La sabiduría de los valientes o la glorificación de Simón Bolívar

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Por Levi Aguinagalde

En enero de 1824 el libertador se encontraba enfermo de muerte en su viaje hacia Pativilca, Perú, se narra que estaba flaco, extenuado y su aspecto visto de cerca daba pena, se notaban la punta de sus rodillas, sus piernas descarnadas, voz hueca y débil y semblante cadavérico. José Manuel Mosquera contaba que tuvo que contenerse para no largar sus lágrimas, al contarle varios hechos de la guerra en Perú y contaba:
«Todas estas consideraciones se me presentaron como una falange de males para acabar con la existencia del héroe medio muerto; y con el corazón oprimido, temiendo la ruina de nuestro ejército», le preguntó: «¿Y qué piensa hacer usted ahora?» a lo que el libertador le respondió: «¡TRIUNFAR!», en seguida le preguntó «¿Y qué hace usted para triunfar?», con tono sereno y de confianza respondió: «Tengo dadas las órdenes para levantar una fuerte caballería en el Departamento de Trujillo; (…) Subiré a la Cordillera y derrotaré a esos españoles que están en Tunja». Pronto, en el mismo mes, se supo que el Libertador cumplió con su promesa derrotando a los españoles en Junín.
El culto a Bolívar parte de la narración popular y la historia, un claro ejemplo es la historia ofrecida por Salazar Martínez en su obra Venezuela: Historias civiles e inciviles (1973). Bolívar se muestra como un hombre de valentía y sabiduría, que no afronta la guerra sino las dificultades y por sobre todas las cosas su fuerza y estrategia de guerra que lo llevaron a trabajar en una ambición del tamaño de un continente.
Los historiadores afirman que la historia no se trata de buenos o malo, o quién es más o quien es menos, se trata de personajes que tuvieron relevancia en los hechos desarrollados que dieron constantes resultados años tras años; hay figuras que se olvidan o no se cuenta mucho sobre ellas que dieron una evolución radical en las ideas de su tiempo, sin embargo, Bolívar es una figura que prevalece en cada periodo de la historia, si no es mencionada públicamente; si debemos reconocer que hasta la actualidad se mantiene viva la figura de Bolívar.
Venezuela ha sido un país que ha parido a hombres con una grandeza excepcional, Bolívar no escapa de esto, sin embargo, su figura de “militar de mano dura” ha creado una cultura que se ve masificada literalmente en cada esquina, con calles, avenidas y estados con nombres de militares, plazas y hospitales. ¿Dónde queda el ilustre? Aquel que dice que el mundo es del hombre de bien, pues, ese queda en los libros, pero el militar es el que rodea, el que está hecho en estatua y en esquinas, susurrando «no eres nada sin mí», eso sumado a que bolívar es el centro de toda la historia, en la educación que es un pilar fundamental.
Sustancialmente, el culto a Bolívar es un hecho muy sostenido en tanto que es difícil que se deje esta costumbre de venerar al libertador, la narración, la educación y la costumbre son las que se juntan para hacer más estable el culto al mismo, y su impacto es tal que en la contemporaneidad se sigue sosteniendo.


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