“Cuando veo estas cajas, éxtasis”. La síntesis más perfecta del jefe maligno del proceso más destructivo desde la vuelta a la democracia. No fue un tuerto, pero ya está muerto. No quiero faltarle el respeto a Néstor Kirchner porque está muerto y no me puede contestar. No quiero ser ofensivo con su familia que lo recuerda a 10 años de su fallecimiento. Frente al dolor por la pérdida de un ser humano hay que ser muy prudente. Creo que no hay muerte buena. Y yo no celebro la muerte de nadie.
Pero tampoco quiero dejar de cumplir con mi tarea que es buscar la verdad, siempre desde la mirada crítica hacia todos los poderes. No creo que la desaparición física transforme en ángeles o próceres a las personas que en vida no lo fueron. Y en estos años fueron muchos los homenajes y las declaraciones que en su afán de transformar a Néstor en un mito, malversaron la realidad. Los muchachos de La Cámpora cantan que Néstor no se murió, que Néstor vive en el pueblo, la puta madre que lo parió. La ilusión y la metáfora son parte de la militancia. Es lícito para darse ánimo frente a la adversidad. Pero la realidad es que Néstor se murió hace 10 años.
“Entregó su vida por la patria, murió combatiendo”, dijeron varios de sus defensores más acérrimos. Aquí hay varias falsificaciones de los hechos que conviene aclarar. Néstor se murió en la cama y producto de una sumatoria de cuestiones médicas que él mismo no quiso atender. Sus rabietas envenenadas y sus constantes ataques no le dieron paz a su corazón y a su cerebro. Su estado se fue deteriorando y los médicos le advirtieron que debía modificar sus conductas obsesivas y vengativas.
No hay nada de épico ni glorioso en eso de no cuidarse y forzar el cuerpo hasta el límite de lo razonable. Tal vez me equivoque, pero no veo a Néstor en los homenajes de abajo hacia arriba. Todo lo contrario, lo veo celebrado desde arriba, desde el aparato del estado como fue durante todos estos años. No hay grandes movilizaciones en las barriadas humildes, emocionadas por la ausencia de Kirchner. Es la verdad. La cosa fue de arriba hacia abajo. Impuesta desde el gobierno y no surgió como algo espontáneo del ciudadano de a pie.
Por eso, todo se bautizó Néstor Kirchner. Represas, calles, avenidas, plazas y hasta cuestiones más insólitas. Pusieron una estatua de Néstor en Santa Cruz, y esta mañana entronizaron en el CCK una copia que trajeron desde Ecuador. Le recuerdo que esta última fue retirada del edificio del Unasur por votación de los legisladores ecuatorianos que no quisieron tener un símbolo de la corrupción en su tierra.
Alberto Fernández lo dijo muchas veces antes de ser presidente. Ahora dice que Néstor fue un genio. Y Cristina, también. Cambia, todo cambia. Por el contrario, creo que ambos formaron un sólido equipo para acumular dinero y poder con una codicia pocas veces vista. Han sumado millones y millones de dólares y cargos en todos los niveles del estado con una obsesión enfermiza. El momento en el que Néstor se abraza enamorado a una caja fuerte y entra en éxtasis, lo dice todo. ¿Se acuerda?
Hay decenas de investigaciones rigurosas de la justicia que prueban la asociación ilícita con la que se enriquecieron, saqueando al estado. Cristina y sus cómplices van a tener que explicar esto en por lo menos 6 juicios orales. Salvo que concreten su plan de poner la justicia al servicio de su impunidad. Están trabajando aceleradamente en eso. Todo el mecanismo de la estafa, fue idea y dirección de Néstor. Pero hace una década, cuando murió, fue Cristina la que heredó la fortuna y continuó con el plan sistemático de la cleptocracia, de los sobreprecios, las coimas y el lavado de dinero.
El robo del siglo comenzó desde el mismo desembarco de los Kirchner en la política santacruceña. Néstor, Cristina, sus hijos, testaferros y funcionarios más cercanos compraron terrenos muy valiosos en El Calafate a precio vil. Algunos pagaron 6 pesos el metro cuadrado. Un robo a mano armada del patrimonio público. El escándalo lo reveló a nivel nacional, cuando no, Jorge Lanata. Para muestra basta un botón. Es tanta la voracidad ilimitada por el dinero que uno de esos terrenos, Néstor lo compró a 132 mil pesos y en corto tiempo, lo vendió en dos millones de dólares a la empresa Cencosud. Un pase de manos vergonzoso. Pero eso no fue todo. Esos 132 mil pesos Néstor los pagó con un crédito del Banco provincial en 12 cómodas cuotas. Y era el gobernador.
