Como es sabido, los sindicatos han sido de vital importancia dentro de la Historia laboral, especialmente en Guatemala. Logrando, dentro de tantos hechos, distintos logros que marcaron la legislación del país en beneficio de la clase trabajadora, misma que se había enfrentado a situaciones desiguales y precarias frente a sectores de poder.
Sin embargo, tal y como ocurrió dentro del Conflicto Armado con las guerrillas, los sindicatos a partir de la segunda etapa del sindicalismo tuvieron problemas de interés entre ellos, tanto en el ámbito político como económico. Es decir, hubo un choque de ideales que impidieron el avance sindical durante la los años posteriores a 1970. Es importante mencionarlo debido a la importancia que esto significó para la Historia Sindical.
Consecuencias de lo anterior se materializan dentro de la Ley de Sindicalización y Regulación de Huelga para Trabajadores del Estado. Probablemente de no haber tantas diferencias dentro de las organizaciones sindicales y asesinatos a los líderes de distintos sindicados durante el CAI, se hubiera logrado ejercer los mecanismos legales necesarios para detener una ley expoliadora que protege al mismo sistema y da beneficios legales a un grupo en especial.
Sin embargo, dejando de lado el conflicto entre los distintos sindicatos, es innegable darles mérito al lograr situaciones de mejora para los trabajadores del país. Por ejemplo, la creación del Código de Trabajo y garantizar un trato justo y digno en distintas empresas. Pero, es acá…durante este preciso momento que no podemos obviar el papel del Estado; mismo que se ha subordinado a los intereses de distintas (pero pocas) personas a lo largo de los años. Un Estado mercantilista y nada capitalista que busca satisfacer intereses de los Altos Mandos a costa del bienestar del guatemalteco. Mismo Estado que agredió a los trabajadores de la United Fruit Company con tal de mantener el status quo.
Y es que un derecho no puede ser considerado como tal, cuando para poder ejercerlo se debe tomar el riesgo de perder la vida. Entonces, por esas luchas valientes yo les doy el mérito a los sindicatos de hace más de 50 años. Aquellos, querido lector, sí querían reivindicar al trabajador. No obstante, irresponsable sería afirmar la incidencia ideológica marxista que estas organizaciones tenían; así lo establece la Confederación de Trabajadores de Guatemala, en adelante CGT, dentro de sus artículos 1, 2, 3, 4 y 5 del ideario de la central. En donde se afirma que la CGT es un organismo de lucha social para contrarrestar los avances del capitalismo.
Lanzo entonces la siguiente pregunta: ¿tan malo es el sistema capital? Digo, antes de la Revolución Industrial no existían los medios que hoy en día poseemos; aunado a ello, existe una demanda global de bienes que cada trabajador goza con el fin de mejorar su calidad de vida. Así, el proceso económico no buscó ni buscará el empobrecimiento de algunos en beneficio de otros, sino el aumento general de la producción y del consumo. Entonces, ¿es en realidad la culpa del sistema capitalista (que nunca ha existido en Guatemala) o del sistema mercantilista estatal (enraizado en nuestro país)?
Menciono dichas preguntas debido que durante los últimos años hemos presenciado un apogeo juvenil a favor de personajes como Mujica y Obama; lo cual no es malo y, en efecto, dentro de nuestro país somos libres de escoger y no escoger, hacer y no hacer pero, dicha concepción ideológica acogió como ventaja el detraimiento de gobiernos como los de Arzú, Portillo, Colom, Pérez Molina, Morales y, dentro de pronto, Giammattei. Gobiernos que fueron inútiles en todo el sentido de la palabra y que únicamente velaron por los intereses de las grandes industrias. Entonces, vemos que desde ese preciso momento los derechos sindicales no avanzaron por el mafioso sistema que tiene enjaulado al país; un sistema que jamás ha cumplido principios como igualdad ante la ley.
Es por ello que, así como el sistema se ha retorcido, los sindicatos se han convertido en organizaciones criminales que se involucran en el ámbito político para buscar beneficios como el llamado bono del pescado en 2017. Con líderes como el nefasto Joviel Acevedo que lo menos que busca es el beneficio de sus maestros. Y así como Acevedo, existen casos de sindicalistas que han estado en el spot: Nery Barrios, condenado por el delito especial de estafa; Danilo Aguilar García condenado por el delito de peculado; Bernardo Caal, por cobrar y no presentarse a sus labores; Rigoberto Dueñas, entre otros. ¿Dónde han dejado uno de sus principios rectores: respeto a la voluntad de las mayorías? Tal como Friedman lo afirmó en una ocasión: “la mayoría de veces…existen casos de dirigentes sindicales que actúan en beneficio propio y a expensas de sus miembros, tanto mediante el empleo de vías legales como a través del abuso y la malversación de fondos.”
Es interesante el análisis que el autor citado en el párrafo anterior realiza dentro de su excelente obra, planteando que la fuerza de los sindicados radica en el poder de imponer salarios altos y centralizar los empleos disponibles. Algo que no sería del todo aplicable dentro de Guatemala debido a que la oportunidad de empleo escasea en su mayoría.
A manera de conclusión y con base a la coyuntura nacional, historia y datos fehacientes, puedo afirmar que los sindicatos iniciaron con un objeto clave para la historia laboral del país pero, su lucha estuvo interrumpida por factores que surgieron de las mismas organizaciones al momento de no entablar un objetivo común e involucrarse dentro de la política, dejando por un lado los beneficios laborales y convirtiéndose parte del sistema corrupto y mercantilista. Creo, de manera firme, en un Estado libre, que garantice el debido cumplimiento de las garantías constitucionales para poder evitar privilegios a determinadas clases sociales y contribuir al desarrollo pleno de cada uno de los habitantes, tal y como Mises lo defendió en distintas ocasiones.
Imaginemos, por un momento, una República que de verdad garantice el libre y responsable ejercicio de Derechos así como el cumplimiento de las garantías constitucionales… ¿tendríamos necesidad de un sindicato? La respuesta es no. Así es, en un Estado avanzado no existiría la iniciativa de constituir una organización sindical debido a que se lograría y materializaría el respeto a los derechos laborales.
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