No le den a usted expectativa sobre algo porque le despiertan los deseos. Es como se mueve la economía. Se dice que la oferta crea su propia demanda. ¿no sucedió eso con los teléfonos inteligentes? ¿no sucede a diario con la tecnología de la comunicación, o el lanzamiento de la moda para vestirse o para viajar, o cuando un amigo le dice que ha probado un plato exquisito en tal parte?



Se imagina ahora cuando se encuentra en una situación tan delicada como la que tenemos. Con las actividades económicas paradas: usted sin ingresos, lo que es peor sin vislumbrar el futuro inmediato porque no sabe si recuperará el empleo, y, si es empresario el temor de que la demanda sea tan pobre que le obligue a pensar en cerrar? No es un momento para crear expectativas que no sean serias. Y es esto lo que quiero compartir con ustedes.

Cuando una empresa o pequeño negocio tienen los ingresos parados y las deudas en camino, se necesita tener las cosas muy claras y saber cual es la fortaleza de sus activos, la potencialidad de su producto y el flujo temporal que necesitará para recuperarse y al menos poder cubrir sus costos mientras la situación de la demanda mejore

Está claro que ahora se tienen pasivos vencidos, las cuentas de energía eléctrica, de uso de agua, alquileres, sueldos, créditos de proveedores, deudas financieras etc. Son un conjunto de problemas en los que cada uno tiene sus propias peculiaridades. El empresario sabe lo que tiene entre manos y nadie mejor que él para buscar soluciones a cada uno de ellos. Con todo esto hay expectativas, no cabe la menor duda.

Entonces emerge el gobierno. Y anuncia ceremonialmente que pondrá una serie de elementos financieros a disposición del sistema financiero para que haga uso de ellos el empresario. Los montos son importantes, en Bolivia se anuncia unos cinco mil millones de dólares, en un abanico de fondos de garantía, para renegociar deudas y acceder a préstamos. Los plazos y las tasas de interés juegan un papel estratégico, depende de ellos cuánto oxígeno financiero podrá recibir la empresa considerando la fortaleza de sus activos, pero lo más importante es el tiempo en el desembolso de los recursos. Y esta es la expectativa mayor.

Juega un rol de primera importancia la credibilidad. No es lo mismo que le diga “alguien” que le puede ayudar, a que esta ayuda parta del gobierno y sea la banca la correa de transmisión. Se entiende que en esto hay una política seria, está estudiada y los fondos anunciados tienen respaldo. Si estas variables están despejadas las expectativas se convierten en certezas. Pero si no es así la frustración es enorme y las expectativas pueden dar paso a la ira. No se debe jugar con esto.

¿qué probabilidades tiene el actual gobierno de ser eficaz y oportuno en su propuesta? Es la pregunta que me hice. Y las respuestas son muy desagradables. En una escala del 1 al 10 la probabilidad de que cumpla es de 3. Más allá de su anuncio y promulgación de las normas que la apliquen, no veo ni la consistencia de sus fuentes, ni la oportunidad que se requiere por los obstáculos legales que debe atravesar.

Primero, lo más importante. El gobierno tiene un plazo de vida jurídica corto, hay elecciones anunciadas en Octubre. ¿Qué sentido tiene anunciar planes que trascienden el plazo de vida activa que tiene?. Segundo, nos dicen que buena parte del financiamiento ofertado debe ser aprobado por la asamblea legislativa, que sabemos está en una campaña adversa y que no le facilitará la vida, es decir todo puede quedar en el papel por falta de este requisito, incluidos los recursos ofrecidos por los organismos financieros de crédito. Tercero, la banca afronta y verá acrecentada la mora en su cartera por el quiebre de los ingresos de sus clientes. Todos están pidiendo la reprogramación en condiciones blandas y pensar en que atravesando por esta situación pueden ser sujetos crediticios es ciertamente ser muy iluso. Aplíquese esto para las empresas y tiene usted el panorama completo.

Se han creado falsas expectativas. Se juega con ellas como dados electorales y esto no puede merecer sino una severa llamada de atención. Quien gane las elecciones puede tener otra visión de país, puede tener otros planes de acción y lo más importante tendría una vida jurídica establecida en cinco años, tiempo en el que puede aplicar y efectivizar sus planes. 

Las prisas electorales tienen estos costos. Perder la credibilidad del electorado a quien quieren conquistar.


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