Una de las discusiones más interesantes del Siglo XXI es sin duda alguna el sistema educativo y los desafíos de la educación en vistas a la 4ta revolución industrial y la imperiosa necesidad de conocimiento. Trataremos de dilucidar, en pocas palabras, los retos que tiene la educación de nuestro siglo y cómo los estados y el mercado, influyen en esa particular dinámica de nuestros días.


Nicolás Pierini

Coordinador local de la ciudad de Mar del Plata. Estudiante de la Licenciatura en Ciencias Políticas y el Profesorado en Geografía de la Universidad Nacional de Geografía. Campeón Nacional de las Olimpiadas de Geografía y participante de las Olimpiadas de Historia y Olimpiadas de Economía. Ganador de Simulacros de la Organización de las Naciones Unidas locales, regionales y nacionales y simulacros de la Cámara de Senadores.


En los últimos 20 años se ha graduado de la Universidad más gente que en toda la historia de la humanidad. Datos positivos claro está, pero también muestras de la importancia de obtener una educación de calidad y de formarse en los ámbitos del conocimiento. Sin embargo, no todo es color de rosas. Lo cierto es que el sistema educativo está en una etapa de crisis tanto por la vetustez de su ser como por la continua prolongación de debacles medibles y observables.

Cuando todos y cada uno de nosotros sabe, un auto no es igual hoy que hace 150 años y lo mismo pasa con una cámara de fotos o un teléfono. El problema es que, salvo algunas excepciones y adaptaciones tecnológicas, el sistema educativo no ha cambiado nada desde hace 150 años. No es una crítica hacia los comienzos de un sistema, que en sus principios fue un éxito, sino hacia el conservadurismo del mismo, hacia la falta de progreso tan necesario para adaptarse a las necesidades laborales del mercado y de los tiempos actuales. Hay que entender y tener en cuenta los siguientes aspectos que son de vital importancia en este artículo: por un lado, la necesidad de profundizar el liberalismo como sinónimo de éxito educativo; por otro, los errores propios de las estructuras educativas.

En primer lugar, pueden notar cómo el liberalismo es un sinónimo de mejor calidad educativa a lo largo y ancho del globo. Está más que claro que los aspectos relacionados a la libertad económica, la libertad social y, por sobre todas las cosas, la libertad académica que defendemos desde Estudiantes por la Libertad, son aquellos que ayudan a obtener una calidad superior en materia educativa. Los países más oprimidos, muchos de ellos dictaduras, no quieren, no pueden o simplemente no son capaces de brindarle a sus educandos los artilugios necesarios para desarrollarse plenamente en los ámbitos de aplicación educativos. De todos modos, los liberales no podemos quedarnos solamente en este superficial aspecto. Debemos comprender que un sistema fundado en función de las necesidades de las primeras 2 revoluciones industriales, no es necesario para seguir alimentando a dichas necesidades. Los cambios son difíciles claro está, pero también son necesarios, pero el mejor lugar para empezar, es, sin duda alguna, aquellos donde el liberalismo triunfa. 

En segundo lugar, lo que más me preocupa, -y creo que también debería a aquellos que queremos cambiar el sistema- es eso que forma parte de los endebles cimientos del sistema. Creo que deberíamos dividir esas críticas y repito, personales, en varias aristas. Como primer punto me gustaría hacer hincapié en las cargas horarias de las disciplinas. No existe motivo alguno que determine el porqué de la preponderancia de las ciencias duras por sobre las blandas y de estas inclusive por sobre las artes. Es cierto que la física y la matemática son importantes, pero también es verdad que la danza y la antropología lo son. El mercado no demanda solamente profesores de física o ingenieros navales. Más bien, el mercado demanda profesionales en determinadas áreas en función de sus necesidades y éstas, en la mayoría de los casos, no se condice con la actualidad de la preponderancia de ciertas disciplinas sobre otras. Resulta fundamental, desde mi punto de vista, que se priorice, una vez más, la libertad de los individuos. Es imperioso que podamos potenciar los talentos, las capacidades y las aptitudes de cada uno de los sujetos. Teniendo en cuenta que el sistema educativo debería poner foco en eso, atendiendo las necesidades del mercado, la optimización de la enseñanza se hace primordial. Creo que cuando en alumno conoce su talento, debería éste ser potenciado lo máximo posible. Para ser más claros, propongo un ejemplo: si un alumno es el mejor de su clase cultivando papas, creo que debería ponerse el foco en su educación como futuro ingeniero agrónomo especializado en tubérculos como el mencionado. Es entonces que, desde mi humilde opinión, no hay nada más liberal que la elección del futuro propio, incluso antes de la educación superior (que es otro tema que se podría hablar). 

