El texto de Jaspers nos invita, desde la pregunta ¿qué es la filosofía?, a plantearnos una serie de interrogantes a los que intenta dar respuesta. En efecto, esa pregunta que parece tan simple posee una significación y profundidad mayúscula y eso es lo que trata de evidenciar el autor.
En primer término, Jaspers plantea la división entre el conocimiento científico y la filosofía en vocablos similares a los siguientes: en filosofía, la unanimidad acerca de lo conocido es una utopía. Concretamente, el proceso progresivo no es tajante como en el dominio científico; así, se constituye una manera distinta de lo que el saber científico lo hace. Además, dice el autor, mientras que las disciplinas científicas encuentran su desarrollo y realización en determinados objetos o fragmentos de la realidad, “trátase la filosofía de la totalidad del ser”, la filosofía surge, emerge, se constituye antes de toda ciencia posible. Por otro lado, dice el autor, la filosofía se constituye como aquello accesible para el resto de los humanos, pero también original, propio de uno mismo. Es imposible escapar de ella, no es mera erudición, sino constituyente del humano. La simple enunciación del rechazo a la filosofía es aseverar y profesar una filosofía; no es posible escindir al individuo de la filosofía porque nos realiza y constituye. Esa capacidad interrogadora es propia de la filosofía.
Aunque en sentido estricto sea el oficio sistemático de la filosofía y en sentido amplio es el planteo de problemas, la filosofía es el ir de camino, el buscar la verdad; no es la afirmación de ser poseedor de ella. La filosofía no es la posesión del saber absoluto o las verdades, es el amor al saber, el amor a esa búsqueda de verdad que se despierta en nosotros. Esa filosofía que emerge como ciencia en general, como eso que no se limita a ningún dominio determinado provoca que el hombre se constituya como tal, que se haga parte de la realidad en la que día a día se desarrolla. En ese proceso, la filosofía es atacada por propios y ajenos, por aquellos que no coinciden con la propuesta de rebeldía; la consideran revolucionaria en términos despectivos pero, sinceramente es de pobreza argumentativa el caer en dicha posición. La filosofía es comunicación; no se ata a los métodos de verificación científica. La filosofía no debe probarse, la filosofía se comunica; la filosofía no es el continuo encadenamiento de palabras, es amor al saber.
En efecto, la filosofía necesita y hace comunicación, se hace evidente y es inherente a ella. Ese fin que resulta la comunicación es claro para la filosofía, donde descansa el interiorizarse en el ser. Así, todo esto nos diferencia del mundo animal; esta necesidad filosófica, esta capacidad pensativa nos brinda la capacidad de dar sentido y preguntarnos por esos sentidos. Esa experiencia o ir de camino, eso es la filosofía.
La filosofía es partícipe necesaria de la existencia humana, nace, constituye y muere con y de ésta.
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