No está mal estar equivocado… ¿O sí? Puede ser, ¿no? ¿O lo que está mal es la incapacidad de aprender?


¿Quién no se ha equivocado? ¿Quién no ha dicho algo sin saber? Pero sobre lo que quiere versar este artículo no es el emisor, sino el receptor: ¿Hay que “arreglar” a quien está equivocado? Puede leerse muy antiliberal la última pregunta pero es una interrogante que me parece trascendental para contraatacar un comportamiento al que se frecuenta en muchos debates, también en los liberales. Para esto me parece muy interesante hacer dos puntos: El primero; uno práctico y el segundo; uno ideológico.

En las prácticas de oratoria para la preparación de discursos de candidatos se les suele señalar que hay tres tipos de posibles audiencias: La primera; quienes lo conozcan y estén de acuerdo con su mensaje, la segunda; quienes también lo conozcan pero estén en desacuerdo con su mensaje y la tercera; quienes no lo conozcan o no tengan una opinión formada. Entonces, cuando uno analiza esto los bloques a favor y en contra es muy probable que se modifiquen poco ante la opinión de alguien de quien ya tienen imágen concebida. Teniendo esto en cuenta, no sucede lo mismo con quienes desconocen la propuesta o no tienen una opinión formada. Es a ellos a quien se apunta.
De esto es algo que pocas veces se discute, ¿por qué hay individuos liberales que insisten en perseguir a quienes piensan distinto cuando ofertan sus ideas? ¿No es más sencillo hablar del beneficio per sé de las nuestras? ¿Por qué intentan convencer a la misma persona que opina distinto una y otra vez?

El segundo aspecto a señalar, el ideológico, se basa en un postulado muy interesante: “La opinión es el eslabón más bajo del conocimiento.”. Entonces, si vamos a un eslabón superior podemos hablar de los datos. Y ahí es dónde podemos captar que una información objetiva producto del análisis de la realidad, como lo es un dato, no es discutible bajo ningún concepto… ¿O sí? Bien, es un debate muy profundo pero a primeras lo que es discutible es la interpretación de este dato. Por ejemplo, frente al titular: “La industria agropecuaria generó 20.000 puestos de trabajo nuevos” una postura marxista y ecologista puede leer “Hay 20.000 hombres explotados más que se ven obligados a destruir nuestra tierra” y alguien de corte más capitalista “Los sectores exportadores generadores de divisas crean trabajo y crecimiento”. 

Así, el comportamiento recalcitrante de buscar en cada ámbito, incluso los que no son de debate o académicos, imponer una opinión sobre otra ajena arroja como primera conclusión: ¿Hay opiniones por encima de otras? Si las hubiera, ¿qué las determina? ¿Otra opinión? Luego, ¿por qué todos tienen que pensar como uno? ¿Por qué todos tienen que pensar como uno? ¿Qué liberal es pensar que nuestras ideas son superiores y todos las tienen que seguir?
 

El antiliberalismo está a una acción de distancia del liberalismo, y en repetidas oportunidades he presenciado como en nombre de la libertad se busca convencer a todos de pensar de modo liberal, perdón por la redundancia. La libertad no es eso, es la capacidad de elegir y no todos elegimos lo mismo. Y eso está bien, está bien pensar distinto y es la base de la democracia.

En fin, recomiendo mucho la militancia de las ideas pero no el antiliberalismo del liberalismo, y presentarlo como un “pensamiento superior”.


Esta publicación expresa únicamente la opinión del autor y no necesariamente representa la posición de Students For Liberty Inc. En el Blog EsLibertad estamos comprometidos con la defensa de la libertad de expresión y la promoción del debate de las ideas. Pueden escribirnos al correo [email protected] para conocer más de esta iniciativa

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