Es innegable que los nicaragüenses, en nuestra experiencia vivencial y nuestra profunda conciencia histórica, comprendemos que las dictaduras no se desmantelan a través de urnas electorales ni mediante diálogos fingidos que, más que contribuir a la resolución de los conflictos, sirven únicamente para oxigenar y prolongar los regímenes autoritarios. No obstante, persiste en muchos la remota esperanza de que, una vez que Venezuela logre liberarse del yugo opresivo que la asfixia, el efecto dominó repercutirá positivamente en el restablecimiento de la libertad en Nicaragua.
Los nicaragüenses esparcidos por el mundo, que compartimos un vínculo indisoluble con nuestra tierra natal, manifestamos nuestro firme respaldo a la causa de la libertad en Venezuela y Cuba. Albergamos la firme creencia de que, gracias al significativo éxodo de venezolanos que ha recorrido diversos países, la naturaleza de la dictadura venezolana ha recibido una mayor visibilidad internacional. Países con menor población y riquezas, pero con una larga trayectoria de opresión, esperan la respuesta decisiva de los pueblos comprometidos con la libertad y la democracia, para que estos se solidaricen con nuestras causas y aboguen en favor de nuestros pueblos.
En la era contemporánea, las redes sociales han emergido como el nuevo campo de batalla, en donde las dictaduras se han adaptado a las dinámicas del marketing digital, utilizando cada plataforma para perpetuar su narrativa. En este espacio, a menudo los nicaragüenses, cubanos y venezolanos nos vemos obligados a denunciar las atrocidades que acontecen en nuestros países, mientras enfrentamos el embate de cientos de perfiles falsos, operados desde centros de llamadas, que defienden a quienes cometen violaciones a los derechos humanos. Es la triste realidad de quienes, en su legítima labor de informar y documentar, son perseguidos, amenazados y, en el peor de los casos, asesinados. Un ejemplo paradigmático de esta represión fue el caso del periodista mexicano Otoniel Martínez, quien, al documentar clandestinamente la realidad de Nicaragua en su conmovedor documental “Me duele respirar” y el reportaje “País fachada”, sufrió las amenazas más violentas por exponer la verdad.
Bajo el régimen de Daniel Ortega, todos los medios de comunicación privados en Nicaragua fueron expropiados, y los pocos canales disponibles se convirtieron en instrumentos de adoctrinamiento constante. A través de ellos, se difunden noticias falsas de supuestos logros económicos, avances en cooperación e infraestructuras. Sin embargo, los nicaragüenses somos plenamente conscientes de que la verdadera economía de nuestro país se mantiene gracias a las remesas enviadas por los migrantes, quienes sostienen la estructura financiera del país con su sacrificio y esfuerzo.
Quiero hacer entender con estas palabras que, aunque los perfiles falsos operados desde centros de llamados en Venezuela y Nicaragua ingresen a las redes sociales en un intento vano de esconder la realidad, basta con observar lo que ocurre en Venezuela, Cuba y Nicaragua. Basta con ver la migración
forzada, el miedo palpable y las graves violaciones de derechos humanos para comprender la esencia de lo que realmente está ocurriendo. No es necesario ser un genio ni contar con vastos recursos materiales para percatarse de la verdad. Ni todo el oro del mundo será suficiente para defender lo indefendible. Estos regímenes, al no poder controlar el acceso a la información a través de internet, intentan manipular las redes sociales en un intento de contrarrestar la realidad, pero su esfuerzo es inútil.
Los nicaragüenses que residimos en Estados Unidos y en diversas partes del mundo, este viernes, nos uniremos en marchas y extenderemos una mano amiga a nuestros hermanos venezolanos y cubanos, porque comprendemos el dolor que compartimos. Sabemos lo que significa la separación de nuestras
familias, el anhelo profundo de regresar a nuestra patria, y la constante lucha por mantener viva la llama de la esperanza, un fuego que, aunque tenuemente, seguimos alimentando con nuestras acciones y sueños, para que algún día la libertad llegue a nuestros pueblos y se encienda la verdadera justicia.