Por: P. A. F. Jiménez

País: Bolivia

Es curioso que un concepto tan sencillo como “libertad” suela tener enredos metafísicos innecesarios. Distinguir entre libertad negativa (liberación de) y libertad positiva (capacidad de acción) es una condición necesaria, pero insuficiente. Mayor libertad no necesariamente significa mayor felicidad o virtud. Los perversos o criminales también pueden ser libres para manipular o herir. A nivel colectivo, hay quienes temen a la libertad porque prefieren tener menos responsabilidad (FROMM 1942). Hannah Arendt (2006) lo sintetizó en la frase: “El mal no piensa”. Intuitivamente, sabemos cómo luce un privado de consciencia o de razón, un esquizofrénico o un santo, ¿pero podemos imaginar una sociedad, en su conjunto, libre? (FROMM 1956). ¿Qué es, en rigor, libertad? Para responder, iré más allá del individuo maximizador. Como especie, homo sapiens-sapiens es el animal que mayor libertad goza, dado que puede adaptarse, en cuestión de generaciones, a los ambientes ecológicos más hostiles y cambiantes, desafiando los límites de la genética (AUNGER 2000).
Ser libre es actuar como ‘causa’, no como ‘efecto’ (SCHOPENHAUER 2007). Mientras menos desarrollada está una cultura, más depende de la energía disponible en su entorno inmediato. Los Estados prístinos, en cambio, pudieron servirse de la agricultura, domando la tierra para su alimentación, acumulando riqueza, erigiendo templos y formando ejércitos que aseguraban la continuidad de su poder (HARRIS 2011). Esta fue una hazaña nada despreciable comparada con las bandas de cazadores-recolectores de antaño, que superaron a los demás homínidos gracias a su poder de articulación social mediante el lenguaje ficticio. Con cada revolución, conquistamos más territorios, domando más animales y plantas (HARARI 2014). La inteligencia artificial podría dar pensamiento autónomo a las máquinas, comenzando una nueva era de selección natural/artificial. En tal caso, los humanos seguirían siendo causa de su propio entierro. Para bien o para mal, en Occidente la redención recae en el fin de los tiempos (ELIADE 2015).
P. A. F. Jiménez

Hoy, paradójicamente, nuestra propia libertad amenaza el equilibrio ecológico del planeta. El Antropoceno puede acabar con sus promotores con tal de salvaguardar la vida. ¿Es justo culpar a la libertad humana por el desastre ambiental? ¿O es más sensato culpar a la falta de libertad, es decir, a la inercia de nuestro propio modo de vida y las relaciones de poder que condicionan nuestro acceso a la información? Esta inercia no es libertad. En contrapartida, un pez que nada contra corriente tampoco cambia el curso del rio. Sólo se pierde a sí mismo. Por ello cabe preguntarse, ¿somos realmente libres?
A nivel individual, Robert Sapolsky (2017) responde que no, dado las múltiples condicionantes iniciales que sufren nuestro cuerpo en los primeros años de vida, además de su herencia genética. Si la libertad es difícil para el individuo, con mayor razón para la colectividad. Es sabido que el comportamiento de grupos, masas y naciones forman tendencias, uniformando preferencias y elecciones. Aun así, es la cultura humana la que desafió a los ciclos de la naturaleza en la modernidad, no un superhombre aislado de sus semejantes. En ese sentido, un pueblo educado es más libre que un loco con aires de grandeza. El sano pensamiento es fundamental para ejercer libertad. Ningún criterio se forma en quien no es dueño de sí mismo.
En Bolivia, la izquierda suele entender la libertad como producto de la agencia colectiva y el cambio que produce; en otras palabas, como fruto de la revolución. Otros marxistas creen que la libertad de consciencia es el prerrequisito de la revolución. En ambos casos, la libertad consiste en una transformación súbita del Estado, en términos de su constitución y el bloque histórico que ocupa el poder. La izquierda se queda con una libertad negativa, como si la opresión fuese causante de toda miseria. ¿Cuál es su receta? Básicamente redistribuir la riqueza e industrializar materias primas. La derecha, en cambio, entiende la libertad como un alivio de la carga fiscal, mayor inversión extranjera, altos niveles de consumo y ahorro; todo esto, suponiendo que sus recetas económicas sean exitosas. En suma, la izquierda entiende la libertad en términos de cambio estatal y acción colectiva, mientras la derecha concibe la libertad en el ámbito privado e individual. Ningún polo político confía demasiado en la libertad positiva de la población boliviana; en su formación o capacidad de innovación.
Hace falta una nueva concepción político-ecológica que se enfoque en la libertad positiva. Esto parece imposible si no se trabaja las heridas sociales y la polarización política de los últimos años en Bolivia. No obstante, este enfoque debe ser integral. Sólo una sociedad mentalmente sana puede ejercer libertad positiva a nivel colectivo. ¿Cómo lograrlo? En esta propuesta seguimos el consejo de Kant (2009): ¡Atrévete a pensar!
Proponemos una revitalización corporal y anímica para la población boliviana mediante programas informativos, investigativos y divulgativos sobre los beneficios y peligros de las sustancias psicoactivas y psicodélicas, sus usos ancestrales y modernos, además de su dimensión psiquiátrica, enteógena y espiritual. El esfuerzo se justifica porque en orden de ejercer libertad, tenemos que liberar primero la consciencia. Ninguna propuesta puede predecir los resultados de una liberación mental colectiva. La libertad positiva es resultado del mismo proceso psico-social. Son 6 políticas públicas que resumen el programa:

