¿Cuál es el factor que mide la calidad de un grupo? O, mejor dicho, ¿Cómo saber si un grupo tiene la iniciativa suficiente para conseguir el cumplimiento de sus objetivos? En este breve escrito analizaremos cuáles son las fuerzas que determinan la capacidad de iniciativa y proyección de un grupo político. Más específicamente, de un grupo político que ejerce la actividad base de la “militancia” política. Para esta tarea nos basaremos, sobre todo, en el libro Vom Kriege de Clausewitz, en tanto que el conjunto de voluntades se pondrá a disposición del cumplimiento del objetivo del grupo, como lo haría una fuerza militar coordinada para tomar un sector en el campo de batalla.

En principio, tomaremos tres conceptos de Clausewitz sobre las principales fuerzas morales. Los cuales los traduciremos al ámbito del grupo política: 1) la capacidad del jefe; 2) las virtudes militares del ejército; 3) y su sentimiento nacional. De estos tres puntos trabajaremos para saber de dónde surge su fuerza moral para tener el impulso necesario para cumplir sus objetivos.

Para poder aplicar lo anteriormente mencionado al ámbito de la militancia política, debemos entender qué significa este concepto y cómo aplica a la actividad política. La palabra militancia no surge del ámbito político, sino (como algunos ya sospecharán) del ámbito militar. No es casualidad que la actividad política como la actividad militar estén tan estrechamente relacionadas. Vale decir que sus fines y objetivos no son los mismos, en tanto uno buscará las prácticas más armoniosas para la interrelación de los hombres en una sociedad, y la otra la destrucción del enemigo. Sin embargo, en ocasiones, tanto el grupo político como el militar comparten prácticas lógicas referidas a cómo movilizar al individuo y el espíritu de este para ponerlo al servicio del grupo.


Francisco Asorey Hracek.

Estudiante de Derecho en la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM)
Vicepresidente de JPro La Matanza


Volviendo al tema, la palabra militancia posee sus raíces latinas. Podemos decir que está compuesta por: “Militaris”, que se empleaba para referirse a todo lo concerniente a los soldados y ejércitos. La partícula “-nt-“, que se usaba para indicar “agente”. El sufijo “-ia”, que es equivalente a “cualidad”. Por lo que la militancia es la condición del militar, y actualmente, del militante (político). No profundizaremos en esto, pero el concepto de militancia se transformó (por la propia lógica de los grupos) en un planteo directo del ámbito político. La militancia, entonces, es la conducta o actitud de aquel que se esfuerza por defender una causa, que puede desarrollarse a través de un partido político, de una organización no gubernamental o incluso desde lo individual.

Entendido esto, podremos abordar los tres puntos clave que harán a la iniciativa del grupo político.

1- capacidad del jefe. Clausewitz plantea al jefe como el hombre hábil capaz de dominar los recursos disponibles, evaluar el terreno y crear las tácticas y estratagemas que más lo beneficien militarmente hablando. Nosotros, por nuestra parte, hablaremos de “la capacidad del líder”, puesto que, si la política se construye sobre la base de consensos y reconocimiento de los grupos, no puede concebirse a una figura autoritaria como el jefe, que surge de la propia obediencia debida. El líder, entonces, posee derecho como obligaciones. En principio será la máxima autoridad de un grupo, por medio del reconocimiento general. Pero también posee una obligación que el jefe militar no: la construcción de nuevos líderes. Es claro que no todos los hombres nacen predispuestos con la capacidad de liderar, pues el conjunto de cualidades necesarias rara vez se encuentra. Sin embargo, el líder surge del reconocimiento del grupo, y por ello le debe su accionar a esta entidad. Y al deberle, tiene la obligación de perpetuar al mismo a través del tiempo. Si el grupo político es la suma de voluntades e intereses para un fin común, aquellas voluntades unidas no buscarán disgregarse en un corto período de tiempo. Por lo que el reconocimiento del líder se dará en la medida que éste asegure la continuidad del grupo y las posibilidades de sus miembros de cumplir sus objetivos. Muchas veces la cuestión no resulta tan maquiavélica, ya que las relaciones y lazos que se generan dentro del mismo pueden trascender al propio fin personal y grupal. Pero es una realidad objetiva que, parafraseando a Smith, no es la bondad de los integrantes del grupo la que reconoce a su líder, sino la seguridad que éste les brinda de cumplir con los objetivos grupales y personales.

