La tercera vía para Estados Unidos

Cuando se acercan las elecciones estadounidenses el debate se centra entre republicanos y demócratas, esta ha sido la tónica desde el año 1856 con el desplazamiento del partido Whig y, eventualmente, la formación del republicano.



El 3 de noviembre se presentan dos candidatos con propuestas y/o ejecuciones (inacciones también) muy contraproducentes para los estadounidenses. Si bien Trump realizó una reducción de impuestos considerable, especialmente, en los corporativos que le permitieron alcanzar previo al Co-Vid19 índices históricos de desempleo (3.4%), en cuanto al gasto público lo incrementó casi un uno por ciento más, la deuda no fue la excepción. 2.3 billones mayor que representa el 105.5% en relación al PIB (102.8) respecto al 2017, según el economista Juan Ramón Rallo. Siempre que se aplica una reducción de impuestos debe acompañarse de una reducción del gasto para evitar que la caída de ingresos dispare la deuda gubernamental como sucedió en este caso.

Tampoco ha cortado los millonarios subsidios agrícolas, cerca de 33 mil millones de dólares anuales, aunque, permitió la importación de limones argentinos después de casi dos décadas. Biden, por su parte, integra un partido muy dividido ideológicamente, pero con una ruta clara en materia fiscal (retomando como mínimo la tasa corporativa previa a Trump), extensión de la seguridad social (Medicare para todos) y el nuevo acuerdo climático.

Citaba Friedman que el “peor error de las políticas publicas es juzgarlas por sus buenas intenciones, no por sus resultados”. Si bien en el caso de Medicare se considera necesario la atención universal (que ningún país ha logrado valga decir) se debe evitar primero la centralización -mucho más en países tan extensos como este- y buscar eliminar restricciones que incrementan los precios de los servicios médicos como, por ejemplo,  las leyes CON (Certificate of Need) ejecutadas en aproximadamente 35 estados, donde los inversores deben mostrar a las autoridades estatales por qué es necesario construir  un centro en esa localidad o con los gremios médicos de la AMA (American Medical Association) que limita la oferta de médicos, escuelas de estos entre otras más.  

En esta ocasión, los estadounidenses tienen la oportunidad de alternativas a sus problemas dejando la instrumentalización de lado, la doble postura a pesar de un pasado (lejano cierto, pero cuestionable al fin). Y el nunca ausente, populismo.

Me refiero a la candidata Jo Jorgensen del partido Libertario. A nivel interno, propuestas como acabar con la guerra fallida contra las drogas, reforma de la justicia penal para bajar la alta tasa de población penitenciaria (la mayor del mundo), la posibilidad de optar por cuentas individuales en el caso de las jubilaciones para garantizar sostenibilidad estatal en relación a estas (también para aumentar la tasa de reemplazo, que actualmente, se aproximan al 50/60%), eliminación del Departamento de Educación para que recaiga de manera descentralizada a los estados o condados a manera de cupones como lo ha venido implementando Suecia desde los años noventa. Incluso en los mismos EE. UU, con las escuelas chárter- donde de paso los estudiantes allí matriculados obtienen mejores calificaciones -como lo muestra Sowell.

Pero quizá, donde mayor se pueda observar su influencia en caso de salir victoriosa es en la Política Exterior (en la que tiene mayor margen de maniobra). 

Su propuesta es declarar a los Estados Unidos como un gran país neutral -al estilo suizo- retirando las tropas en el exterior, lo que haría cambiar completamente el panorama internacional al cortar el 40% del gasto militar mundial, 2% del PIB estadounidense. No solo por cuestión de conservadurismo fiscal sino, también por principios liberales -en el concepto no anglosajón del término- de limitar la intervención de las fuerzas armadas solo en situaciones de defensa del territorio nacional ante un invasor extranjero.

 Si lo anterior parece utopía, lo siguiente será un cuento de hadas. La eliminación de embargos (Cuba), sanciones (Venezuela, Irán, Rusia y tantos otros), ayuda exterior (al mundo subdesarrollado). 

Los embargos y las sanciones no han dado los resultados esperados por las administraciones estadounidenses, aparte de cortar/limitar la libertad de comercio de sus ciudadanos, pero sí dejaría un vacío importante en la región (y el mundo) al no consolidarse una potencia regional que deje atrás las afinidades ideológicas y defienda sin importar el gobierno de turno, los principios democráticos que tanto le ha costado conservar a América Latina.

En cuanto a la AID ¿qué mejor forma de contribuir al desarrollo de los países pobres, que permitiendo la entrada de sus productos con aranceles bajos o nulos? Ningún país desde Reino Unido pasando por gran parte de Europa, los mismos EE. UU., partes del este y sur asiático requirieron subsidios internacionales para alcanzar altos niveles de vida. Junto a acompañar a una reducción de subsidios agrícolas ya mencionados, abre la posibilidad de menores precios -mayores opciones- al mercado estadounidense.

Antes de valorar la posibilidad de implementar estas políticas (o al menos ponerlas en discusión), el movimiento #letherspeak debe dar sus frutos para ofrecer al electorado otra perspectiva de estado volviendo un poco a sus raíces fundacionales lo que, realmente, hizo grande a América.


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