Como segundo punto, creo necesario mencionar un tema siempre polémico: la carga horaria. Si bien no hay abundancia de estudios al respecto, los pocos que existen siguen una línea en común: la que afirma que la abundancia de carga horaria no se condice con un mejor rendimiento educativo. De hecho, los países escandinavos, que son aquellos con mejor calidad educativa, tienen poca carga horaria diaria y reducida jornada escolar al año. La jornada típica de aproximadamente 5 horas diarias, 5 días a la semana, 180 días al año es más que suficiente. Obviamente que la misma debe ser aprovechada de una manera eficiente, en donde todo el sistema cuente con los engranajes adecuados, funcionando en igual sentido. 

El tercer punto en cuestión es aquel, quizá más radical y novedoso. Como cambio necesario, desde mi punto de vista, es aquel que comparten varios pensadores de las ciencias de la educación: Ken Robinson, Víctor García Hoz, entre otros. Aunque no lo dicen de manera directa, dan atisbos sobre lo que soy capaz de defender con argumentos: el fin de la separación en materias. Hoy en día, la interdisciplinariedad es meramente una cuestión casual donde elementos componentes aislados de un sistema, se conjugan para trabajar temas juntos. Ya sea la Guerra Fría desde geografía e historia o cinética desde física y química, lo concreto es que no hay elementos de coincidencia en los contenidos brindados y eso, lamentablemente repercute de manera negativa en el aprehender del alumno. Creo que hay que ponerle fin a las “materias” per sé y comenzar un proceso de cambio donde el foco esté puesto en los contenidos y que éstos sean dados por profesionales y no simplemente una hora de literatura por semana, sin ninguna correlación con otros contenidos dados en el colegio. La complementariedad de contenidos brindados debe tener un sentido lógico y, si bien estos pueden ser dados por el Estado, también pueden ser parte de los objetivos de una institución en particular con alguna orientación. 

Lo concreto es que uno de los tópicos más importantes y foco de las más álgidas discusiones en el presente siglo es, sin duda alguna, el que refiere al sistema educativo. La formación de profesionales acorde a lo que el mercado solicita y capaces de liderar el mundo del futuro es un tema que nos aboca a todos y cada uno de los seres constituyentes de la sociedad actual. No es casualidad que la disputa se de en medio de los estudios y proyecciones que afirman que la mayoría de nosotros trabajará, en un futuro, en labores que todavía no existen. Justamente por eso es que debemos estar preparados, ya sea desde ámbitos estatales o privados, para lo determinará que nuestro futuro siga por una senda de éxito dentro del capitalismo frente a la miseria nada innovadora del socialismo o entre en una meseta de estancamiento falto de progreso. Al fin y al cabo, lo principal de este tema no reside tanto en una cuestión filosófica entre capitalismo y socialismo, porque claro está que no hay futuro alguno en ninguna arista con la segunda opción, más allá de la miseria que día a día nos demuestra. Más bien, el tema es anticiparse a los cambios que ya se están dando y que, de manera clara, afectan y afectarán nuestro estilo de vida y el de nuestros actuales educandos.


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