas, haciendo uso de relaciones espurias entre por ejemplo, los ingresos generados por las industrias de videojuegos y los ingresos generados por la planta hidroeléctrica de las Tres Gargantas en China. No solamente la comparación es tendenciosa y desubicada sino que no toma en cuenta que las necesidades que satisfacen ambos servicios son diferentes y responden a demandas distintas. Toda relación estadística espuria es usada para evitar la obvia impresión que generaría alguien al decir que el complejo hidroeléctrico más grande del mundo carece de creatividad. Lo obvio sería pensar que esta persona no está asociada a la lógica.
- Ludwig von Mises, “El Hombre en Acción”, en La Acción Humana. Tratado de Economía, trad. de Joaquín Reig Albiol (Madrid: Unión Editorial, 2015), 15. Original: Human Action: A Treatise on Economics (New Haven: Yale University Press, 1949).
- Ludwig Heinrich Edler von Mises (1881 – 1973) fue un economista austriaco, además de historiador, filósofo y escritor. Es el más importante representante de la Escuela Austriaca de Economía en el siglo XX.
- Israel Meir Kirzner (nacido en 1930) es un economista judío de nacionalidad estadounidense, perteneciente a la Escuela Austriaca de Economía.
- Jesús Huerta de Soto Ballester (nacido en 1956) es un economista español asociado a la Escuela Austriaca, es abogado, filósofo, historiador, escritor y profesor.
- Jesús Huerta de Soto, “La Función Empresarial”, en Socialismo, Cálculo Económico y Función Empresarial (Madrid: Unión Editorial, 4ta ed. 2010), 42.
- Véase a Felipe Buitrago Restrepo e Iván Duque Márquez, La Economía Naranja. Una oportunidad infinita (Bogotá: Puntoaparte Editores, 2013).
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