El objeto material de la economía, al igual que en otras ciencias sociales, es la conducta humana. En esta hay libre albedrío y, por ende, ante determinado estímulo la acción procede conforme a las valorizaciones y apreciaciones subjetivas del individuo actuante. De manera generalizada se asume que esta conducta es racional, definiendo esta racionalidad como aquella situación en la que los actores deliberada y sistemáticamente tratan de hacer lo posible para alcanzar sus objetivos especificos
En economía es común afirmar que los individuos al enfrentar disyuntivas a la hora de tomar desiciones (escoger entre A y B) es probable que escojan aquella que genere mayor bienestar o un menor grado de incomodidad, de lo contrario no se realizaría la acción; Sin embargo, este bienestar que generaría la toma de la decisión B es de carácter subjetivo y por ende esta desición se podría ver afectada por información que puede o no tener el sujeto actuante.
Según una rama de la psicología existen dos modos de pensamiento que operan al mismo tiempo en nuestro sistema límbico. El sistema uno opera de manera rápida y automática, con poco o ningún esfuerzo y sin sensación de control voluntario. El sistema dos centra la atención en las actividades mentales esforzadas que lo demandan, incluidos los cálculos complejos. Las operaciones del sistema dos están a menudo asociadas a la experiencia subjetiva de actuar, elegir y concentrarse.
Esta libertad de actuar, elegir y concentrarse se constituye con una interacción entre aquello que nos predetermina a actuar de una manera (la familia, los valores inculcados en el colegio o aquellos valores que nos inculcan nuestros padres, la forma en que fuimos educados en la universidad, las experiencias previas, la relación de amistad con diversas personas, la religión a la que pertenecemos, los impulsos biológicos, la anatomía y la genética de la propia persona, el país o ciudad en que radicamos, la herencia que recibimos, las reglas de juego formales como las leyes e informales como la costumbre, la cultura) y aquello que por un acto de autodeterminación queremos realizar como resultado de un querer deliberado. Esta interacción implica en muchas ocasiones una tensión que evidentemente y dependiendo de las circunstancias específicas, tenemos que saber manejar y controlar.
Para una parte de los economistas la cognición del ser humano es sensible a cometer erroes, lo que se puede evidenciar en ciertas anomalías o incertidumbres que resultan en desiciones inadecuadas. Bajo esta premisa se fundamenta la economía conductual, teniendo como función destacar aquellas formas de conducta que no encajan en los modelos racionalistas tradicionales.
En la mayoría de ocasiones los humanos no nos comportamos como predicen los modelos estándares de economía sustentados en la racionalidad, contrario a ello, casi siempre cometemos errores sistemáticos. El problema reside en el modelo utilizado por los economistas, un modelo que sustituye al Homo sapiens por el Homo economicus, lo que implica que se ofrezcan predicciones erróneas.
En cuánto al segundo modo de pensamiento tenemos que está asociado a la experiencia subjetiva de actuar y elegir, aspectos que se encuentran fuertemente influenciado por los detalles del contexto en el cuál realizan su elección, por ejemplo reglas tradicionales, efectos marco (es decir, las formas de expresar las posibles opciones), y puntos de partida. Estas influencias contextuales hacen que el significado del término “preferencias” sea ambiguo. Debido a que siempre existirán estas medidas de condicionamiento, siempre existirá un grado de paternalismo, en ese orden de ideas este paternalismo debe permitir la libertad de elegir de los ciudadanos.
Para muchos el paternalismo libertario puede reflejar una contradicción en términos, sin embargo según Sustein & Thaler es posible respetar la elección libre y ejercer algún tipo de orientación en el comportamiento de los actores. Esta clase de paternalismo consiste en influenciar las elecciones de las partes afectadas de que modo que haga que quienes hacen la elección se vean beneficiados y siempre y cuando se respete la libertad que tienen los mismos de escoger.
Thaler & Sustein plantean el ejemplo del ahorro voluntario al que son suscritos los trabajadores de una empresa automáticamente, de esta manera una parte de sus ingresos irá a un fondo que servirá para cubrir parte del consumo futuro de los miembros de la empresa. Sin embargo, si alguno de ellos no desea participar en el sistema de ahorro voluntario, puede notificarlo y será retirado sin ninguna penalización para disponer libremente de sus recursos.
El mismo ejemplo puede ser aplicado para la prestación del servicio educativo inscribiendo a los estudiantes en colegios con sistemas de enseñanza tradicionales de dónde mediante los vouchers educativos puedan precindir de este sistema si así lo desean y dirigirse hacia donde se acomode mejor a sus preferencias, competencias u orientaciones vocacionales. De la misma forma funciona una cafetería en una empresa a la cuál los empleados aporta directa o indirectamente al mantenimiento de la misma pero no están obligados a consumir en ella ni les llega un recibo mensual para su mantenimiento.
El paternalismo libertario pretende orientar o diseñar políticas públicas que cuenten con evidencia empírica y que éstas no afecten o vulneren la libertad de elegir de las personas, y por tanto, no equivale a intromisión del estado en las decisiones que se realizan en el mercado mayor a la intervención de los gobiernos de turno. El Paternalismo Libertario constituye una verdadera alternativa al liberalismo tal como lo concebía el propio Hayek, esto es, con una mínima intervención del gobierno en la que cada persona tenga la libertad de elegir entre diversas opciones, sus propios fines.
A pesar de que el término no sea equivalente a la intromisión del estado en las desiciones de los individuos no implica que no este excento de arbitrariedad a la hora de tomar desiciones o de orientar equivocadamente las desiciones colectivas de los actores directa o indirectamente involucrados. Los defensores de esta postura argumentan que en todo caso alguna organización o agente debe tomar una desición que afectará el comportamiento de otros individuos, por tanto el énfasis no se debe hacer en si existirá algún tipo de paternalismo sino en que tipo de paternalismo debemos aceptar.
En conclusión las preferencias de las personas en algunos casos son inestables e incorrectar debido a ciertas reglas tradicionales, efectos macro y puntos de partida. De esta problemática surge la economía conductual como respuesta al modelo racionalista en dónde se enfatiza en el sistema de pensamiento que requiere más cálculos a la hora de elegir entre diferentes opciones y menores respuestas inmediatas. Los argumentos más cercanos a las ideas de la libertad en su mayoría abogan por la libertad de elección, en este orden de ideas, si los libertarios pudieran concertar que algunos individuos pueden afectar la toma de desiciones de terceros, habrán de hallar cobijamiento teórico en la posibilidad conceptual perteneciente al paternalismo libertario.
BIBLIOGRAFIA
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Sunstein Cass R. Thaler Richard H., El paternalismo libertario no es un Oximorón, Derecho y Sociedad 27 (2003).
Thaler R. , La psicología económica, Bilbao Ediciones Deusto ( 2015), p. 36
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