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En parte, como preámbulo del cuadernillo que elaboramos junto a Cristian Moreno e Iván Servín y en parte como reafirmación de lo allí aseverado, es que creo fundamental poner en relieve la importancia de la discrepancia y la argumentación, en términos de peligrosidad de la libertad de expresión en Argentina.


Si hay una opinión generalizada respecto a los debates en el imaginario colectivo de la sociedad es que a nadie, o por lo menos a la gran mayoría de los individuos, no les gustan las discusiones. Paradójicamente, podríamos decir que no hay discusión al respecto: a “la gente” no le gusta discutir; le gusta estar de acuerdo y encontrar consensos rápidos. Aquí, el motivo es radicalmente opuesto y se esbozan algunos lineamientos sobre la historia del debate, su importancia como acción democrática y como elemento de intercambio de ideas.

Podemos inferir que los debates han existido desde que el habla se convirtió en un habitué entre los seres humanos pero, lógicamente, no tenemos registros de esto hasta bien desarrolladas las grandes civilizaciones del pasado. Concretamente, podríamos decir que la cuna del intercambio de palabras, de la democracia en su estado puro y de la isonomía como elemento igualador ha sido la Antigua Grecia: tanto entre los presocráticos como entre Sócrates (excelente orador y persuasor), Platón (reconocido escritor y gran filósofo) Aristóteles (discípulo de este último) y, por sobre todas las cosas, los sofistas; el debate se nos viene a la mente como una jocosa situación decisional entre hombres con ropas blancas y barbas largas, argumentando sobre la mejor decisión para el destino de Atenas o sobre otros tópicos.

Nosotros no vamos a caer en una descripción del debate de aquellos tiempos, pero sí esbozaremos ciertos fundamentos de la importancia del debate en la actualidad. En este sentido, el debate se encamina como una realidad necesaria desde la fundamentación misma de la comunicación como elemento constructivo del conocimiento humano. Así, en la dinámica de conocer del día a día, nos encontramos ante un difícil panorama de cómo conocer, qué conocer y  si estamos de acuerdo en lo que conocemos. Sin entrar en la polémica del empirismo vs. racionalismo, podríamos decir que en la incertidumbre constante, los seres humanos construyen conocimiento en forma conjunta y cuando sus opiniones o razones difieren, entran en debate. De este modo, el debate no se conjuga como meramente un lugar de diferencia, sino también de encuentro, de conocimiento y de democracia. De hecho, si imaginamos una sociedad sin debate, estaríamos en paraíso utópico de los totalitarismos: la no disidencia y la sumisión total a un líder o una coalición dominante. Una vez más, sin entrar en las discusiones sobre los totalitarismos, no es necesario ahondar aún más en el porqué de la importancia del debate como construcción democrática.

Esto, señores, es parte solamente de lo que se ve en el cuadernillo, sin embargo resume muy bien la importancia de debatir, es hora de que ustedes se sumen a ese desafío.


Esta publicación expresa únicamente la opinión del autor y no necesariamente representa la posición de Students For Liberty Inc. En el Blog EsLibertad estamos comprometidos con la defensa de la libertad de expresión y la promoción del debate de las ideas. Pueden escribirnos al correo [email protected] para conocer más de esta iniciativa.

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