El análisis liberal (económico) tiene entre sus puntos fundantes la idea de la mano invisible de Smith. Es conocida su frase (y con la cual estoy de acuerdo) que no es por “”No es de la benevolencia del carnicero, cervecero o panadero de donde obtendremos nuestra cena, sino de su preocupación por sus propios intereses” De allí el famoso concepto de la mano invisible del mercado que genera la armonía de intereses. Sin embargo, el mundo no es así. Aun cuando haya resultados de mercado positivos existen resentimientos y conflictos.


Brian Frojmowicz

Coordinador senior de Estudiantes por la lIbertad. Futuro coordinador del centro de Argentina. Estudiante de ciencia política en la UCEMA.


La visión economicista que deifica al mercado como ente regulador de la praxis humana yerra en comprender que las leyes de la oferta y la demanda no rigen la psicología social de los sujetos. No hablamos (ni queremos) justificar la envidia del que tiene menos al que tiene más pero si es comprensible que ante la desidia institucionalizada en un país como Argentina los sujetos que no llegan a fin de mes o que no pueden llevar el pan a su casa sientan sentimientos negativos por aquellos que disfrutan de las comodidades del éxito.

Es un error querer atribuirle al altruismo o a cualquier otro sentimiento el análisis que anteriormente hemos realizado. La visión apriorista afirman que en tanto sujetos guiados (únicamente) por el “Egoísmo racional” lucharán por su propia felicidad y dejarán vivir al otro. Desde Hobbes sabemos que el pesimismo antropológico es más visible en la sociedad que una visión armónica.

Para ir al campo práctico, me pregunto si no es ingenuo (por lo menos) querer extrapolar esa metafísica a sectores eternamente empobrecidos del Conurbano. En otras palabras, ¿Se puede pedir racionalidad, egoísmo racional o cualquiera otra de esas categorías a personas que no saben si al final del día un bocado entrará en sus bocas? ¿Es el ejercicio comprensivista (como diría Weber) un acto de altruismo? Esto último es importantísimo porque diversas corrientes (no sólo los seguidores de Rand) han hecho creer que los vínculos comunitarios, lo no-utilitario, lo emocional y demás son palabras prohibidas.

Es claro que la historia de la humanidad ha demostrado que el conflicto es más la regla que la excepción. También es claro que el capitalismo es un sistema que mediante la persecución del interés personal se debe obligatoriamente satisfacer la voluntad ajena. Empero un ejercicio naive de la racionalidad asume ceteris paribus en la vida social lo cual es un error. Sartori ha reiterado que no se puede derivar la realidad de la filosofía política. Por ello la persecución de la propia felicidad en un marco de alegría y armonía en más una ficción que otra cuestión.

Yendo al punto del capitalismo en sí nos podríamos cuestionar el colonialismo inglés en áfrica en beneficio de las empresas anglosajonas que definitivamente aportó al desarrollo capitalista del país a costa de la sangre y la matanza. O podemos cuestionar también que ese mismo capitalismo en una de sus versiones propugnó la competencia por mercados que fue una (y es clave esto porque sino se tomaría la versión leninista) de la causas de la Primera Guerra Mundial.

La resolución de conflictos no se puede depositar en la economía. Esa es mi humilde visión. Arendt en un análisis brillante afirmó que Hobbes fue el mayor representante de la burguesía en tanto entendió la necesidad de mecanismos coercitivos para la protección de la propiedad privada. Arendt, crítica del naturalismo lockeano, comprendía la necesidad de la comunidad política y del “derecho a tener derechos”.

Entiendo que ha muchos este textos les pueda parecer en parte izquierdizante. Sin embargo yo lo tomo como una posibilidad de cuestionamiento interno de nuestras más profundas convicciones. Weber afirmó en Economía y Sociedad que la racionalidad era más cuestión metodológica que existencia práctica. Difícil es encontrar la racionalidad de Galt no por “pasiones irracionales” sino por realidad que imposibilitan o hacen bastante complicado ese accionar. 

Es necesario introducir en el liberalismo una visión más comprensivista, intersubjetiva y que tome ciertos elementos de los teóricos y filósofos del conflicto. Precisamente me refiero a Hobbes, a Hegel y a Marx. No porque uno esté de acuerdo con su sistema general. Se han de imaginar que no apoyo el absolutismo ni la praxis propuesta por Marx pero sus análisis históricos y filosóficos enriquecen el entendimiento. El conflicto es inevitable; la cuestión es cómo procesarlos. Debate para otra ocasión.


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