Los Kirchner utilizaron varios mecanismos hasta convertirse en la familia que más robó desde el poder municipal, provincial y nacional. El armado que mostró el cuaderno de las coimas es de una precisión de relojería. Pero a gran escala, el latrocinio, tuvo un pico con los tristemente célebres fondos de Santa Cruz. Entre pitos y flautas se hicieron más de mil millones de dólares que se esfumaron en el aire. Nadie vio nunca una boleta de depósito, un papel que demostrara en que bancos estuvo esa fortuna y que intereses recibió. Jamás hubo rendición de cuentas. Todo fue oscuro y trucho.
Néstor apareció en el escenario nacional apadrinado por Domingo Cavallo y José Luis Manzano. Para los guardianes de hierro de La Cámpora, Menem, Cavallo y Manzano hoy son mala palabra y encarnan el neoliberalismo entreguista. Pero le estoy contando la verdad histórica. Está a tiro de Google. Quien quiera oír que oiga y quien quiera leer, que lea.
Es cierto que Néstor tenía mayor habilidad que Cristina como caudillo de los punteros políticos. Es verdad que era astuto para mover las piezas de los intendentes y gobernadores y disciplinarlos con látigo o billetera. Era alguien mucho más pragmático en el manejo de los porotos electorales. Pero eso no lo convierte en estadista ni mucho menos. Cristina ha sido mucho más dañina que Néstor en lo económico y en la multiplicación del autoritarismo. Su marido fue prolijo en las cuentas fiscales, en los superávit gemelos y al principio, con Roberto Lavagna, fue cuidadoso de los niveles inflacionarios. Cristina demuestra que la economía, siempre se le fue de las manos. Con el chiquitín Axel Kicillof en su momento y con Martín Guzmán, ahora. La hecatombe social actual, es un descontrol bañado con un relato presuntamente progresista, pero instaló los peores indicadores de pobreza, exclusión, desocupación y destrucción de empresas.
Cristina es peor que Néstor en la construcción política y en la economía. Pero eso no convierte a Néstor en un héroe por más relato que inventen. Los niveles de autoritarismo con intenciones hegemónicas fueron paridos por Néstor y continuados por Cristina. Fue el que atacó a los medios de comunicación y la libertad de prensa con el “Clarín, estás nervioso”, la intimidación a cronistas o movileros o llamadas insultando a periodistas o a dueños de medios para pedir la cabeza de columnistas que lo criticaran.
Eso también ocurrió desde la génesis del kirchnerismo. Se dedicaron a demoler al periodismo independiente y cooptaron con plata y aprietes a la mayoría. Muy pocos, como los valientes integrantes de OPI Santa Cruz, se mantuvieron firmes pese a tantos ataques. No creo que Néstor haya sido un santo y Cristina un demonio. Creo que ese matrimonio presidencial tuvo algunos logros en revalorizar la militancia política, en las asignaciones por hijo o en la ley de matrimonio igualitario, pero, que son igualmente responsables, de haber instalador el odio y la división entre los argentinos.
En el plano de los derechos humanos hay que decir la verdad con todas sus aristas. Ese Néstor que bajó el retrato del genocida Videla es el mismo que ignoró el tema de los derechos humanos durante la dictadura y muy avanzada la democracia, mientras fue intendente y gobernador. Néstor se aprovechó de una nefasta ley de la dictadura y se dedicó a embargar las casas de los deudores como un abogado voraz y usurero.
Comprendo que para muchos jóvenes cristinistas y para Cristina este sea un día más importante que el 17 de octubre. Se cumple una década del fallecimiento del fundador del kirchnerismo que (parafraseando a Lenin) es la enfermedad infantil del peronismo. Aquel entierro fue una puesta en escena imponente y el mausoleo donde descansan sus restos, todo un símbolo. Por lo faraónico de ese edificio, al lado de las humildes tumbas de los santacruceños de a pie y porque el que lo construyó y luego lo custodió con seguridad privada, fue Lázaro Báez. Santa Cruz siempre anticipó lo que se venía en la Argentina de Néstor y Cristina.
Tres gobiernos de Néstor en la provincia y con el de Alberto, cuatro gobiernos a nivel nacional. La pobreza, la desocupación, el autoritarismo y la corrupción aumentaron significativamente, salvo pequeños períodos excepcionales. Esa es la gran enseñanza que nos dejan los K. Néstor no fue un prócer ni un santo. Fue un relato. Repito en el cierre lo que le dije al comienzo. No quiero ser irrespetuoso con una persona que está muerta, pero las cosas hay que decirlas. Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio.
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