  1. Fomentar el ciclismo urbano y toda actividad física que se reapropie del espacio público, además de deportes locales con posibilidades de premiación económica.
  2. Reducir la emisión de CO2 de los automóviles y eliminar todo rastro de contaminación industrial o minera en el territorio nacional. A la vez, proteger los parques nacionales con FFAA.
  3. Controlar el narcotráfico mediante legalización parcial de la cocaína hasta industrializar su proceso y exportar la droga a países que busquen investigarla de forma legal. Intensificar los controles al consumo de esta sustancia, junto con el alcohol, azúcar y tabaco. No prohibir; compensar la abstinencia.
  4. Regular el uso de cannabis (CBD y THC) para maximizar sus beneficios. Realizar campañas de capacitación para entender los peligros y potenciar la economía con la producción legal de esta planta, tanto para uso recreativo, médico como textil (por el cáñamo). Abrir establecimientos especializados para la venta y consumo de cannabis, dinamizando la economía.
  5. Fomentar la alimentación pública balanceada, superando toda competencia de comida chatarra y productos procesados.
  6. Realizar terapias individuales, familiares y sociales a la población boliviana, incorporando el uso de sustancias psicoactivas y psicodélicas si es necesario. Este es el último paso y el más dependiente de la reacción de la población.
    Recordemos que la alineación es la enfermedad espiritual del hombre moderno y no somos la excepción (MARX 2018, FROMM 1962). Los bolivianos no conocemos nuestra potencia física y mental. Por esto mismo, con la mentalidad actual, es difícil entrever un paradigma radicalmente diferente. Podemos mirar el pasado y entender nuestra historia, pero no podemos predecirla (POPPER 2014). Esto porque la libertad positiva del “niño” es creativa. No sabemos cómo crecerá ese niño. Seguimos estancados en la fase del “león” (NIETZSCHE 2016). Esta aproximación desde la consciencia es atrevida porque la política, en general, se ha reducido a la apatía electoral o la lógica de guerra. Las élites negocian bajo la inercia. El rio sólo cambiará su curso si despertamos del letargo mental. Bolivia lo necesita, y la porción de naturaleza sujeta a nuestra soberanía, también.

Bibliografía:
Aunger, R. (2000). Darwinizing culture. The status of memetics as a science. Oxford University Press.
Arendt, H. (2006). Eichmann in Jerusalem. A report on the banality of evil. Penguin Classics.
Eliade, M. (2015). El mito del eterno retorno. Arquetipos y repetición. Alianza
Fromm, E. (2001). The fear of freedom. Routledge & Kegan Paul.
Fromm, E. (1956). Psicoanálisis de la sociedad contemporánea. Fondo de Cultura Económica.
Fromm, E. (1962). Marx y su concepto del hombre. Fondo de Cultura Económica.
Harari, Y. N. (2014). De animales a dioses. Breve historia de la humanidad. Debate.
Harris, M. (2011). Caníbales y reyes. Alianza.
Kant, I. (2009). Crítica de la razón pura. Gredos.
Marx, K. (2018). Sobre la religión. De la alienación religiosa al fetichismo de la mercancía. Trotta.
Nietzsche, F. (2016). Así habló Zarathustra. Un libro para todos y para nadie. Alianza.
Popper, K. (2014). La miseria de historicismo. Alianza.
Sapolsky, R. (2017). Behave. The biology of humans at our best and worst. Penguin Press.
Schopenhauer, A. (2007). Ensayo sobre el libre albedrío. Gráfico.


Alejandro Jiménez, aspirante a investigador y escritor de ensayos. Estudió Comunicación en la UPB de Cochabamba. Escribió para Percontari del Colegio Abierto de Filosofía y Yachay de la UCB. Actualmente escribe artículos que resumen su tesis de análisis contextual y de discurso sobre la crisis de Estado de 2019 en Bolivia.

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