Durante mucho tiempo y con activa presencia en la actualidad, el ambiente liberal ha consolidado un statu quo totalmente perjudicial para la construcción de un sentido común popular y no-elitista. Diversas instituciones, conocidas por ser las eternas divulgadoras de las ideas que nunca se terminan realizando, han consolidado una estructura de inmovilidad de las ideas que provoca que los referentes de las luchas políticas sean muchas veces los mismos servidores del poder establecido.
La aparición de Javier Milei, como ya han destacado muchos, rompió con esa lógica de la pasividad y la tibieza. Con todas las posibles notas al pie que se le pueden realizar, en sus formas o en su contenido, amplió de gran manera el espectro de llegada y no faltó( ni faltan) personajes que busquen canalizar sus fracasos en el éxito de Milei.
El dinero ha servido de chantaje en muchos de estos círculos institucionales como moneda de cambio con las más profundas esferas del statu quo. De cara al público plantean la revolución y en las puertas cerradas, platos finos mediante, garantizan la continuidad de las “recetas existenciales” del sistema. Año tras año elaboran planes mesiánicos que no llegan a ninguna parte y realizan eventos superfluos sin llegada práctica.
No ha faltado ocasión en que los profetas de la revolución práctica negocien con aquello que tanto repudiaban. No ha faltado situación en que los eslóganes usados sólo han sido caretas de construcción personalistas del poder. No han sido más que bufones del orden establecido.
Mientras tanto, por acción o por omisión, muchos han sido llevados por esa ola, siento utilizados y menospreciados constantemente. La famosa lucha por las ideas, pregonada auténticamente por Milei y otros pocos a rescatar, fue en muchos una excusa discursiva para escalar en las mismas estructuras existentes. No hay bien común en torno a las ideas del liberalismo sino egos que nunca llegan a acuerdos lógicos.
Como diría Rousseau, la vida en sociedad muchas veces deviene en el reino de las apariencias. Los ambientes liberales no evaden esa forma de vida. Mucha apariencia, mucha adhesión erótica a ciertos nichos de poder y dinero para luego rasgarse las vestiduras en otros ámbitos criticando a esos mismos centros de poder.
Teman señores. Samuel, el profeta advirtió sobre los monarcas: “Así hará el rey que reinará sobre vosotros: tomará vuestros hijos, y los pondrá en sus carros y en su gente de a caballo, para que corran delante de su carro; y nombrará para sí jefes de miles y jefes de cincuentenas; los pondrá asimismo a que aren sus campos y sieguen sus mieses, y a que hagan sus armas de guerra y los pertrechos de sus carros. Tomará también a vuestras hijas para que sean perfumadoras, cocineras y amasadoras. Asimismo, tomará lo mejor de vuestras tierras, de vuestras viñas y de vuestros olivares, y los dará a sus siervos. Diezmará vuestro grano y vuestras viñas, para dar a sus oficiales y a sus siervos. Tomará vuestros siervos y vuestras siervas, vuestros mejores jóvenes, y vuestros asnos, y con ellos hará sus obras. Diezmará también vuestros rebaños, y seréis sus siervos.”
Los bufones del orden establecido se parecen mucho a los reyes de los que advertía el profeta. La suerte está echada.
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