Es en este equilibrio donde el líder debe asegurar sus propios fines, los de los miembros del grupo y la perpetuidad del conjunto en el tiempo. Y esto sólo se logra a través de la formación de nuevos lideres capaces de asegurar lo que el líder anterior aseguraba. Vale decir, que el líder deberá moverse con una máxima indispensable: que cada acción, posee su reacción. Es decir, el accionar del líder posee una fuerza y voz política propia, pues sus acciones serán la representación del grupo, y no puede obviar la trascendencia de estos. Por lo que deberá asegurarse de la máxima precaución a la hora de moverse por los sinuosos caminos de la política. En una frase que refleja esta idea, “el diablo está en los detalles”. 

2- Las virtudes militares del ejército. “Aún así si nos inclinamos en forma decidida a considerar a la guerra desde el punto de vista más elevado, sería muy erróneo menospreciar este espíritu corporativo, este esprit de corps, que puede y debe existir en mayor o menor grado en todo ejército. Este espíritu corporativo forma, por así decir, el lazo de unión entre fuerzas naturales que están activas en lo que hemos llamado virtud militar.”. Es decir, según Clausewitz las virtudes, en nuestro caso, políticas del grupo. Las virtudes son siempre para las partes lo que el genio del líder es para el todo. Cada parte, es decir, cada miembro debe tener como su líder constante a su propia virtud política. Un grupo esporádico no requerirá de esta virtud, pues ésta es propia de los grupos políticos permanentes, aquellos que buscan extenderse en el tiempo, teniendo un objetivo claro: la vocación de poder. Por lo que la virtud de sus miembros definirá las operaciones del grupo, sus movimientos y capacidades de acción. Si un grupo es de calidad deficiente, debería hacerse todo lo posible para simplificar las operaciones. Donde falta esta virtud política, o bien es reemplazada por el genio del líder, o bien por el sentimiento de pertenencia colectivo. 

En este caso, el líder toma un rol fundamental explicado ya en el punto anterior: formar y disciplinar a los miembros del grupo en el actuar político. Si el líder obvia este fin, el desarrollo político de los miembros será defectuoso. Y si es defectuoso, el grupo dependerá cada vez más del genio superior del líder. Teniendo como efecto a futuro el no reemplazo del líder, y la posterior disolución del grupo político. 

Pero se debe tener algo en cuenta, y es que este espíritu, esta virtud, sólo puede surgir de dos causas: una serie de resultados afortunados (bien podría ser el don natural o la fortuna del azar); y la otra es la práctica de hacer rendir frecuentemente al grupo hasta la última partícula de su fuerza. Cuanto más exija el líder de sus miembros, mayor efectividad política tendrá el grupo. En esta acción, cada uno de los miembros encontrará su límite y fortaleza. Y el líder encontrará a quienes le sucederán.

3- Su sentimiento nacional. Ningún grupo se forma sin la iniciativa colectiva de unir esfuerzos por un fin común. Nosotros diremos “sentimiento de pertenencia”. Sería excesivo hasta para Maquiavelo creer que sólo es la ambición personal la que crea un grupo político. El factor sentimental es clave para la conformación y permanencia de un grupo político. Diremos entonces que el sentimiento de pertenencia al grupo será vital para la consolidación de este a través del tiempo, creando lazos morales y afectivos hacia el grupo y su fin, y el conjunto de sus miembros. Este sentimiento influirá sobre el espíritu de cada uno, impulsando sus acciones con fervor o valentía, o bien, si no existe este sentimiento, coartando la iniciativa individual. Por lo que el sentimiento de pertenencia hace a la capacidad de iniciativa de un grupo, puesto que hará también a la iniciativa individual.

Estos serán las principales fuerzas morales. Cada una actúa sobre la otra, como el sistema republicano de división del poder actúa sobre los 3 poderes. Ninguna definirá la totalidad del grupo, pero ninguna de las tres puede faltar. Por lo que será necesario comprender los movimientos morales de un grupo para poder tomar decisiones que beneficien al conjunto de sus miembros. 

El líder deberá tener la diligencia justa de dar a cada uno lo que le pertenece, en un criterio de Ulpiano, ya que deberá administrar ambiciones personales, sentimientos e impulsos humanos, los cuales son eternamente falibles. Es en este rol que no debe perder de vista nunca su objetivo, que será también el del grupo: crear lideres para permanecer en el tiempo. La habilidad que tenga para ello se manifestará en el devenir de su liderazgo.


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