Hace unas semanas, el 30 de julio se conmemoró el día contra la trata de personas. La trata de personas es una violación directa a los derechos humanos. Restringe entre muchos, uno de los derechos más importantes, el derecho a la libertad. Con la llegada de la pandemia, organizaciones como la UNODC y GAFI declararon que el Covid-19 puede incrementar la vulnerabilidad de ciertos grupos con respecto a la trata de personas.
En México, el 88% de las víctimas son mujeres (datos 2012-2017 CNDH), lo cual explica porqué las modalidades más usuales de este abuso se dan como explotación sexual, trabajo forzado y tráfico de órganos. De acuerdo con un reporte elaborado por el departamento de estado de E.E.U.U (2020), los grupos más vulnerables en el país son los trabajadores migrantes, la población indígena y las poblaciones económicamente vulnerables. Si bien argumentan que en México existen protocolos para atender este tipo de situaciones, los esfuerzos por ponerlos en práctica se encuentran por debajo del mínimo requerido a nivel internacional. Con la llegada de la contingencia sanitaria es claro que los esfuerzos gubernamentales van a ser redirigidos a la problemática económica, mas esta problemática no se puede dejar de lado. Tras leer lo anterior, es evidente que personas casi a diario pierden la posibilidad de aprovechar su libertad, de desarrollarse como seres humanos, de emplear su voz, cuerpo y mente libremente. Estamos viviendo conscientes de una esclavitud notoria y la pregunta es, ¿qué estamos haciendo para mitigarlo? Ya sea como individuos u organización, nuestros esfuerzos siempre cuentan.
El gobierno mexicano reportó la identificación de 658 víctimas en 2019, un número que si bien, viene decreciendo, debe impulsarnos solo a incrementar las acciones para evitar que suba. Después del narcotráfico, la trata de personas es la actividad ilícita que más ingresos genera, y pese a ello resulta inusual encontrar debates políticos o ciudadanos sobre esto. El COVID19 para muchos ha significado una amenaza al derecho de la libertad; ahora que valoramos un elemento tan cotidiano es momento de tomar acción de en favor de la libertad de las víctimas de este delito; ya sea desde esfuerzos tan básicos como el dar a conocer este problema hasta la formación de iniciativas para ser aplicadas a nivel gubernamental. La llamada está hecha, ¿qué esperamos para centrar nuestra atención a esta problemática?
(https://www.youtube.com/watch?v=5jBPqveBdfk)
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